REUTERS - París / Roma - 16/11/2011
Las diferencias sobre el papel que tendría que tener el Banco Central Europeo (BCE) en la crisis de deuda está erosionando la alianza entre Francia y Alemania, los pesos pesados de Europa. El origen de este distanciamiento está en la falta de acuerdo sobre si la autoridad monetaria del euro debería reforzar su implicación, tal y como defiende ahora París, para atajar la desconfianza sobre la eurozona, lo que siempre ha topado con el rechazo de Berlín. En los mercados, sus modestas compras de bonos de los países bajo sospecha no logran reducir el nerviosismo.
Ante el aumento de los costes de financiación, la subida de su prima de riesgo y el riesgo de acabar perdiendo su calificación crediticia AAA -una especie de matrícula de honor de la solvencia-, Francia ha modificado tímidamente su posición a favor de una acción más contundente del BCE. Con ello, el Gobierno de Nicolas Sarkozy, pendiente de la reelección y cuestionado desde el interior del país por la cesión de influencia en la UE a favor de Berlín, se suma a la creciente presión global encabezada por el presidente estadounidense, Barack Obama, para optar por esta vía.
El contagio en el mercado de bonos se está extendiendo. El rendimiento del bono italiano a diez años ha subido por encima del 7%, un nivel insostenible en el largo plazo. El rendimiento de los bonos emitidos por Francia, Holanda y Austria - que junto con Alemania forman el corazón de la eurozona y que cuentan a su vez con triple A- también ha ido subiendo. Hasta la fecha, la alizana franco-alemana ha marcado el paso a seguir en la UE.
"El papel del BCE es asegurar la estabilidad del euro, pero también la estabilidad financiera de Europa. Confiamos en que el BCE tome las medidas necesarias para asegurar la estabilidad financiera en Europa", ha dicho desde París la portavoz gubernamental Valerie Pecresse tras una reunión del gabinete de Sarkozy. Pecresse ha añadido que su Ejecutivo cree que "no está justificada" la prima de riesgo que se demandaba a los inversores por mantener deuda pública francesa con respecto al tradicionalmente activo refugio de la deuda alemana. De hecho, el diferencial entre el bono francés a diez años y el equivalente alemán subió el miércoles a una cifra récord de 193 puntos básicos.
Sin embargo, la canciller alemana Angela Merkel ha dejado claro que Berlín resistiría la presión para que el banco central asuma un papel mayor para resolver la crisis de deuda, diciendo que las normas de la Unión Europea prohibían acciones de ese tipo. "Según los tratados, el BCE no tiene la posibilidad de resolver estos problemas", ha reiterado tras conversaciones con el primer ministro irlandés, Enda Kenny. En opinión de la canciller, la única forma de recuperar la confianza de los mercados era aplicar las reformas económicas acordadas y construir una unión política europea más estrecha cambiando el Tratado de la UE.
Los responsables de la política monetaria del BCE continúan rechazando las peticiones internacionales de intervenir decididamente como último garante del crédito en Europa, subrayando que corresponde a los Gobiernos resolver la crisis de deuda a través de medidas de austeridad y reformas.
Obama, en una visita en Australia, caldeó aún más los ánimos al pedir que Europa debía actuar de forma más drástica. "Hasta que pongamos en marcha un plan concreto y una estructura que envíe una señal clara a los mercados de que Europa está detrás del euro y hará lo que se necesite, vamos a continuar viendo el tipo de revuelo en los mercados que estamos viendo", ha dicho esta madrugada.
Obama ha añadido que aunque ha habido progresos con la formación de gobiernos de unidad en Italia y Grecia, Europa aún afrontaba un "programa de voluntad política". "Vamos a seguir recomendando a los dirigentes europeos las opiniones que pensamos que llevaran al umbral en el que los mercados se calmarán. Va a exigir algunas decisiones difíciles por su parte", ha insistido.
También desde Italia, país que hoy por hoy concentra las mayores dudas pese al cambio de Gobierno y la llegada del economista Mario Monti, surgen voces a favor de una mayor implicación del organismo presidido por el italiano Mario Draghi. El consejero delegado de Unicredit, Federico Ghizzoni, ha avanzado que pedirá al BCE que incremente el acceso a los fondos del banco central a los bancos italianos, que han afrontado crecientes problemas de financiación desde que Italia se vio atrapada por la crisis de deuda en julio.
Los bancos de la zona euro afrontan cada vez más dificultades para obtener financiación en dólares, y aunque la presión no llega a ser tan fuerte como durante la crisis de 2008, ha continuado creciendo pese a los pasos del BCE para proporcionar liquidez ilimitada a los bancos. "Los mercados claramente están esperando algo que rompa el circuito para aliviar la presión en el rendimiento de los bonos periféricos", ha explicado David Scutt, operador del Arab Bank Australia en Sídney. "Si no hay anuncios en los próximos días, uno sospecha que la situación podría a desmoronarse bastante rápidamente", ha añadido.
Muchos analistas creen que la única forma de evitar el contagio por ahora es que el banco central compre gran cantidad de bonos. El BCE ha comprado 187.000 millones de euros en bonos estatales desde mayo de 2010 pero ha "esterilizado" hasta ahora todas las compras tomando la cantidad equivalente en el mercado de depósitos. Una opción sería frenar esas compras de depósitos.
Las diferencias sobre el papel que tendría que tener el Banco Central Europeo (BCE) en la crisis de deuda está erosionando la alianza entre Francia y Alemania, los pesos pesados de Europa. El origen de este distanciamiento está en la falta de acuerdo sobre si la autoridad monetaria del euro debería reforzar su implicación, tal y como defiende ahora París, para atajar la desconfianza sobre la eurozona, lo que siempre ha topado con el rechazo de Berlín. En los mercados, sus modestas compras de bonos de los países bajo sospecha no logran reducir el nerviosismo.
Ante el aumento de los costes de financiación, la subida de su prima de riesgo y el riesgo de acabar perdiendo su calificación crediticia AAA -una especie de matrícula de honor de la solvencia-, Francia ha modificado tímidamente su posición a favor de una acción más contundente del BCE. Con ello, el Gobierno de Nicolas Sarkozy, pendiente de la reelección y cuestionado desde el interior del país por la cesión de influencia en la UE a favor de Berlín, se suma a la creciente presión global encabezada por el presidente estadounidense, Barack Obama, para optar por esta vía.
El contagio en el mercado de bonos se está extendiendo. El rendimiento del bono italiano a diez años ha subido por encima del 7%, un nivel insostenible en el largo plazo. El rendimiento de los bonos emitidos por Francia, Holanda y Austria - que junto con Alemania forman el corazón de la eurozona y que cuentan a su vez con triple A- también ha ido subiendo. Hasta la fecha, la alizana franco-alemana ha marcado el paso a seguir en la UE.
"El papel del BCE es asegurar la estabilidad del euro, pero también la estabilidad financiera de Europa. Confiamos en que el BCE tome las medidas necesarias para asegurar la estabilidad financiera en Europa", ha dicho desde París la portavoz gubernamental Valerie Pecresse tras una reunión del gabinete de Sarkozy. Pecresse ha añadido que su Ejecutivo cree que "no está justificada" la prima de riesgo que se demandaba a los inversores por mantener deuda pública francesa con respecto al tradicionalmente activo refugio de la deuda alemana. De hecho, el diferencial entre el bono francés a diez años y el equivalente alemán subió el miércoles a una cifra récord de 193 puntos básicos.
Sin embargo, la canciller alemana Angela Merkel ha dejado claro que Berlín resistiría la presión para que el banco central asuma un papel mayor para resolver la crisis de deuda, diciendo que las normas de la Unión Europea prohibían acciones de ese tipo. "Según los tratados, el BCE no tiene la posibilidad de resolver estos problemas", ha reiterado tras conversaciones con el primer ministro irlandés, Enda Kenny. En opinión de la canciller, la única forma de recuperar la confianza de los mercados era aplicar las reformas económicas acordadas y construir una unión política europea más estrecha cambiando el Tratado de la UE.
Los responsables de la política monetaria del BCE continúan rechazando las peticiones internacionales de intervenir decididamente como último garante del crédito en Europa, subrayando que corresponde a los Gobiernos resolver la crisis de deuda a través de medidas de austeridad y reformas.
Obama, en una visita en Australia, caldeó aún más los ánimos al pedir que Europa debía actuar de forma más drástica. "Hasta que pongamos en marcha un plan concreto y una estructura que envíe una señal clara a los mercados de que Europa está detrás del euro y hará lo que se necesite, vamos a continuar viendo el tipo de revuelo en los mercados que estamos viendo", ha dicho esta madrugada.
Obama ha añadido que aunque ha habido progresos con la formación de gobiernos de unidad en Italia y Grecia, Europa aún afrontaba un "programa de voluntad política". "Vamos a seguir recomendando a los dirigentes europeos las opiniones que pensamos que llevaran al umbral en el que los mercados se calmarán. Va a exigir algunas decisiones difíciles por su parte", ha insistido.
También desde Italia, país que hoy por hoy concentra las mayores dudas pese al cambio de Gobierno y la llegada del economista Mario Monti, surgen voces a favor de una mayor implicación del organismo presidido por el italiano Mario Draghi. El consejero delegado de Unicredit, Federico Ghizzoni, ha avanzado que pedirá al BCE que incremente el acceso a los fondos del banco central a los bancos italianos, que han afrontado crecientes problemas de financiación desde que Italia se vio atrapada por la crisis de deuda en julio.
Los bancos de la zona euro afrontan cada vez más dificultades para obtener financiación en dólares, y aunque la presión no llega a ser tan fuerte como durante la crisis de 2008, ha continuado creciendo pese a los pasos del BCE para proporcionar liquidez ilimitada a los bancos. "Los mercados claramente están esperando algo que rompa el circuito para aliviar la presión en el rendimiento de los bonos periféricos", ha explicado David Scutt, operador del Arab Bank Australia en Sídney. "Si no hay anuncios en los próximos días, uno sospecha que la situación podría a desmoronarse bastante rápidamente", ha añadido.
Muchos analistas creen que la única forma de evitar el contagio por ahora es que el banco central compre gran cantidad de bonos. El BCE ha comprado 187.000 millones de euros en bonos estatales desde mayo de 2010 pero ha "esterilizado" hasta ahora todas las compras tomando la cantidad equivalente en el mercado de depósitos. Una opción sería frenar esas compras de depósitos.
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