martes, 21 de enero de 2014

Lenin, más longevo muerto que vivo

EPA
Lenin, en el Mausoleo de la Plaza Roja, en una imagen de 1997

El defensor del pueblo ruso pide retirar la momia del líder bolchevique de la Plaza Roja en el 90 aniversario de su fallecimiento

M.ARRIZABALAGA ARRIZABALAGA11 / MADRID - Día 21/01/2014 - 14.36h


«Será expuesto durante tres días al público», decía la nota de ABC que recogía el 23 de enero de 1924 el fallecimiento de Lenin sin saber que 90 años después la momia del líder de la revolución bolchevique seguiría en una urna de cristal en la plaza Roja de Moscú.

ABC
Lenin

Vladimiro Ylicht Ulianof, como se llamaba en realidad Lenin, murió a los 53 años tras una agonía que se prolongó hasta las 7 de la mañana del 21 de enero «muy penosa pues la parálisis de los centros nerviosos atacó a los órganos respiratorios». Su salud se encontraba muy deteriorada tras los tres derrames cerebrales sufridos en los últimos años de su vida, el último de los cuales le había dejado sin habla un año antes de su fallecimiento.

Su cuerpo fue colocado en un ataúd cubierto con un paño rojo y trasladado dos días después desde su residencia en Gorki hasta Moscú, donde fue expuesto al público en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos mientras se construía su primer mausoleo.

El 27 de enero se celebraron sus funerales en la Plaza Roja. Más de un millón de personas desfilaron ante el féretro de Lenin en un crudo día de frío en el que los termómetros marcaban 30 grados bajo cero. El líder bolchevique había expresado su deseo de ser enterrado en San Petersburgo junto a la tumba de su madre, pero nada más morir fueembalsamado por los científicos Borís Zvarski y Vladímir Vorobiov para dar la posibilidad «a todos los trabajadores» de despedir al «líder del proletariado mundial», según explicó entonces el diario Pravda.

El adiós se prolongó. El mausoleo provisional de madera fue sustituido en 1930 por la actual pirámide escalonada de mármol y granito, obra del arquitecto Alexéi Schusev, con una sala de máquinas y un laboratorio especial para conservar la momia de Lenin. Un complicado sistema se encarga desde entonces de crear las condiciones de temperatura, humedad, presión atmosférica, e iluminación que requieren las instalaciones y el sarcófago transparente diseñado por el ingeniero Nikanor Kurochkin.

Quince minutos antes de que el mausoleo abra al público, la momia es sacada del féretro de metal donde yace cuando no está expuesta, es humedecida con un aerosol especial y colocada en esta urna de cristal a prueba de balas que se llena con un gas especial. Cada año, el cuerpo embalsamado se somete además a otros procedimientos químicos y biológicos durante dos meses para mantenerlo incorruptible.

Ilya Zvarski, hijo de uno de los embalsamadores de Lenin y científico del Instituto de Investigación para Estructuras Biológicas en Moscú que cuidó del cuerpo durante 18 años, relató en 1999 que dos veces por semana remojaban la cara y las manos con una solución especial y una vez al año cerraban el recinto para sumergir al cuerpo entero en esa solución. No es de extrañar que tras 90 años de «retoques», el cuerpo de Lenin parezca hoy de cera brillante.

«Es muy probable que las moléculas del ADN estén todavía preservadas en el cuerpo de Lenin», afirmó en el año 2000 Zvarski abriendo la puerta a una posible clonación del primer dirigente soviético. La posibilidad apenas contemplada se unía al debate que divide al país desde la desintegración de la Unión Soviética.

Enterrar o no a Lenin

«Un 60-65% de los rusos piensan que hay enterrar a Lenin y ese porcentaje podría alcanzar el 90% si se lleva a cabo la correspondiente labor educativa», afirmó en 2012 el ministro de Cultura ruso, Vladímir Medinski. Sin embargo, un 28% se muestra categóricamente en contra, de acuerdo con las últimas encuestas. Entre ellos, el presidente ruso Vladimir Putin, decidido a conservar la usanza comunista de visitar el cuerpo de Lenin pese a los gastos que supone su mantenimiento.

El último en pronunciarse ha sido el defensor del pueblo ruso, Vladímir Lukin, quien en una entrevista con la agencia Interfax ha señalado hoy que «la plaza Roja no es un lugar para tener allí un cementerio. Y tarde o temprano este problema ha de resolverse».

La retirada de los restos del líder soviético y de la necrópolis junto a los muros del Kremlin donde yacen los restos de otros jerarcas soviéticos, como Joseph Stalin, ya puede llevarse a cabo sin afectar a la paz social, en opinión del defensor del pueblo. «Esto saneará la situación en el país. La historia ha sido tergiversada. Los monumentos recordatorios leninistas y bolcheviques que hay en Rusia no se corresponden con su papel en la historia. Fue un gran papel, pero muy duro y polémico», afirma Lukin, a quien tampoco le importaría esperar «unos cinco o diez años, cuando la situación sea más sana y a la gente no le importe mucho donde descansen los restos de personalidades del siglo XIX y de la primera mitad del XX».

¿De qué murió Lenin?

Lenin falleció de arterioesclerosis o infarto cerebral, según la versión oficial, pero el hecho de que solo 8 de los 27 médicos que lo trataron firmaran las conclusiones de la autopsia desató todo tipo de especulaciones.

Un estudio publicado en The European Journal of Neurology en 2004, basado en documentos desclasificados tras la caída de la URSS y en las memorias de los médicos de Lenin, defendía que el líder de la revolución bolchevique sufría de sífilis.

Otras teorías señalan que su muerte fue provocada por la bala alojada en el cuello desde su intento de asesinato que le fue extraída a principios de 1922, poco antes de su primer derrame cerebral.

Leon Trotski acusó a Stalin de haber envenenado a su antecesor y de haber impedido su regreso a tiempo de los funerales para evitar que exigiese una autopsia especial. «Era mejor mantenerme alejado hasta que el cuerpo fuese embalsamado y las vísceras incineradas», escribió.

Otra hipótesis formulada por un grupo de investigadores en 2013 sugiere que los infartos cerebrales pudieron haberse producido por una mutación genética ya que su padre también murió joven de un derrame cerebral.

El cerebro de Lenin, que fue extraído durante el embalsamamiento para intentar demostrar científicamente que era un genio, podría ser clave para despejar las incógnitas que aún se ciernen sobre su muerte.

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