jueves, 14 de marzo de 2013

El exceso de celo provoca la dimisión de la jefa de la «policía lingüística» de Québec

AFP
Imagen de archivo de una pastelería en Quebec

Un inspector de la Oficina de la Lengua de la provincia francófona quiso multar a un conocido restaurante italiano por poner pasta y no «pâtes» en el menú

BORJA BERGARECHE / CORRESPONSAL EN LONDRES
Día 14/03/2013 - 12.23h

La responsable de la Oficina de la Lengua Francesa de Québec, la provincia francófona de Canadá, presentó su dimisión la semana pasada tras el sonrojo internacional generado por un criticado exceso de celo de uno de sus inspectores. El dueño de un conocido restaurante italiano de Montreal denunció el 19 de febrero haber recibido una carta de la llamada «policía lingüística» en la que le exigían sustituir términos de sus menús en italiano como «pasta» o «bottiglia» por sus equivalentes en francés, «pâtes» y «bouteille» (por botella). Los inspectores de la oficina lingüística visitaron el Buonanotte el día de San Valentín, y con su afán administrativo -similar al que se encuentra en algunas regiones españolas- terminaron por generar undesastre de imagen para Québec.

Según datos de una consultora de relaciones públicas canadiense, la noticia recibió 60 veces más referencias en la prensa internacional que la reciente gira de la primera ministra de la región, la nacionalista Pauline Marois, para fomentar la inversión extranjera. El caso, además, sacó a la luz excesos similares, como el de un local de «fisch&chips» a quien los guardianes de la francofonía canadiense exigieron cambiarlo por el equivalente en francés a «pescado&patatas fritas». Los inspectores no atendieron al argumento del propietario de que modificar su cartel por el «poisson frits et frittes» exigido atraería mucha menos clientela a su negocio. El bautizado como «pastagate», percibido ya como un ridículo en el gobierno regional, ha terminado por costarle el puesto a Louise Marchand, directora de la Oficina de la Lengua Francesa de Québec, el organismo público creado hace más de 50 años para velar por la «normalización lingüística» en la provincia francófona de Canadá y «combatir los anglicismos».

En el anuncio de la renuncia de la jefa de la «gendarmería lingüística», la ministra responsable anunció una revisión de sus inspecciones y reconoció un «exceso de celo» en el funcionario responsable que «no es bueno ni para los francófonos ni para los anglófonos». La Carta de la Lengua Francesa de 1977, que obliga a rotular en el idioma del pobre Molière señales y menús, y también envases e instrucciones, recoge varias excepciones a la obligación general de empleo del francés. Una flexibilidad que no aplicó otro inspector cuando recibió, en 2004, una picante encomienda profesional. Debía visitar un conocida “sex-shop” (¿tienda de sexo?) llamada Boutique Séduction (tienda seducción, en castellano) y verificar que uno de sus productos, un anillo que se coloca en el sexo del hombre para incrementar el placer de la mujer, cumplía con las obligaciones legales. El disciplinado funcionario descubrió que tanto el envase como las recomendaciones de seguridad en su uso estaban en inglés, y abrió un expediente al estupefacto propietario, según recuerda «The National Post», el diario anglófono de Toronto.

El conocido juguete sexual

Este se ofreció a traducir algunas de las etiquetas con las que se vendía este conocido juguete sexual, que muchos hombres utilizan para intensificar sus sensaciones. Pero no fue suficiente. El funcionario volvió hasta tres veces, y regresó de nuevo un año después. Comprobó que el inglés seguía prevaleciendo sobre el francés, así que el expediente terminó en un proceso judicial y una multa de 500 dólares. El dueño del «sex-shop» recurrió la decisión y explicó que no existía un producto equivalente etiquetado en Francés, que en Francia o Alemania se vendía con normalidad el artilugio rotulado en inglés, y que solo vendía unos 16 al año. El caso se alargó hasta que, en 2011, el Tribunal Supremo ordenó repetir el juicio inicial. Años de recursos judiciales y administrativos por un artículo sexual disfrutado, como mucho –y si todo va bien- por 32 personas al año.

La Oficina de la Lengua tramita unas 3.000-4.000 quejas cada año por incumplimiento de las leyes que buscan extender el francés en la Administración, el comercio y la Educación. La gran mayoría se resuelven sin sanciones, pero casos como la multa a Boutique Séduction han llevado a caracterizar sus actividades, sobre todo entre la prensa estadounidense, como de «policía lingüística». En Québec el 78.9% de la población tiene el francés como lengua materna, el 8,3% el inglés y el 12,8% otros idiomas, según datos de 2011 contenidos en el último informe del Consejo Superior de la Lengua Francesa. Pero la presión del inglés circundante ha reducido el uso del francés en el mundo laboral, según el informe del principal organismo consultivo en materia lingüística, publicado a primeros de marzo.

Guardianes del francés

Así, el uso del primer idioma de Québec en los lugares de trabajo creció del 64 al 73% entre 1971 y 1989, para volver a bajar al 66% en 2010, según los datos oficiales. El Consejo de la Lengua se ha mostrado «preocupado por la anglicización del mundo laboral», y quiere reforzar la obligación existente de «francesizar» las empresas que tienen entre 25 y 49 empleados y las de más de 50 trabajadores, un objetivo que genera resistencias en ciertas empresas por los costes añadidos. Su estrategia de «redinamizar la política lingüística de Québec» ha encontrado eco en el gobierno del nacionalista Partido Québecois, defensor de la celebración de un referéndum de autodeterminación -que ya perdieron en 1995 por un estrecho margen, 50,58%-49,42%-. Y el parlamento «québéquois» debate reformar las leyes lingüísticas para reforzar la posición del francés. Una tarea dificultada, como recuerdan en «The Economist», por el empeño de «los guardianes del francés de expulsar las palabras extranjeras, mientras que el inglés intenta apropiárselas».

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