lunes, 19 de noviembre de 2012

El misterioso secuestro exprés del contable de Berlusconi

Berlusconi, con dos aficionados en un entrenamiento del Milan el viernes pasado. / DANIEL DAL ZENNARO (EFE)

La policía italiana detiene a seis personas de una banda por mantener cautivos al contable de Il Cavaliere y a su esposa

PABLO ORDAZ Roma 19 NOV 2012 - 10:44 CET

Se sabe ahora, pero ocurrió hace un mes, la noche del 15 de octubre. Aquel lunes, Giuseppe Spinelli, el contable de Silvio Berlusconi, regresa tarde a su casa de Milán. Al salir del ascensor, dos tipos armados con pistolas lo golpean, lo empujan hacia el interior de la casa y lo inmovilizan, junto a su esposa Anna, sobre un sillón. Quieren hablar con su jefe. Cuando, a primera hora del martes 16 de octubre, Spinelli consigue localizar a Berlusconi, los secuestradores se ponen al teléfono y exigen al anterior jefe del Gobierno italiano 35 millones de euros a cambio de información sensible sobre el llamado caso Mondadori —en 2011, Berlusconi fue condenado a pagar 560 millones de euros al empresario Carlo Di Benedetti por sobornar a un juez para hacerse con la editorial—. Tras hablar con Il Cavaliere, los secuestradores dejan libre al contable y se marchan por donde habían venido.

La historia, sobre la que aún planean muchas dudas, se ha conseguido mantener en secreto hasta que, en las últimas horas, la policía italiana ha practicado las primeras detenciones. Se trataría de una banda formada por seis personas, tres italianos y tres albaneses, quienes –según la policía— fueron descubiertos por un pequeño detalle: en el momento del secuestro, el jefe de los malhechores, un italiano de 53 años con antecedentes, llevaba puestas unas zapatillas de deporte rojas.

La mañana del 16 de octubre, tras ser liberados, el contable Spinelli y su esposa fueron recogidos por la escolta de Berlusconi, que los escondió en un lugar secreto. La denuncia no fue presentada hasta un día después, a través de un fax enviado por el abogado Nicola Ghedini a la fiscalía de Milán.

Tras hacerse cargo del asunto, la fiscal antimafia Ilda Boccassini interrogó al contable y a su esposa. De aquella declaración, y de las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del edificio, surgió la pista que llevó hasta Francesco Leone, un viejo arrepentido del clan Parisi. Al parecer, fue él quien ofreció a Berlusconi diverso material informático que le podría ayudar a cambiar el curso de alguno de sus procesos penales. Según las primeras filtraciones, la documentación incluiría pruebas de que Gianfranco Fini, el actual presidente de la Cámara de Diputados, estaba dispuesto a pactar con ciertos magistrados para arruinar la carrera política de Berlusconi.

Entre los misterios que envuelven el caso, uno de los principales es qué tipo de garantía ofreció el anterior jefe del Gobierno a los malhechores para que dejaran en libertad a Giuseppe Spinelli, su contable de confianza. Tanto que él era quien se encargaba –y se encarga todavía—de pagar a las famosas muchachas de compañía que el anterior primer ministro invitaba a sus fiestas y mantenía a resguardo en una de sus muchas propiedades, Via Olgettina 65, el palacio milanés de las velinas de Berlusconi.

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