El jefe de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), de Estados Unidos, Keith B. Alexander.
Los llaman los 'fontaneros'. Pero son 'hackers', matemáticos, criptoanalistas... los agentes más secretos de los Estados Unidos. Ocupan un área restringida de este complejo de la NSA, al que acceden pasando un escáner de retina. Su unidad se llama TAO. Nadie sabía de su existencia hasta que Snowden filtró sus acciones. Son capaces de contaminar cualquier ordenador: también el suyo. Así actúan.
Por Carlos Manuel Sánchez - XL Semanal
El general Keith B. Alexander tenía un sueño: meter todas las conversaciones telefónicas, todos los correos electrónicos y todos los comentarios de las redes sociales en una caja Y poder hurgar en ella en busca de amenazas contra los Estados Unidos.
Cuando en marzo abandone la jefatura de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), es muy probable que haya convertido su sueño en realidad. «Para buscar una aguja en un pajar, hay que olvidarse de la aguja. Lo importante es el pajar. Consigue todos los datos. Luego solo necesitas tiempo y tecnología para purgarlos. Eso es lo que pretende Alexander: tener todo el pajar a su disposición», explica un analista de seguridad.
La caja ya la tiene. Es un almacén descomunal en el desierto de Utah, cercano a un pueblo habitado por mormones. Ha costado 2000 millones de dólares y tiene la extensión de 33 campos de fútbol, diez veces el monasterio de El Escorial. Las instalaciones de la NSA en el gigantesco complejo de Fort Meade (Maryland) se le habían quedado pequeñas. No es extraño, pues la NSA recopila el 1,7 por ciento del tráfico mundial diario en Internet. Dos petabytes de datos cada hora. El gran colisionador de hadrones (LHC) que cazó el bosón de Higgs genera 20 petas al año y se tardan lustros en analizarlos.
Los datos crudos no sirven para nada. Hay que guisarlos, filtrarlos, desmenuzarlos... Y la NSA puede haber logrado la tecnología para hacerlo. Según las últimas revelaciones del extécnico de la CIA Edward Snowden al semanario alemán Der Spiegel, un grupo de élite de la NSA está desarrollando un arsenal para el espionaje, la ciberguerra y el análisis de Big Data desconocido hasta la fecha. Se trata de una unidad ultrasecreta denominada Oficina de Operaciones de Acceso Individualizado (TAO en sus siglas en inglés). En la jerga, los 'fontaneros'. Esta unidad existe desde 1997, pero apenas se conocía nada de ella hasta que Snowden filtró en diciembre varios informes sobre sus últimas acciones.
La TAO es un misterio incluso para la mayoría de los 35.000 empleados de la NSA en el cuartel general de Fort Meade. Sus oficinas están separadas y solo se accede a ellas pasando un escáner de retina. A TAO pertenecen unos 600 hackers, matemáticos, físicos, programadores, ingenieros y criptoanalistas. Los mejores. Militares y civiles. Muchos de ellos los ha reclutado personalmente el general Alexander, que tiene él mismo un máster en Física. «Su modelo es Google: lo primero es obtener todos los datos; las autorizaciones y la tecnología para usarlos ya llegarán», afirma un exfuncionario que trabajó con él.
Los agentes de TAO suelen ser muy jóvenes. Trabajan en turnos de 24 horas en el Centro de Operaciones Remotas (ROC) de Fort Meade. De los mil millones de dólares que los Estados Unidos dedicaron a la ciberguerra en 2013, ROC acaparó 652. Pero también hay comandos distribuidos en cada una de las oficinas de la mastodóntica Dirección de Inteligencia de Señales de la NSA. Se trata de centros de interceptación de transmisiones ubicados en Hawái, Colorado, Georgia... En el de San Antonio (Texas), casi delatan su existencia en 2010 cuando un experimento con frecuencias de radio se les fue de las manos y los mandos a distancia de las puertas de los garajes de miles de vecinos dejaron de funcionar.
La TAO está dirigida por un oscuro burócrata, Robert Joyce, del que apenas se sabe que es ingeniero y que colecciona monedas. En su organigrama existe una división aún más hermética, denominada ANT, tan sigilosa que no hay constancia de lo que significan esas siglas (¿red de tecnologías avanzadas?), y que actúa como punta de lanza en la experimentación de sistemas de espionaje. Su cerebro en la sombra es un viejo amigo de Alexander, James Heath, otro ingeniero al que en la agencia apodan el Científico Loco. «Es brillante, excéntrico y peligroso. Lleva la tecnología hasta los límites para conseguir lo que quiere», afirma un oficial de inteligencia citado por Foreign Policy. Se lo compara con Q, el legendario inventor de gadgets de las películas de James Bond.
Según los documentos difundidos por Snowden, la TAO ha perfeccionado un catálogo de troyanos, puertas traseras e implantes o buggies ('bichitos') capaces de infectarlo prácticamente todo: ordenadores, teléfonos móviles, tabletas, intranets de empresas y gobiernos, la nube... Es probable que también pueda infiltrarse en TOR, el navegador de la deep web. Parece ser que solo se les resisten, de momento, Corea del Norte, país que está casi desenchufado de Internet, y el protocolo de seguridad de la moneda digital bitcoin.
La joya de la colección se llama Quantum Insert y no es un virus al uso, sino una especie de dron virtual que transporta y dispara el malware donde se le ordene. Hay varias maneras y todas son ingeniosas. Por ejemplo, colocan páginas falsas de LinkedIn o Facebook en los nodos principales de Internet, para ganar una fracción de segundo sobre las verdaderas. Redirigen la petición del ordenador o el móvil que están espiando hacia esa página, que responde antes que la auténtica. Y una vez que el usuario la abre, es como si le abriera la puerta de su casa. Lo llaman 'la carrera' y tiene un porcentaje de éxito del 50 por ciento.
Los agentes de TAO también interceptan envíos postales de material electrónico comprado por Internet, lo infectan y lo vuelven a meter en las cajas. Su catálogo de puertas traseras 'a la medida' convierte en vulnerable cualquier marca: Samsung, Huawei, BlackBerry... Los avisos de error de Microsoft, en los que el usuario reporta un error al fabricante, son un coladero. El malware es resistente a los antivirus convencionales y a los formateos del sistema. Son capaces de infiltrarse incluso en monitores, routers y sistemas GPS. Y han pinchado los cables submarinos transoceánicos. En la actualidad están infiltrados en al menos 85.000 ordenadores y sistemas en todo el mundo. Y presumen de que son indetectables. Según expertos, Quantum podría equipararse a lo que significó el descifre de la máquina Enigma durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando los hackers de TAO no pueden colarse por vía remota, la CIA les hace el trabajo sucio allanando la propiedad privada y colocando físicamente los implantes. La enemistad entre ambas agencias era legendaria hasta el punto de que un exdirectivo de la CIA reconoció que tenían más contacto con agentes del KGB soviético que con los de la NSA, a los que llamaban 'los bastardos'. Pero uno de los objetivos del general Alexander, dolido por el fracaso en la coordinación de los servicios de inteligencia en los atentados del 11-S, ha sido la cooperación con sus colegas de Langley (Virginia), que se acentuó mientras el general David Petraeus compañero de promoción en West Point dirigió la CIA hasta su dimisión, a finales de 2012, por una relación extramatrimonial.
Otro ejemplo de ciberguerra: para eliminar un sitio yihadista de la Red, TAO puede crear otro sitio casi idéntico, pero con mensajes menos radicales, al que redirigen las búsquedas. Al auténtico también le pueden modificar los contenidos (ya son capaces de meterse en un lector de e-books y cambiarle párrafos a un libro o incluso hacerlo desaparecer del dispositivo). O hunden ese sitio en los últimos lugares de las búsquedas de Google. ¿Quién lo va a encontrar si está en el puesto 370.000 y la gente no suele pasar de los diez primeros resultados? Incluso un usuario avezado que haga una búsqueda muy precisa puede quedar bloqueado si la NSA retuerce el algoritmo para que cape ciertos términos y que no generen resultados. Pero quien dice una página yihadista dice cualquiera que se considere enemiga. Peter Van Buren, exfuncionario del Departamento de Estado norteamericano, advierte de que «la NSA podría convertirse en una especie de Ministerio de la Verdad, como en la novela 1984, de Orwell, y crear agujeros de la memoria en Internet donde iría a parar cualquier información que incomode al Gobierno».
Una vez que el sucesor del general Alexander tenga todo el 'pajar' a su disposición, habrá ocasiones en las que no haya apenas tiempo de buscar la aguja y se necesite una gran velocidad de reacción para responder a una amenaza inminente. Según otro memorando filtrado por Snowden a The Washington Post, la NSA trabaja en un ordenador cuántico capaz de descifrar cualquier contraseña, proyecto al que ha destinado 80 millones de dólares. La computación cuántica dejaría en mantillas el sistema binario, pues utiliza 'bytes' que son simultáneamente unos y ceros para acelerar los cálculos. Se sospecha que en el ROC de Fort Meade existe una gran habitación forrada de metal para evitar interferencias, a modo de una jaula de Faraday, que albergaría un prototipo cuántico. Pero hasta qué punto los jóvenes genios de TAO han avanzado en este reto, que las mejores universidades se plantean en el horizonte de una o varias décadas, es un misterio. Otro más.
EL GENERAL "HACKER"
EL HOMBRE QUE LO CONTROLA TODO
A Keith B. Alexander, de 61 años, lo llaman el Cowboy porque le gusta ir a su aire. Es el jefe de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). Nacido en Nueva York, además de una brillante carrera militar, tiene un máster en Física. El público está acostumbrado a verlo de uniforme, luciendo sus 4 estrellas y 19 condecoraciones cada vez que declara ante el Congreso, pero era de los que acude en vaqueros.Apasionado de la ciencia ficción y con 40 años de servicio en misiones de inteligencia, el general también se permite sus 'frikadas', como gastar cientos de millones en una sala que imita el puente de mando de la nave Enterprise, de Star Trek, a la que no le falta el sillón del capitán Kirk. Su sillón.
Los agentes Tao, a la escucha
-Aliados, bajo control. La NSA no hace amigos. A Angela Merkel la tienen enfilada desde 2002; pero también metieron micros en el cónclave que eligió al Papa Francisco, y un senador le ha sugerido al mismísimo Obama que encripte sus llamadas por si acaso.
-Contra la bomba nuclear. Su gran hazaña fue la creación del virus Stuxnet, que en 2010 paralizó unas mil centrifugadoras que enriquecían uranio en Irán y dejó al expresidente Ahmadineyad compuesto y sin bomba.
-La excusa del narco. La agencia se infiltró en el Gobierno mexicano con la excusa de la lucha contra el narco y las redes de inmigración ilegal. Ha espiado a unos 20.000 funcionarios; entre ellos, al expresidente Felipe Calderón.
-China en el objetivo. Hace 16 años que se enteran de lo que se cuece en la trastienda el poder en China y fueron testigos de cómo Xi Jinping se ganó al partido, al Gobierno central y a los militares para llegar a lo más alto.
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