martes, 25 de agosto de 2015

Miles de personas piden en la calle repetir las elecciones en Tucumán

UNOS COMICIOS CLAVE EN ARGENTINA »

El Gobierno provincial reprime con gases lacrimógenos una inédita manifestación frente a la sede del Ejecutivo pero la gente decide quedarse horas para reclamar otros comicios

CARLOS E. CUÉ Buenos Aires 25 AGO 2015 - 06:26 CEST


Tucumán se ha convertido en el epicentro de la campaña para las elecciones argentinas con una imagen inédita en este país: miles de manifestantes concentrados durante horas a la puerta de la Casa de Gobierno, en la plaza de la Independencia, la principal de San Miguel de Tucumán, exigían que se repitan las elecciones ante el fraude generalizado detectado. Después de unas horas en las que iba aumentando el número de manifestantes concentrados en la plaza, con una imagen transmitida en directo por televisión a todo el país que recordaba más bien a otras protestas en regímenes no democráticos, el Gobierno de José Alperovich, que lleva 12 años en el poder con mano de hierro, decidió reprimir con dureza la protesta.

Hubo carreras, durísimas cargas policiales a caballo y a pie, gases lacrimógenos, pelotas de goma y varios heridos. En juego está la gobernación de Tucumán, una provincia que tiene un presupuesto de 3.000 millones de dólares que Alperovich y los suyos controlan a su antojo y ahora, si no se repiten las elecciones, cosa poco probable, gestionará su sucesor, Juan Manzur.

La gente, sobre todo los más jóvenes, solo se dispersó momentáneamente. No se fue muy lejos. Y poco después, en cuanto la policía dejó de reprimir presionada por las imágenes durísimas que se difundían por toda Argentina, volvieron a la plaza. A medianoche los concentrados no hacían más que crecer y algunos se animaban a subir las escaleras de la Casa de Gobierno en un ambiente de enorme tensión que solo se calmó ligeramente cuando una senadora de la oposición hizo de mediadora con la policía, calmó a los más exaltados y entró al palacio para entrevistarse con los cuatro detenidos por las protestas.

A medianoche los concentrados no hacían más que crecer y algunos se animaban a subir las escaleras de la Casa de Gobierno en un ambiente de enorme tensión

El asunto de la represión policial, habitual y casi asumida en otros países, es especialmente sensible en Argentina desde 2001, cuando el presidente Fernando De la Rúa tuvo que abandonar en helicópero la Casa Rosada (sede del Gobierno) después de una feroz represión que acabó con 28 muertos. Desde entonces, es casi tabú. Los Kirchner han dado órdenes expresas a la policía para que no reprima nunca a los manifestantes salvo casos muy extremos. Eso hace que en Buenos Aires sean muy frecuentes desde hace años los cortes imprevistos de arterias clave por pequeños grupos de manifestantes que nunca son reprimidos. Las imágenes de Tucumán, especialmente duras y que se difundían en twitter bajo el hashtag #tucumanazo -una referencia al cordobazo, una lucha en Córdoba en 1969 que marcó el principio del fin de la dictadura de Onganía- contrastan con esta orden de no reprimir las protestas de la que siempre ha presumido el kirchnerismo.

Algunos manifestantes se movieron desde la plaza principal hasta la casa del futuro gobernador si no se repiten los comicios -algo muy poco probable- Juan Manzur, defendida por la policía. La noche se presumía muy larga en Tucumán, que pese a ser la provincia más pequeña del país –aunque es la quinta más poblada- va camino de convertirse en un hito de la campaña electoral que superará incluso el impacto de las inundaciones en Buenos Aires que han perjudicado la imagen de Daniel Scioli.

Aunque parezca una contradicción, la victoria de su formación en Tucumán. por 14 puntos según el escrutinio provisional, puede salirle muy cara a Scioli. Las imágenes de irregularidades, con más de 40 urnas quemadas durante el recuento porque los resultados no eran los esperados, miles de coches pagados por los candidatos para llevar a los ciudadanos de los barrios más humildes a votar con regalos de bolsas de comida como agradecimiento, y sobre todo la represión de la protesta al día siguiente pueden perjudicar gravemente la imagen de Scioli, que busca una campaña muy tranquila en la que logre ampliar votos por el centro.

Scioli ha tratado de reducir la importancia de las irregularidades y el Gobierno insiste en que solo se quemaron unas pocas urnas, menos del 1% del total. El candidato kirchnerista ha pedido al líder de la oposición, Mauricio Macri, que acepte la derrota por 14 puntos que detecta el escrutinio provisional. Pero la oposición reclama que se repitan las elecciones ante el cúmulo de irregularidades y no reconoce el resultado.

Macri tiene muy difícil su victoria el 25 de octubre y mucho más si tiene tan pocos votos en el norte pobre de Argentina, pero tendrá más opciones si logra polarizar y movilizar a millones de argentinos a votar contra el kirchnerismo y contra imágenes como las que se han visto en Tucumán, que difícilmente dejarán indiferente a millones de ciudadanos en un país donde son habituales las polémicas en las elecciones pero nunca al nivel de Tucumán y menos con miles de manifestantes en la plaza que no reconocen el resultado.

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