lunes, 27 de enero de 2014

Los secretos de cama con los que Trierweiler negocia

AFP
La primera dama tendría mucha información para utilizar contra Hollande

François Hollande teme las memorias de la periodista, conocedora de primera mano sus intimidades. Mientras las editoriales la tientan, ella negocia su salida de El Eliseo

JUAN PEDRO QUIÑONEROABC_ES / MADRID - Día 27/01/2014 - 11.52


Entre las armas de guerra que una mujer de mundo lleva en su bolsito de mano, Valérie Trierweiler, curtida en la crónica política y los más altos lechos de amor, incluye desde hace muchos años, ocultas entre lápiz de labios, cuaderno de notas, espejito, polvera, lima y esmalte de uñas, sombras para ojos, maquillaje básico, varias granadas de mano, utilísimas cuando se trata de negociar su estatuto de gran señora, instalada en un palacio construido por Luis XV, la Lanterne, en Versalles. Hace muchos años que Trierweiler usa la bomba de mano más eficaz en el periodismo de combate: la confidencia, granada incendiaria en manos de una periodista que causaba estragos entre la clase política donde ella se abrió camino a paso de carga.

En el periodismo francés, desde Françoise Giroud (amante y creadora con Servan-Screiber del semanario «L’Express»), es tradicional recurrir a las chicas guapas para hacer crónica política. Es una manera eficaz de conseguir exclusivas y confidencias de interés. Valérie Trierweiler hizo una carrera de ese tipo en apenas cinco años, entrando en los más selectos gabinetes ministeriales con muy escueta minifalda y abrigo muy corto, para lucir muslos y piernas, realzados con tacones altos. Instalada en la Lanterne, como compañera traicionada por el jefe del Estado, con quien «negocia» sus futuras relaciones, en el Elíseo o en un domicilio privado, Trierweiler se toma su tiempo para reflexionar, atendida por un médico militar al servicio del Estado, una cocina presidencial a su servicio, y un cuerpo de ayudas de cámara y asistentes que vigilan por su salud y sus gustos culinarios. Ese confort apenas tiene algunos inconvenientes: los tres hijos de su segundo matrimonio no son aceptados en una residencia vigilada con prudencia marcial.
Interés editorial

Secretos de Estado que Trierweiler guarda preciosamente y que cuando llegue su momento, podría usar como bombas de mano, inflamables, incendiarias.

Varios editores han comenzado a sugerir a Trierweiler su interés por el libro que sin duda escribirá, mañana, algún día, contando sus veinte meses pasados en el Elíseo, sus ¿siete? ¿diez años? pasados con François Hollande en sucesivos lechos secretos que culminaron en el lecho debido a la primera dama de Francia, a dos pasos del antiguo dormitorio donde la última emperatriz francesa, Eugenia de Montijo, granadina, soportaba las infidelidades de Napoleón III. A lo largo de sus veinte meses, en el Elíseo, Trierweiler ha asistido a decenas, quizá centenares, de reuniones confidenciales, de comidas y encuentros con gobernantes de cinco continentes, quince viajes oficiales, acompañando al presidente, François Hollande, en misiones diplomáticas de mucha importancia, en Washington, en Nueva Delhi, en Tokio, en Pekín, en Túnez, en Rabat, en Arabia Saudita, en Qatar, en varios países africanos...

Valérie Trierweiler no pudo competir con Carla Bruni, en Londres. Cantante y modelo de alta costura, la flamante esposa de Nicolas Sarkozy causó un impacto excepcional en Londres, durante su primer viaje oficial. No solo entre los hombres. La Reina apreció la calidad del saludo y reverencia majestuosa de la primera dama de Francia. Haciendo el mismo viaje, la Reina solo invitó a Hollande a tomar café.Solo. Sin Valérie. En Londres no se recibe a señoras que no hayan contraído matrimonio.

Trierweiler ha tenido acceso a secretos de Estado mucho más graves. Durante su todavía reciente visita a Israel, la compañera del presidente Hollande participó en una cena privada, ofrecida a sus huéspedes franceses por Benjamín Netanyahu. Los servicios de seguridad israelíes filtraron un vídeo en el que Hollande y su compañera se deshacían en melosos elogios íntimos al primer ministro de Israel, un conservador frenético. Sarkozy, muy conservador, consideraba que Netanyahu era peor que un traidor. ¿Qué pudiera contar Trierweiler de sus cenas íntimas?

Se supone que Valérie Trierweiler no ha tenido acceso a secretos de Estado que pudieran afectar a la seguridad nacional. Pero sus viajes oficiales le han permitido conocer «desde dentro» muchas intimidades que sería curioso y quizá divertido conocer, sobre los Obama, sobre el Rey de Marruecos, sobre los dirigentes indios, sobre el emperador del Japón, sobre los déspotas africanos con quienes departía Hollande mientras ella hacía campaña a favor de los homosexuales y lesbianas africanas.

Lecho de amor

A las pocas semanas de instalarse en el Elíseo, como compañera oficial del nuevo presidente, François Hollande, desde mayo de 2012, Trierweiler decidió subrayar su independencia política personal, apoyando públicamente a un alcalde de provincias que era el principal rival de Ségolène Royal. Ese alcalde había ofrecido su lecho personal a la pareja Hollande / Trierweiler en numerosas ocasiones. En las elecciones legislativas de junio 2012, el PS pidió a ese alcalde que se retirarse, para dejar su puesto a Ségolène, madre de los cuatro hijos de Hollande. Trierweiler no dudó en enfrentarse públicamente a su compañero y su partido, para defender al hombre que le había prestado un lecho.

Apenas han transcurrido veinte meses. Trierweiler es otra. Se ganó a pulso el puesto de primera dama, con un equipo de colaboradores personales, en el Elíseo, pagados con salario público, con salarios que oscilan entre los 3.000 y los 8.000 euros mensuales, con un contrato temporal. Cuando ella y el jefe del Estado negocian el incierto futuro de sus relaciones, las bombas de mano de las confidencias íntimas y las confidencias de Estado son un arma disuasiva, pero eficaz, a corto plazo. Y un arma temible, a medio plazo. Cuando Hollande y Trierweiler «aclaren» su relación, en un sentido u otro, ella podrá recobrar su libertad de palabra. Si hubiese separación, la ex primera dama se encontraría en una situación económica delicada. Las colaboraciones periodísticas, incluso si son muy ilustren, no dan para pagar cocinera, chófer y consejeros diplomáticos. Varios editores están dispuestos a firmarle un suntuoso cheque por sus confidencias de Estado.

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