viernes, 8 de agosto de 2014

Todos contra Escalona: ¿el fin de la paz armada en el PS?

Se dice que, a diferencia de otras veces, son escasos los diputados –Schilling y Castro– que se muestran proclives a Escalona. Por ahora, ninguno de los senadores se manifiesta en esa lógica, y no son pocos los liderazgos de gobierno, como el subsecretario Francisco Díaz –detrás de quien estaría, además, el vocero Álvaro Elizalde–, que están “cocinando” la operación. Aunque todos reconocen que Camilo Escalona nunca ha sido un hombre débil y que Andrade deberá sobreexigirse para derrotarlo.

por EDISON ORTIZ


El sábado 26 de julio fue un día especial para el partido del orden: mientras la dupla Walker-Martínez se imponía con mucha facilidad en la Junta Nacional del PDC, Camilo Escalona disfrutaba de su reestreno en El Mercurio con un libro que lo retrata fielmente: Duro de matar, en el que tergiversa parte de la historia de la institución. Si antes lo había hecho con el Documento de Marzo, considerado por muchos actores de la época como un texto liquidacionista del PS, pues allí se “sugería la existencia en el futuro de un solo partido, monolítico y con una columna vertebral marxista-leninista”, pero que, en su original lectura, habría sido el primer paso en el encuentro PS-DC y el nacimiento de la Concertación. Ahora, hace responsable a la dirección exterior de la desaparición de la generación de Lorca, Ponce y del otro Ricardo Lagos, abriendo un debate que no le ha sido para nada favorable en las redes sociales del PS.

La maniobra recibió una rápida respuesta por boca de Fidel Espinoza –“el eje Escalona-Martínez no permitirá reformas estructurales en Chile”–, quien hizo manifiesta la aspiración de no pocos actores del PS –11 diputados y todos los senadores socialistas, según el parlamentario– para prorrogar el mandato –no puede ir a la reelección, pues según normas internas ya cumplió dos periodos consecutivos– del actual presidente Osvaldo Andrade, quien, según los miembros del resto de “los lotes”, no lo ha hecho mal. Por el contrario, hasta la propia Isabel Allende alabó lo transversal que ha sido la gestión del “cabezón Andrade”, como cariñosamente le llaman sus compañeros. Su presidencia, según varios, ha sido bastante abierta si se la compara con la sectaria administración del ex senador de Los Lagos, que culminó con la más importante división desde 1979 y cuyo punto culminante fue que, el 2009, hubo tres candidatos presidenciales –Meo, Arrate y Navarro– provenientes de esas filas.

La prórroga de su mandato tampoco es algo que entusiasme a la disidencia y no pocos concuerdan en que lo trágico es la constatación nítida de la falta de un liderazgo alternativo al de la Nueva Izquierda (NI). A otros tampoco les agrada la posibilidad de repetir que un pleno del Congreso violente el itinerario electoral establecido, dada la dramática experiencia vivida en 2005 con Gonzalo Martner, origen de la actual división del PS, aunque reconocen que “cualquier cosa es mejor que Escalona se haga nuevamente con el control del partido”.

En la paz armada que existe hoy en el PS se cree que un día decisivo será el del próximo pleno del comité central a realizarse el sábado 9 de agosto, donde las dos fuerzas en pugna muestren sus armas de batalla y cuenten sus respectivos ejércitos. Allí, como decía Metternich, llegarán sus líderes con la espada en una mano y el ramo de oliva en la otra, dispuestos a negociar, pero sólo a hacerlo mientras se avanza. Si el tema no se resolviese en esa ocasión, es porque aún no está clara la cantidad de divisiones de las que dispondrá cada ejército. Y la solución definitiva debería postergarse no más allá de septiembre.

La posibilidad de un enfrentamiento entre ambos era, hasta abril de 2013, impensada, aunque ello cobró fuerza una vez que Escalona se negó a ir a primarias en Los Lagos, y Andrade, junto a su comisión política, se vieron obligados, dado el ambiente pro primarias que la propia candidata había estimulado, a no acompañarlo en su aventura. La situación vivida aquella tarde del 17 de mayo en la sede del PS, en que ambos núcleos familiares se vieron enfrentados en las escaleras de la sede –Escalona, su esposa y su hermano vs. Andrade y sus hijos–, fue el primer anuncio del escenario que hoy podría repetirse, en particular cuando el ninguneo y las declaraciones de guerra permanente de Camilo sobre Andrade hacen que la decisión de este último no tenga reversa: tendrá que desafiar al que alguna vez fue su máximo “cómplice”.

La maniobra comenzó hace meses y tuvo su primera cristalización el pasado domingo 27 de julio, cuando el Consejo Regional de Los Lagos –de donde proviene Espinoza– “aprobó un voto político respaldando la continuidad del presidente de la colectividad, diputado Osvaldo Andrade, al mando del socialismo”. Y se mostraron nuevas cartas en esa paz armada.

La declaración pública de Espinoza no fue otra cosa que un mensaje directo a Camilo de que esta vez no le sería fácil. De hecho, los equipos de Andrade han estado moviendo piezas y consultando opiniones de diferentes actores internos, explorando si hay agua en la piscina para que “el cabezón se tire”. Los relatos señalan que no les ha ido mal, pues mucho comparten lo peligroso que sería para la diversidad interna y para el gobierno el retorno de Escalona.

Se dice que, a diferencia de otras veces, son escasos los diputados –Schilling y Castro– que se muestran proclives a Escalona. Por ahora, ninguno de los senadores se manifiesta en esa lógica, y no son pocos los liderazgos de gobierno, como el subsecretario Francisco Díaz –detrás de quien estaría, además, el vocero Álvaro Elizalde–, que están “cocinando” la operación. Aunque todos reconocen que Camilo Escalona nunca ha sido un hombre débil y que Andrade deberá sobreexigirse para derrotarlo.


¿Y DÓNDE ESTÁ ALEUY?


Los bombazos alertaron al ministro Peñailillo sobre la “gestión precaria” de Seguridad y Orden público que exhibía su cartera, y a cuyo cargo está la mano derecha del ex Presidente del PS y actual subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. No pocos llegaron a señalar que el desorden y la desinformación que se ha exhibido en esa área en estas dos últimas semanas se debe a que “como subsecretario, Aleuy ha sido un excelente encargado electoral”, pues su verdadera labor parece estar más en la “preparación de la elección interna del PS y las próximas municipales” que en seguridad pública. Sabemos entonces en qué está Aleuy, y Escalona cuenta allí con un fuerte apoyo gubernamental. No hay que olvidar, además, que el grueso de los cargos de cuarto orden los repartió él, y donde evidentemente la Nueva Izquierda fue la gran beneficiada. Si hay elecciones antes que Congreso, no pocos funcionarios debieran pasar por caja a pagarle a Escalona el impuesto al cargo, lo que no es otra cosa que su adhesión a su aventura presidencial en el partido. Aunque no son pocos los cercanos a él que lo están pensando, pues es una colectividad donde su liderazgo se ha construido sobre el relato de su propio mesianismo y sobre su capacidad de repartición de puestos en el Estado. Pero, dada la incertidumbre sobre el resultado, es mejor no casarse inmediatamente con el otrora hombre fuerte del PS.

Escalona cuenta, además, considerada la experiencia histórica anterior, con la mano de Marcelo Schilling y el siempre zigzagueante Ricardo Solari que, a pesar de que en privado señala no estar con él esta vez, lo cierto es que a la hora de la verdad siempre se ha puesto tras su viejo socio de secundaria, cuando ambos desarrollaron una habilidad especial para hacer los recuentos de votos y que les ha resultado infalible en el PS.

En la paz armada que existe hoy en el PS se cree que un día decisivo será el del próximo pleno del comité central a realizarse el sábado 9 de agosto, donde las dos fuerzas en pugna muestren sus armas de batalla y cuenten sus respectivos ejércitos. Allí, como decía Metternich, llegarán sus líderes con la espada en una mano y el ramo de oliva en la otra, dispuestos a negociar, pero sólo a hacerlo mientras se avanza. Si el tema no se resolviese en esa ocasión, es porque aún no está clara la cantidad de divisiones de las que dispondrá cada ejército. Y la solución definitiva debería postergarse no más allá de septiembre. No obstante, cualquiera sea la fecha, los críticos de Escalona piensan que ese evento debiera culminar proponiendo primero un llamado a congreso, antes de la elección de marzo de 2014. Muchos creen que lo primero será ajustar cuentas con Escalona en el debate ideológico, dadas las propias resoluciones de eventos anteriores que, digámoslo, nunca han sido respetadas por él. No hay que olvidar que mientras su último congreso aprobó el voto sobre la asamblea constituyente, el entonces senador por Los Lagos calificó como “fumadores de opio” a quienes alentaban ese eje programático. Lo mismo sucedió con sus declaraciones sobre educación y reforma tributaria, donde siempre aparece alineado con la dupla Walker-Martínez. No pocos piensan que hay que enfrentarlo primero en ese plano, provocar su derrota política y luego hacer el resto: prorrogar el mandato de Osvaldo Andrade.

Decía Camilo Escalona, en su libro Una Transición de dos caras (1999), que en el “articular y plasmar un pensamiento político que entregue respuestas desde la izquierda a las nuevas interrogantes planteadas en nuestra sociedad” radica la cuestión esencial de hoy: “… construir las mayorías que abran paso y aseguren el cambio social”. Dado que él mismo se ha puesto en la vereda de enfrente de las aspiraciones que declaraba hace apenas una década, es que deberá enfrentarse como hombre de orden a esas fuerzas de transformación de las cuales él se distanció.

El resultado quizá se conozca el próximo domingo o, a más tardar, en dos meses, cuando ambos bloques hayan medido fuerzas y en nuestro oído aún retumbe el estruendo de esa batalla.

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