Por Diego Zúñiga
-¿Te acuerdas qué estabas haciendo el 11 de septiembre de 1973?
-Tenía 9 años, creo. Estaba en el patio de mi casa, en Vitacura, celebrando.
La que celebraba no era ella, en realidad. Los que celebraban eran sus padres. Ella -Patricia Rivadeneira, 49 años, actriz y gestora cultural-, entonces, no entendía mucho, pero inevitablemente el golpe de Estado se expresaba en todos los lugares. Incluso en su vida, allá en Vitacura, en el colegio de las ursulinas.
-Me acuerdo que días después volvimos al colegio y hubo compañeras que nunca más regresaron: eran las hijas de dirigentes de la UP -dice.
Se acaba de tomar un macchiato en el café del GAM. Aquí está trabajando desde hace dos meses. Aquí ha pasado buena parte de esta última estadía en Chile, ensayando el papel que la trae de vuelta al teatro chileno: Miria. Así se llamará el personaje que interpretará en Allende: Noche de septiembre, la nueva obra de Luis Barrales, dirigida por Pablo Casals (Los invasores) y protagonizada también por Rodolfo Pulgar, quien interpretará a Salvador Allende en una de las obras más esperadas en esta conmemoración de los 40 años del golpe. Una historia que transcurre durante la noche del 10 de septiembre, en la casa de Allende en Tomás Moro. Está él, algunos colaboradores, y está ella, Miria, su amante, su brazo derecho, la mujer inspirada en Miria Contreras, la Payita, la misma que interpretará Rivadeneira.
Pero no sólo es su regreso al teatro chileno, sino también es su regreso más largo al país, después de estar viviendo doce años en Italia, desde que partiera en 2001 para trabajar como agregada cultural en Roma, durante el gobierno de Ricardo Lagos.
Ahí empezó otra vida para ella: se fue con su hijo, se enamoró, se casó, decidió quedarse a vivir allá, aunque nunca dejó de venir en los veranos a Santiago. Viajes breves, eso sí, porque su vida estaba en Italia.
Pero ahora está de vuelta.
No se quedará a vivir acá. No es el plan. Pero sí quiere estar más tiempo en Chile, porque siente que aquí están pasando cosas, porque tuvo la intuición de que si no trataba de generar un vínculo más concreto, su relación con el país se iba a quebrar para siempre.
Y están los 40 años, también:
-Cuando me propusieron el papel dije que sí, entre otras cosas porque era una manera de participar en la conmemoración de los 40 años del golpe. Para mí esto es un trabajo que tiene una connotación más allá de lo teatral, es una participación política -dice.
Esa niña que hace cuatro décadas celebraba junto a su familia ahora es otra. Esta vez estará en el otro lado, con los que no tuvieron nada que celebrar.
Esto empezó hace cuatro años, cuando el director de cine Miguel Littín le contó que iba a hacer una película sobre Salvador Allende y quería que ella interpretara a la Payita. Entonces, ella empezó a investigar. Estaba en Italia, ya había terminado su trabajo como agregada cultural y era, en esos años, la secretaria cultural del Instituto Ítalo Latino Americano (IILA). El proyecto resultaba atractivo. Pensó en entrevistar a gente que la hubiera conocido, hacer un trabajo profundo de investigación, pero luego dejó de tener noticias sobre el proyecto, hasta que el director uruguayo Adrián Caetano le propuso el mismo papel y ella, al no saber muy bien qué había pasado con la película de Littín, aceptó. Y en ese momento, entonces, cuando ella ya se estaba preparando para el papel de la película, supo de la obra de teatro sobre Allende que se daría en el GAM.
Lo supo este verano. Y le dijeron que el papel de la Payita lo interpretaría Paly García (Gloria).
-¡Y a mí me dio una envidia terrible! -dice apretando los dientes y luego se ríe.
Finalmente, García no pudo aceptar el papel y, entonces, llamaron a Rivadeneira, y ella, sin dudarlo, dijo que sí.
-Conocía un poco la obra de Luis Barrales y me encanta el trabajo que está haciendo el GAM como proyecto cultural para el país, y yo quería pasar un invierno acá, así que como coincidían varias cosas acepté.
Esto fue en el verano. Regresó a Italia, ordenó un poco la vida y se vino en junio para comenzar a ensayar. En eso ha estado estos meses. Ir al GAM, encerrarse en la sala de ensayo e ir descubriendo, lentamente, la obra. Recién hace tres semanas están ensayando con el texto definitivo. Y si bien le sirvió haber investigado un poco al personaje real en el que está inspirado su papel, en Allende: Noche de septiembre se encontró con un personaje que mezcla a varias de las amantes de Allende, más allá de que se llame Miria, igual que la Payita.
-La verdad es que no pretendo acercarme a lo que fue Miria Contreras. Es una fuente de inspiración, pero no hay que olvidarse que ésta es una obra de ficción.
-¿Te acuerdas qué estabas haciendo el 11 de septiembre de 1973?
-Tenía 9 años, creo. Estaba en el patio de mi casa, en Vitacura, celebrando.
La que celebraba no era ella, en realidad. Los que celebraban eran sus padres. Ella -Patricia Rivadeneira, 49 años, actriz y gestora cultural-, entonces, no entendía mucho, pero inevitablemente el golpe de Estado se expresaba en todos los lugares. Incluso en su vida, allá en Vitacura, en el colegio de las ursulinas.
-Me acuerdo que días después volvimos al colegio y hubo compañeras que nunca más regresaron: eran las hijas de dirigentes de la UP -dice.
Se acaba de tomar un macchiato en el café del GAM. Aquí está trabajando desde hace dos meses. Aquí ha pasado buena parte de esta última estadía en Chile, ensayando el papel que la trae de vuelta al teatro chileno: Miria. Así se llamará el personaje que interpretará en Allende: Noche de septiembre, la nueva obra de Luis Barrales, dirigida por Pablo Casals (Los invasores) y protagonizada también por Rodolfo Pulgar, quien interpretará a Salvador Allende en una de las obras más esperadas en esta conmemoración de los 40 años del golpe. Una historia que transcurre durante la noche del 10 de septiembre, en la casa de Allende en Tomás Moro. Está él, algunos colaboradores, y está ella, Miria, su amante, su brazo derecho, la mujer inspirada en Miria Contreras, la Payita, la misma que interpretará Rivadeneira.
Pero no sólo es su regreso al teatro chileno, sino también es su regreso más largo al país, después de estar viviendo doce años en Italia, desde que partiera en 2001 para trabajar como agregada cultural en Roma, durante el gobierno de Ricardo Lagos.
Ahí empezó otra vida para ella: se fue con su hijo, se enamoró, se casó, decidió quedarse a vivir allá, aunque nunca dejó de venir en los veranos a Santiago. Viajes breves, eso sí, porque su vida estaba en Italia.
Pero ahora está de vuelta.
No se quedará a vivir acá. No es el plan. Pero sí quiere estar más tiempo en Chile, porque siente que aquí están pasando cosas, porque tuvo la intuición de que si no trataba de generar un vínculo más concreto, su relación con el país se iba a quebrar para siempre.
Y están los 40 años, también:
-Cuando me propusieron el papel dije que sí, entre otras cosas porque era una manera de participar en la conmemoración de los 40 años del golpe. Para mí esto es un trabajo que tiene una connotación más allá de lo teatral, es una participación política -dice.
Esa niña que hace cuatro décadas celebraba junto a su familia ahora es otra. Esta vez estará en el otro lado, con los que no tuvieron nada que celebrar.
Esto empezó hace cuatro años, cuando el director de cine Miguel Littín le contó que iba a hacer una película sobre Salvador Allende y quería que ella interpretara a la Payita. Entonces, ella empezó a investigar. Estaba en Italia, ya había terminado su trabajo como agregada cultural y era, en esos años, la secretaria cultural del Instituto Ítalo Latino Americano (IILA). El proyecto resultaba atractivo. Pensó en entrevistar a gente que la hubiera conocido, hacer un trabajo profundo de investigación, pero luego dejó de tener noticias sobre el proyecto, hasta que el director uruguayo Adrián Caetano le propuso el mismo papel y ella, al no saber muy bien qué había pasado con la película de Littín, aceptó. Y en ese momento, entonces, cuando ella ya se estaba preparando para el papel de la película, supo de la obra de teatro sobre Allende que se daría en el GAM.
Lo supo este verano. Y le dijeron que el papel de la Payita lo interpretaría Paly García (Gloria).
-¡Y a mí me dio una envidia terrible! -dice apretando los dientes y luego se ríe.
Finalmente, García no pudo aceptar el papel y, entonces, llamaron a Rivadeneira, y ella, sin dudarlo, dijo que sí.
-Conocía un poco la obra de Luis Barrales y me encanta el trabajo que está haciendo el GAM como proyecto cultural para el país, y yo quería pasar un invierno acá, así que como coincidían varias cosas acepté.
Esto fue en el verano. Regresó a Italia, ordenó un poco la vida y se vino en junio para comenzar a ensayar. En eso ha estado estos meses. Ir al GAM, encerrarse en la sala de ensayo e ir descubriendo, lentamente, la obra. Recién hace tres semanas están ensayando con el texto definitivo. Y si bien le sirvió haber investigado un poco al personaje real en el que está inspirado su papel, en Allende: Noche de septiembre se encontró con un personaje que mezcla a varias de las amantes de Allende, más allá de que se llame Miria, igual que la Payita.
-La verdad es que no pretendo acercarme a lo que fue Miria Contreras. Es una fuente de inspiración, pero no hay que olvidarse que ésta es una obra de ficción.
Y es, probablemente, dice ella, una de las obras más convencionales en las que le ha tocado actuar, aunque eso no significa que las cosas le hayan resultado más fáciles. Al contrario. Ha tenido que adaptarse a interpretar un papel en una obra donde el texto es muy significativo, pues ella había trabajado sobre todo con Vicente Ruiz, con quien hacía un teatro más cercano a la performance.
-Patricia ha sido muy generosa. Aceptó en un acto de fe, no conocía tanto nuestro trabajo. Como actriz es un gran desafío, y se ha tomado todo muy en serio -cuenta Pablo Casals.
El año pasado, eso sí, Rivadeneira ya había experimentado con lo convencional, pues actuó en Italia en La contadora de películas, la adaptación al teatro que se hizo de la novela homónima de Hernán Rivera Letelier. Esto marcó su regreso a la actuación después de mucho tiempo sin subirse a un escenario. Había terminado de trabajar en el IILA y estaba viviendo un año sabático cuando se lo propusieron. Había pasado más de una década dedicada a la gestión cultural. Había descubierto que tenía talento para eso, pero no quería olvidar su primera vocación. Esa misma que la hizo ser reconocida por distintos papeles en teleseries o películas como Caluga o menta. Una fama, eso sí, que la terminó sobrepasando. Por eso, en parte, decidió irse de Chile en 2001: porque no se podía subir al metro o ir a su bar preferido sin estar expuesta. Se fue para ser una persona anónima, y ahora que volvió se encontró con un país distinto, en el que ya no le piden autógrafos, aunque igual muchos la reconocen.
Lo que no se conoce tanto de su vida, actualmente, es su faceta como gestora cultural. En Italia hizo una carrera y ahora que está de vuelta no quiere dejar a un lado todo ese trabajo que aprendió. Allá, en el IILA, tuvo contacto con distintos artistas latinoamericanos: pintores, escritores, músicos, directores de teatro. Por eso, también, en estos meses ha aprovechado de tener conversaciones en el GAM para poder producir cosas. Este año ya consiguió su primer proyecto: ella produjo la venida del director Juan Carlos Corazza y su compañía teatral, quienes montarán Comedia y sueño. La mentira más hermosa, la primera semana de septiembre en el GAM. Además, Corazza -maestro de actores como Javier Bardem y Penélope Cruz- dará una clase magistral.
-El otro proyecto es montar el próximo año La contadora de películas -cuenta Rivadeneira. Aunque ahora sólo está concentrada en Allende: Noche de septiembre. De hecho, no sabe cuándo empezará el rodaje de la película de Caetano, por lo que sólo está enfocada en la obra, que se estrenará el 6 de septiembre y estará en cartelera hasta el 29. Sabe que el estreno ya está encima, pero ella no está nerviosa, al contrario, quiere mostrar pronto este nuevo trabajo. Y aunque el protagonista es Allende, su personaje es fundamental.
Luis Barrales la describe así:
-Es medio combativa, está muy presente durante la obra. Es fundamental en el desarrollo dramático de la historia, y, al final, responsable de las decisiones que debe tomar Allende. Es políticamente aguda y éticamente férrea.
Con esa misma intensidad, Rivadeneira se refiere a su personaje:
-A mí me interesa su figura porque las amantes de los poderosos, en el imaginario del mundo, siempre han sido prohibidas. Y, como en el caso de Allende, cuando el personaje no ha muerto hace tantos años, siempre se trata de ocultar a estas figuras. Aquí, por ejemplo, se ha intentado minimizar, hacer desaparecer a la Payita, y en eso ella fue muy discreta. O sea, se hizo a un lado. Ella no quería ningún rol ni protagonismo. O sea, era una relación vox pópuli, a la que ella habría podido sacarle provecho, era su secretaria personal, pero no lo hizo, y eso la convierte en un personaje de una dignidad enorme.
Rivadeneira sabe, eso sí, que será inevitable generar incomodidad en algunas personas con la obra. Porque no aspiran a ser políticamente correctos. Porque quieren entrar en una zona desconocida, que tiene que ver con la intimidad de esa víspera del golpe.
-En esta ficción teatral hay licencias para poder imaginar y ver a un Allende, por ejemplo, mucho más humano que esta carne de estatua en que lo hemos convertido, en esta chapita, en esta consigna. La idea es sacarlos a todos de ahí y ver a estos seres humanos en sus propios dramas. Y también hacer una reflexión política sobre el hoy y el ayer.
Este juego entre el pasado y el presente estará dado por ciertos quiebres, tanto de escenas y diálogos, en los que los personajes hablarán o emitirán juicios, pero como si estuvieran en el 2013. Es la forma en que Allende: Noche de septiembre quiere plantear una reflexión que pueda unir aquel pasado con lo que ocurre hoy.
-Yo sé que hay, porque ya me han comentado, mucho escozor con la presencia de la Paya en la obra, pero francamente encuentro que lo mínimo que se puede hacer es rescatarla. Allende era así, un hombre que amaba a las mujeres, y eso era parte de su encanto. No era un donjuán, pero sí ponía mucho corazón en sus relaciones y en todo lo que hacía.


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