lunes, 5 de noviembre de 2012

Putin reaparece en la Plaza Roja sin cojear y doblando la espalda en una ofrenda floral

EFE Trata así de disipar las incertidumbres sobre una supuesta lesión en la columna vertebral

RAFAEL MAÑUECO / CORRESPONSAL EN MOSCÚ - Día 05/11/2012 - 10.20h

En medio de una ola de rumores sobre una supuesta lesión en su columna vertebral, el presidente ruso, Vladímir Putin, reapareció ayer en la Plaza Roja para hacer una ofrenda floral ante el monumento a Kuzmá Minin y Dmitri Pozharski, héroes que organizaron la resistencia contra los polacos en 1612 y consiguieron expulsarlos de Moscú.

En compañía del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, Kiril, Putin llegó sin cojear y depositó las flores en la base de la estatua, situada junto a la catedral de San Basilio. Mostró así que podía doblar la espalda sin problemas. A continuación conversó allí mismo con dirigentes de “Nashi” (los nuestros), “Guardia Joven” y otras organizaciones juveniles afines al Kremlin y de corte patriótico.

El jefe del Estado se trasladó a continuación al Kremlin, a la recepción ofrecida con motivo del Día de la Unidad Popular, que conmemora precisamente aquella gloriosa fecha, hace justo 400 años, cuando el pueblo de Moscú en armas venció a las tropas polacas. Esta fiesta fue restablecida en 2005, tras la eliminación de Día de la Revolución de Octubre, y aquella gesta conducida por Minin y Pozharski se presentó como un ejemplo de cómo la unidad de todas las clases sociales y etnias presentes en Rusia lograron asestar un duro golpe a los invasores.

Sin embargo, los ultras entienden la efeméride de forma muy distinta. Cada 4 de noviembre se manifiestan en lo que denominan la “marcha rusa”, en reivindicación de un mayor predominio de los rusos sobre el resto de las nacionalidades que constituyen la Federación Rusa. Pretenden incluso que la Constitución del país incluya una mención de la etnia rusa como “articuladora” del Estado.

La marcha de ayer discurrió por el centro de la capital rusa, tras varios años teniendo lugar en barrios periféricos, y terminó con un mitin frente al parque Gorki. Al igual que la oposición liberal viene haciendo desde hace más de un año, los ultras rusos exigieron la dimisión de Putin, contra quien corearon consignas llamándole “ladrón” y “sinvergüenza”. Se escucharon también gritos de apoyo al terrorista noruego, Anders Breivik.

El hecho de que muchos llevaran esvásticas y el rostro oculto con pasamontañas no provocó la intervención de la Policía, salvo para detener a unos pocos que se enzarzaron en una pelea. En las recientes manifestaciones organizadas por el bloguero anticorrupción, Alexéi Navalni, el ex campeón de ajedrez, Gari Kaspárov, o el ex ministro, Borís Nemtsov, el uso de antifaz supone el arresto inmediato.

Así lo denunciaron varios activistas defensores de los derechos humanos y la respuesta de Alexánder Belov, líder de un frente contra los inmigrantes y organizador de la concentración de ayer, fue que la gente utiliza la máscara para “evitar el contagio de la gripe y protegerse contra el frío”. Tras varios días con una temperatura en torno a los cero grados, ayer precisamente subió hasta los nueve.

Las organizaciones antifascistas se quejaron de la inacción policial ante el contenido extremista y xenófobo de muchas pancartas. Belov dijo ante sus seguidores que “hoy somos 20.000, pero pronto seremos 100.000 y después un millón (...) y entonces echaremos a Putin del Kremlin”. La Policía, sin embargo, cifró en unos 6.000 las personas que acudieron a la manifestación.

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