martes, 3 de marzo de 2015

Rere: el pueblo que duerme en el olvido de los chilenos

El silencio se ha apoderado de sus calles, pero sus campanas gritan la historia que se esconde en los muros de adobe de Rere, el pueblo que vive en la memoria de Chile y duerme en el olvido de los chilenos.

por Claudia Miño


Tan sólo 21 kilómetros separan a Yumbel de Rere, un camino rodeado de campos y plantaciones de pinos y eucaliptos en la región del Bío Bío. Paisaje que antes era recorrido por guerreros españoles y mapuches, por misioneros jesuitas y en el que se veían el trigo y la avena que sustentaban al Ejército Real.

Hay quienes han llegado a denominar Rere como el “Macondo de Chile” y otros lo comparan con un anciano que tiene mucho que contar. Este pueblo es un lugar mágico, lleno de leyendas y donde la vida transcurre a un ritmo diferente. Rere es historia y nostalgia. 


Claudia Miño (BBCL)

El pueblo de diferentes nombres

Según se consigna en el libro “Pueblo de Rere 1586-2008″, fue fundado en 1586 bajo el nombre de Villa de Nuestra Señora de Buena Esperanza de Rere por el gobernador Alonso de Sotomayor, ya que fue utilizado para marcar las líneas fronterizas durante la conquista.

Luego, en 1603 el gobernador Alonso de Ribera lo bautizó como la Estancia del Rey, porque allí se cultivaban trigo, cereales y animales como cabras, ovejas y caballos. El principal destino de esta producción era el abastecimiento de los fuertes y de las tropas de la frontera y su importancia era fundamental para los planes de conquista.

En 1752, el gobernador Domingo Ortiz de Rozas le dio el nombre de Villa Buena Esperanza de Rozas supuestamente como intento de dejar huella de su administración.

Finalmente, el 4 de octubre de 1765 el gobernador Antonio Guill y Gonzaga le dio el nombre de Villa San Luis Gonzaga de Rere al crear una villa cuando dejó de tener sentido la existencia de un fuerte, pues se pasó de la guerra a las relaciones pacíficas con los indígenas. 


Claudia Miño (BBCL)

Los primeros habitantes de la localidad fueron militares y sus familias, quienes con el paso del tiempo se convirtieron en encomenderos y estancieros.

Rere destacó por su producción cerealera y viñatera y mantuvo su actividad económica y productiva hasta mediados del siglo XX.

En diversos puntos de la localidad se desarrolló una explotación aurífera gracias a los lavaderos de oro, entre fines de 1500 y fines de 1800.

Fue tal su auge económico que en la segunda mitad del siglo XIX un grupo de vecinos del pueblo y sus alrededores formaron una sociedad anónima destinada a la creación del Banco de Rere, que emitió diversos documentos financieros y logró la circulación de sus billetes.

Rere estuvo marcado desde sus inicios no sólo por la presencia de la espada, sino también de la cruz y si hay algo que caracteriza al pueblo es su religiosidad.

Padre Juan Pedro Mayoral

Como Rere está cerca de Yumbel se podría pensar que sus habitantes católicos son devotos de San Sebastián, sin embargo la figura del Padre Juan Pedro Mayoral ha marcado al pueblo.

Su vida estuvo dedicada a misionar entre los indígenas en La Araucanía, sin embargo por su salud deteriorada fue trasladado a Rere, donde quedó el testimonio de su espíritu de servicio.

Dicen que pese a sus numerosos problemas de salud, jamás hubo una queja que alterara la bondad de su trato.

El recuerdo de su presencia en Rere está marcado por varios milagros que realizó en vida, a pesar de que por su humildad buscaba ocultar sus dones extraordinarios.

Uno de los milagros que habría realizado tiene relación con el caso de un niño indígena que había recibido una patada de un caballo en la cabeza y que según dicen había muerto. La madre del niño le llevó el cuerpo al Padre Mayoral, quien la tranquilizó diciéndole que confiara en San Javier -de quien era muy devoto- y luego de elevar una plegaria le devolvió al niño con vida. 


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También era conocido el don de profecía del misionero, quien en una ocasión sin motivo aparente le pidió a la comunidad que orara por los soldados de la plaza de Purén, ubicada a muchos kilómetros de Rere. Horas más tarde llegó la noticia de que el fuerte había sido sitiado.

El Padre Mayoral falleció en 1753 y a sus funerales acudió toda la gente de la comarca. En 1765, se iniciaron dos procesos canónicos a su nombre, uno en Rere y otro en Yumbel, en 1975 fue declarado Siervo de Dios.

Su cuerpo descansa en la Parroquia de Rere, la comunidad rerina lo venera fervientemente y durante muchos años se rezó una Novena en su nombre.

Conjunto Jesuita de Rere

En 2012, cuatro de los bienes más representativos del pueblo de Rere y se su historia fueron declarados Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico:

- La Torre Campanario: Construida con recursos obtenidos de una campaña de donaciones de la propia comunidad entre 1921 y 1923. Al principio estaba adosada a una iglesia de tres cuerpos del siglo XIX que fue demolida den 1958. La torre mide 20,5 metros de altura y tiene una superficie de 23,5 metros cuadrados.

- Campanas de Oro de Rere: Según indica la tradición, la comunidad de la época entregó sus joyas de oro y plata para que fueran fundidas y los sacerdotes jesuitas de la Misión de Buena Esperanza encargaron las campanas. Según la inscripción que tiene en su base, la campana mayor data de 1720, año que coincide con el periodo de auge del pueblo, que por entonces era un centro administrativo, económico, religioso y social de la región. 


Claudia Miño (BBCL)

Un ejemplar de Palma Chilena (Jubaea Chilensis): Es representativa de la presencia de la Congregación Jesuita en la zona y es un hito del pueblo. Un registro histórico del siglo XIX sitúa su data a comienzos del siglo XVIII y tiene una altura de 20,50 metros. Su estípite tiene perforaciones de clavos y balas que algunas leyendas atribuyen al periodo colonial y que otros registros asocian a enfrentamientos entre mapuches y españoles.

- Tumba del Padre Juan Pedro Mayoral: La tumba data de 1755 y se encuentra en la capilla sur de la actual parroquia de Rere. En 1975 fue declarado Siervo de Dios, luego de un proceso promovido por la Orden Jesuita ante el Vaticano. La comunidad de Rere le atribuye dones de santidad por sus profecías y milagros.

Un pueblo que se niega a ser olvidado

Rere es un pueblo que vivió épocas violentas de guerras y sublevaciones indígenas, más de una vez sufrió el asedio y la destrucción por lo que el fuerte y la ciudad fueron refundados en diversas ocasiones.

Tras el terremoto de 1960 la iglesia, uno de los últimos testimonio de su importante pasado, debió ser demolida y además, numerosas familias decidieron emigrar del pueblo.

El terremoto de 2010 dañó la mayoría de sus casas de adobe, sin embargo los vecinos lucharon por su reconstrucción. 


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Una de esas casas, la Casa Cano, fue transformada en un museo y ahora realiza actividades orientadas a mantener viva la memoria del pueblo, tanto entre sus habitantes como en la región.

Familias antiguas de Rere intentan mantener viva su historia, reconstruyendo su árbol genealógico e incluso fundando corporaciones para beneficiar al pueblo.

Es imposible pretender contar todo acerca de Rere, su valor sólo se puede conocer y comprender visitando el lugar, conversando con su gente y observando su arquitectura y entorno. La invitación está hecha, pues como dice el historiador Armando Cartes Montory, “la historia casi mítica de Rere nunca terminará de contarse. Por eso hay que comenzar pronto”.

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