Raúl Castro, junto a Laura Chinchilla y otros asistentes. / ALEJANDRO ERNESTO (EFE)
CITA LATINOAMERICANA EN LA HABANA
La Unión Europea formaliza su disposición a revisar la relación con la isla
BERNARDO MARÍN La Habana 30 ENE 2014 - 00:09 CET
La cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) concluyó este miércoles en La Habana como un enorme éxito diplomático de Cuba. Los jefes de Estado y de Gobierno difundieron una declaración final en la que se proponen dar batalla a las grandes lacras del continente, la pobreza, el hambre y la desigualdad; condenan el bloqueo de EE UU; y respaldan el proceso de paz en Colombia. El documento incluye una mención al fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez, impulsor de la CELAC en 2011, al que calificaban de “humanista incansable”. Los mandatarios hicieron pública además una proclama donde definieron a América Latina y el Caribe como “zona de paz” y se comprometieron a desterrar el uso de la fuerza en la región y promover el desarme nuclear.
Cuba, excluida de las cumbres de las Américas, logró así sacar pecho reuniendo a 29 de los 33 mandatarios convocados. El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, excusó su presencia por motivos de salud. El de Panamá, Ricardo Martinelli, rechazó la invitación enojado por el apresamiento el año pasado de un barco norcoreano cerca del Canal con armas para la isla.
El Gobierno de Raúl Castro no recibió además críticas directas de ninguno de los asistentes a la cumbre por el asunto de los derechos humanos en la isla, tal y como sucedió por ejemplo en 1999, cuando los reproches del presidente mexicano Ernesto Zedillo por la situación de las libertades en la isla terminó por congelar la especial relación de su país con Cuba. La referencia más explícita al tema la hizo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien el martes pidió a La Habana el cumplimiento de los pactos internacionales de Derechos Civiles y Políticos.
La disidencia esperaba así un guiño pero ninguno de los participantes llegó siquiera a entrecerrar un ojo. Solo una delegación con un perfil discreto, encabezada por el embajador y la jefa de Política Exterior de Costa Rica, se reunió este miércoles con Elizardo Sánchez, líder de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN). El encuentro duró unos 25 minutos y fue calificado de “muy fructífero” por los opositores. Los disidentes pidieron a los representantes de Costa Rica, “campeona de los derechos humanos del continente”, una mayor implicación en el tema de las libertades políticas durante su presidencia pro tempore de la CELAC que arrancó justamente con el cierre de esta cumbre. En los días anteriores a la cita, la CCDHRN denunció coacciones, detenciones arbitrarias y arrestos domiciliarios para impedir la celebración de una cumbre paralela.
Preguntado por la reunión con la disidencia, el canciller de Costa Rica, Enrique Castillo, aseguró que su país “no se niega a escuchar posiciones que le quieran ser expuestas. Y en este caso se trata de eso, de escuchar, no de intervenir, ni de tener ninguna injerencia”.
Coincidiendo con el cierre de la cumbre se conoció otro éxito diplomático para Cuba. Los países de la Unión Europea (UE) alcanzaron un consenso para abrir la negociación de un acuerdo bilateral con La Habana que construya un nuevo marco de relación. Si las negociaciones concluyen con éxito este marco podría sustituir a la llamada “posición común”, el instrumento ideado en 1996 por el Gobierno de España, encabezado por José María Aznar, que de momento se mantiene, y que proscribe el diálogo con la isla mientras no se avance en el asunto de las libertades.
La cumbre también ha sido escenario de un interesante juego de toma de posiciones para aprovechar los nuevos vientos que soplan en La Habana. En un momento de debilidad de Venezuela, hasta ahora principal socio de Cuba, países como Brasil o México se disputan las oportunidades de inversión que se abren con las incipientes reformas económicas. El lunes, Dilma Rousseff, inauguró las obras del megapuerto de Mariel, construido por la compañía brasileña Odebrecht con una inversión de 1.092 millones de dólares. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, emprendió ayer una visita oficial de cuatro horas para recomponer la privilegiada relación que mantuvieron ambos países durante los primeros 40 años de Gobierno de Fidel Castro. En un gesto significativo, el pasado noviembre México condonó el 70% de la deuda a Cuba.
Las intervenciones de los participantes fueron de guante blanco hasta que se produjo un encontronazo entre el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, y el presidente de la República Dominicana, Danilo Medina. Medina empleó prácticamente todo el tiempo de su intervención en defenderse airadamente de las acusaciones de Gonsalves, quien había asegurado que la sentencia del Constitucional que niega la nacionalidad a miles de dominicanos de origen haitiano viola los derechos humanos.
También hubo gestos de distensión. Los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, y de Perú, Ollanta Humala, comparecieron juntos y se comprometieron a acelerar los trabajos para implementar el reciente fallo de La Haya que zanja la disputa por la frontera marítima entre los dos países.
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