La multitud recibe al presidente palestino en Ramala con honores de héroe
ANA CARBAJOSA Jerusalén 2 DIC 2012 - 17:55 CET
El Gobierno israelí quiere dejar claro que el abrumador reconocimiento de la comunidad internacional a los palestinos en la ONU no va a salirles gratis. A la aprobación el viernes de miles de viviendas en territorio ocupado, se le añade añora una sanción económica a los palestinos. Israel ha decidido confiscar cerca de 92 millones de euros, correspondientes a la cuota mensual que transfiere a los palestinos en concepto de impuestos recaudados y que el Gobierno de Ramala utiliza para pagar salarios de los funcionarios. Esta suma resulta crucial para el funcionamiento de la débil economía palestina.
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El Ejecutivo de Benjamín Netanyahu ha detallado que utilizará parte del dinero confiscado para pagar la deuda que la Autoridad Palestina tiene con la compañía eléctrica israelí. La transferencia mensual de impuestos forma parte de los llamados Acuerdos de París, los que regulan las relaciones económicas entre Israel y la Autoridad Palestina. El año pasado, con motivo del ingreso de los palestinos en Unesco, la organización para la Educación y la cultura de Naciones Unidas, Israel ya cortó estas transferencias; que luego sin embargo reanudó días más tarde.
El nuevo castigo no ha provocado sin embargo exaltadas reacciones por parte de los palestinos, que por un lado dicen que ya contaban con que habría represalias, pero sobre todo, porque andan embriagados tras su triunfo diplomático. El presidente palestino, Mahmud Abbas, llegó el domingo a Ramala, donde la multitud le recibió con honores de héroe nacional. “Ahora somos un Estado”, dijo Abbas a los miles de palestinos que acudieron a recibir al rais junto a la Muqata, el palacio presidencial, según recoge la agencia palestina de noticias Maan. “El mundo está con nosotros y la historia está con nosotros. Dios está con nosotros y el futuro es nuestro”, continuó Abbas.
Representa hasta el 50% del exiguo presupuesto del Gobierno palestino
El presidente palestino no ha anunciado todavía cuál serán los próximos pasos tras lograr el reconocimiento implícito y no vinculante del estatus de Estado de los palestinos ante la ONU. Los dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina han explicado en los últimos días, que en función del clima político decidirán cuándo y a qué organizaciones dependientes de la ONU solicitarán el ingreso. El paso más importante y el que más teme Israel es que los palestinos pasen a formar parte de la Corte Penal Internacional, organismo ante el que dicen, podrían denunciar supuestos crímenes de guerra israelíes.
Mientras, al otro lado de la línea verde, en Israel, los ministros se reunían como cada domingo. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, se dirigió a ellos con un tono desafiante, con el que anunció que Israel piensa hacer caso omiso a las advertencias que vengan de fuera, incluidas las procedentes de Washington. “La respuesta al ataque al sionismo y al Estado de Israel debe reforzar y enfatizar la implementación del plan de asentamientos en todas las zonas en las que decida el Gobierno”, dijo parafraseando al ex primer ministro israelí Isaac Rabin.
Los israelíes anunciaron que comenzarán a mapear E-1, una zona a las afueras de Jerusalén
Por si había quedado lugar a dudas añadió: “Hoy estamos construyendo y seguiremos construyendo en Jerusalén y en todas las zonas que sobre el mapa resultan estratégicas para los intereses del Estado de Israel”. El viernes, tras conocerse los planes israelíes para acelerar la expansión de las colonias, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que consideró contraproducente la decisión. Además de incrementar en 3.000 el número de viviendas en territorio ocupado, los israelíes anunciaron que comenzarán a mapear E-1, una zona a las afueras de Jerusalén, que de construirse, cortaría la continuidad territorial entre el norte y el sur de Cisjordania.
Es decir, una decisión que de facto supondría la muerte de la llamada solución de los dos Estados, que incluye la creación de uno palestino. Washington se opone frontalmente a cualquier tipo de desarrollo urbanístico israelí en esta zona. El desafío se produce a siete semanas de las elecciones generales y en un momento de reordenación total del mapa político israelí. Las principales formaciones han celebrado primarias. En las del Likud, el partido de Netanyahu ha triunfado por goleada el ala más dura y los militantes han colocado en los primeros puestos de la lista a políticos defensores de la colonización en los territorios.
El primer ministro israelí parece haber tomado nota rápidamente de por dónde respiran los votantes de su partido. Mientras, Ehud Barak, actual ministro de Defensa y el gran aliado de Netanyahu a la hora de considerar a Teherán la gran amenaza existencial, ha anunciado que abandona la política. La gran novedad ha venido sin embargo de la mano de Tzipi Livni, antigua titular de Exteriores, que ha decidido formar un nuevo partido, al que ha arrastrado a algunos dirigentes del centrista Kadima. Ha convencido también al carismático líder laborista Amram Mitzna, cuya prioridad política pasa por alcanzar un acuerdo con los palestinos. La resaca de la aprobación en la ONU de la resolución que elevó el estatus palestino al de Estado observador no miembro no sólo ha evidenciado el creciente aislamiento del actual Ejecutivo israelí.
En clave interna, la oposición política ha culpado a Netanyahu del resultado: 138 votos a favor de los palestinos y nueve en contra. Hasta la semana pasada, los sondeos daban sin embargo como claro favorita a la alianza del partido de Netanyahu con el del utlranacionalista Avigdor Leiberman.
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