viernes, 23 de agosto de 2013

La aguerrida defensa de Bo Xilai en su juicio agrava la lucha de poder en China

REUTERS
Bo Xilai junto a su mujer Gu Kailai

La segunda sesión de la vista oral dilucida si abusó de su poder obstruyendo la investigación del crimen cometido por su mujer

PABLO M. DÍEZ @PABLODIEZ_ABC / CORRESPONSAL EN PEKÍN - Día 23/08/2013 - 15.03h


En un régimen donde todo está tan milimétricamente calculado como el chino, se suponía que el juicio por corrupción a Bo Xilaiiba a servir para cerrar la lucha de poder desatada tras su caída en desgracia, pero es probable que esté agravando la división interna en el Partido Comunista. Tras la encendida y sorprendente defensa protagonizada ayer por el acusado, la vista oral continúa este viernes en Jinan, capital de la provincia oriental de Shandong.

Pasadas las ocho de la mañana (dos de la madrugada, hora peninsular española), el convoy que conducía a Bo Xilai llegó al Tribunal Popular Intermedio para comenzar la segunda sesión del juicio. Tras negar ayer con contundencia que hubiera aceptado los sobornos que le imputa el fiscal, el exsecretario del Partido Comunista en la megalópolis de Chongqing y antiguo miembro del poderoso Comité Central se enfrenta a dos cargos más.

El primero es la presunta malversación de cinco millones de yuanes (621.000 euros) en un proyecto público de construcción, pero el que parece más grave es el segundo. Según explicó el portavoz del tribunal,Liu Yanjie, Bo Xilai abusó de su poder para bloquear la investigación del crimen cometido por su esposa, quien el año pasado fue condenada a muerte – pero con una sentencia suspendida – por envenenar en noviembre de 2011 a Neil Heywood, el socio británico que les ayudaba a evadir su fortuna.

Así lo desveló su antigua mano derecha y jefe de Policía en Chongqing,Wang Lijun, cuando, al descubrir el crimen, temió por su vida y huyó en febrero del año pasado al Consulado de Estados Unidos en la vecina ciudad de Chengdu, donde tiró de la manta al destapar el mayor escándalo de corrupción que ha sacudido al régimen chino en las últimas décadas. Condenado en septiembre a 15 años de prisión por intento de deserción, abuso de poder y corrupción, Wang Lijun debería ser el principal testigo contra Bo Xilai en esta segunda jornada de la vista oral.

Además, este viernes se ha proyectado un vídeo con el testimonio de Gu Kailai, la esposa del rutilante político chino que ayer corroboró, en una declaración escrita, las acusaciones de soborno al asegurar que en su casa había bolsas llenas de dinero. Cuando en la sala se leyó dicha declaración, Bo Xilai aseguró que era «ridícula» y «risible» y la atribuyó a los «problemas mentales» que sufre su mujer.

«Estoy sorprendido de que Bo Xilai se haya saltado el guión previsto negando los cargos por corrupción, lo que demuestra que la lucha de poder es más profunda de lo que parecía y sume al Partido Comunista en el caos», explicó a ABC Lai I-Chung, director de Estudios de Política Extranjera del Taiwán Thinktank. En su opinión, «la acusación no ha sido muy sólida porque, en comparación con otros casos, las cantidades de dinero que se barajan no son demasiado elevadas, lo que ha provocado que Bo Xilai fortaleciera su defensa».
La lujosa vida de la «aristocracia roja»

Según el fiscal, Bo Xilai aceptó dos sobornos por valor de 21,8 millones de yuanes (2,67 millones de euros) que recibió a través de su mujer y su hijo, Bo Guagua, quien sigue estudiando Derecho en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y ayer fue citado por primera vez en el caso. Uno de ellos fue pagado por Xu Ming, un empresario amigo de la familia propietario del grupo Dalian Shide, y el otro por Tang Xiaolin, director general de la firma de exportación hongkonesa Dalian International Development.

Desafiando al tribunal, Bo Xilai se mostró tajante. «Con respecto al asunto de que Tang Xiaolin me dio dinero tres veces, lo admití una vez contra mi voluntad durante la investigación de la Comisión Central de Inspección Disciplinaria», aseguró ante el juez, a quien denunció que había sufrido «coacciones y presiones psicológicas». Además de llamar a Tang Xiaolin «perro rabioso» que «ha vendido su alma», insistió en que «todo el proceso ha sido fabricado».

Con la habilidad de un abogado, desmontó mediante un careo la acusación del otro empresario, Xu Ming, quien sostenía que le había comprado una mansión en Cannes y entregado grandes sumas de dinero y regalos a su esposa y su hijo para lograr sus favores. En concreto, a Bo Guagua le obsequió con un Segway, un carísimo y sofisticado vehículo eléctrico de dos ruedas, le pagó unas vacaciones en África y cubrió más de 30.000 euros en gastos de su tarjeta de crédito cuando sólo tenía 13 años. Pero, a preguntas de Bo Xilai, Xu Ming se vio obligado a admitir que jamás había hablado con él de estos gastos o le había pedido ayuda en sus negocios.

Gracias al fuerte apoyo popular del que goza, Bo Xilai está utilizado su aguerrida defensa para agudizar la división interna en el autoritario régimen chino, donde aún cuenta con poderosos aliados.

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