viernes, 30 de noviembre de 2012

Svieta de Ivánovo, la antítesis de Pussy Riot

La sociedad rusa se divide entre una joven provinciana premiada por Putin y las irreverentes rockeras encarceladas

RAFAEL M. MAÑUECO / CORRESPONSAL EN MOSCÚ
Día 30/11/2012 - 03.30h

Para contrarrestar la ola de irritación surgida tanto fuera como dentro de Rusia por la sentencia de cárcel contra tres componentes del grupo punk ruso Pussy Riot, por pedir a la Virgen María en la catedral de Moscú que echara del poder al presidente Vladímir Putin, el Kremlin tenía que crear un contrapeso con fuerza mediática.

La exuberante y robusta Svetlana Kúritsina, que cumplió 20 años en julio y procede de una familia modesta, vino como anillo al dedo a los propósitos del régimen. La joven provinciana es militante de “Nashi” (los nuestros), la sección juvenil del partido de Putin. Protagonizó en diciembre del año pasado un vídeo que fue visto en pocas horas enYoutube por millones de internautas. Dijo en una estación de metro ante las cámaras que la formación creada por el jefe del Estado, Rusia Unida, había cosechado “grandes logros”.

Estaban en plena efervescencia las protestas callejeras contra la fraudulenta victoria en las legislativas de Rusia Unida precisamente. Svieta, forma familiar de Svetlana, junto con otros jóvenes de “Nashi”, acudió a Moscú, justo tras los comicios, a un acto en apoyo de Putin y el reportero Evgueni Gladin la filmó en una entrevista.

A la pregunta sobre el porqué de tal respaldo al partido del Kremlin, ella, con carita de ingenua, enumeró lo que consideraba logros indiscutibles de Rusia Unida y afirmó textualmente que “ahora estamos más mejor”. Una de esas consecuciones, a juicio de Kúritsina, es la agricultura, pero Gladin le pidió que fuera más precisa y no fue capaz de responder convincentemente. Al final aseguró que “en Rusia no hay problemas con el empleo ni con la vivienda”.

Salto a la fama

El vídeo en Youtube la hizo famosa, pero el caudal de críticas en los comentarios fue demoledor. La despellejaron por cometer errores gramaticales “inadmisibles”, por no saber de lo que hablaba, por “oportunista, trepa y pelota con el poder” y por “mentir” al sugerir que hay trabajo y pisos para todos. La tacharon además de “vulgar” y “tonta profunda”, empleando contra ella un viejo aserto machista ruso que asegura que “la mujer tiene el cerebro del tamaño de una gallina”. La raíz de su apellido, Kúritsina, proviene precisamente del nombre de ese ave de corral.

La polémica estaba servida. Pero rompieron lanzas en su favor no sólo las feministas y algunos intelectuales sino nada menos que Putin, que la sacó de la ciudad de Ivánovo, un enclave textil venido a menos a unos 250 kilómetros al este de Moscú, y se la llevó a la esplendorosa capitalpara ponerla al frente de un talk-show en el canal de televisión NTV.

La bautizaron con el pseudónimo de “Svieta de Ivánovo” y su programa, lanzado en julio, se llama “Luch Svieta”, frase que tiene un doble sentido al significar también “Rayo de luz”, como la película de Marisol de 1960. En un estilo directo y con grandes dosis de comicidad, Svetlana ha entrevistado a muchos artistas y al político ruso, Vladímir Yirinovski, aunque ha tenido que soportar a veces comentarios sexistas sobre el tamaño de sus pechos.

Su espacio es ya líder de audiencia y ella misma se ha convertido en la antitesis de Pussy Riot. Para el poder y una gran parte de la sociedad rusa, Svetlana es el paradigma de lo correcto, de lo que debe ser una juventud que trata de superarse en medio de la adversidad en muchas regiones de Rusia degradadas y empobrecidas.

Las rockeras moscovitas, sin embargo, son el mal ejemplo por antonomasia. Son jóvenes acostumbradas a la prosperidad de una gran ciudad como Moscú y encima inconformistas, extravagantes e irrespetuosas con la tradición religiosa. Por eso, consideran sus detractores, merecen estar en la cárcel.

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