sábado, 1 de febrero de 2014

¿Por qué Osama bin Laden consiguió escapar de Tora Bora?

Carártula del libro, '102 Days of War'

Las fuerzas de EE UU estuvieron a escasos 1.500 metros del escondite del líder de Al Qaeda, pero una serie de errores logísticos impidieron su captura

Un diplomático cuenta ahora qué pasó en 2001 en las montañas de Afganistán

JOAN FAUS Washington


¿Qué falló para que efectivos de Estados Unidos no pudieran capturar a Osama bin Laden cuando estaban a escasos 1.500 metros de él en diciembre de 2001? Trece años después de la frustrada operación en las montañas de Tora Bora aún persisten muchas incógnitas al respecto, que seguramente nunca se resolverán. Pero ahora, gracias a la investigación de un joven diplomático, se sabe que en los entresijos del frustrado asalto confluyeron una amalgama de variados factores internos y externos, como errores logísticos, desconfianzas diplomáticas, falta de información o estrategias políticas y militares inadecuadas. EE UU perdió una ocasión de oro, la mejor que tuvo hasta mayo de 2011 cuando sus fuerzas especiales capturaron y asesinaron en Pakistán al líder de Al Qaeda. Qué sería hoy de Afganistán y de la red terrorista si Bin Laden hubiese sido detenido en 2001 es una incógnita que perdurara permanentemente y que, sin duda, suscita un intenso debate.

Los detalles de esta operación fallida los cuenta Yaniv Barzilai, integrante del cuerpo diplomático de EE UU, en el libro 102 days of war - '102 días de guerra'-, que acaba de publicar Potomac Books. A partir de entrevistas con destacados miembros de la CIA, el Pentágono y la Administración de George W. Bush (2001-2009), Barzilai, de 25 años y que ha trabajado para el representante especial del Departamento de Estado en Afganistán y Pakistán, analiza con detalle la estrategia que se impulsó desde Washington para derrotar a Al Qaeda y capturar a Bin Laden en los frenéticos días posteriores a los atentados del 11-S.

“Hubo mucha improvisación y las informaciones de inteligencia se tenían en cuenta mientras afloraban”, sostuvo este jueves el diplomático en un coloquio sobre su ensayo en el centro de estudios Brookings, en Washington. “Tras los atentados, la presión era enorme. Bush dijo que actuaría a su ritmo pero sabía que tenía que hacerlo pronto”. Una de las mayores sorpresas que se llevó el presidente, explicó, fue comprobar que el Pentágono tenía muy poca información sobre Afganistán mientras que, en cambio, la CIA disponía de planes avanzados sobre cómo descabezar la red de Al Qaeda en 93 países y conocía perfectamente los entresijos del régimen de los talibanes gracias a su experiencia unas décadas atrás en el Afganistán soviético.

Los detalles de esta operación fallida los cuenta Yaniv Barzilai, integrante del cuerpo diplomático de EE UU, en el libro 102 days of war [102 días de guerra]

Esto hizo que la CIA se desplegase rápidamente sobre el terreno para localizar a Bin Laden, mientras el Departamento de Defensa esbozaba desde la nada un plan para atacar el país asiático. El primer equipo de la agencia se adentró en Afganistán el 26 de septiembre y a las tres semanas empezó la intervención militar, que, trece años después, aún perdura. El régimen de los talibanes sucumbió rápidamente tras perder el control de Kabul el 13 de noviembre. La CIA descubrió que, tras la caída de la capital, Bin Laden se había desplazado a la región de Tora Bora, al noreste del país, junto a la escarpada frontera con Pakistán.

Fue entonces cuando se inició el operativo para capturarlo que acabaría en un rotundo fracaso. El 1 diciembre el primer equipo, de solo cuatro agentes, se desplazó a las montañas de Tora Bora, donde combatió con algunos militantes de Al Qaeda. Tras esa experiencia sobre el terreno, el máximo responsable de la CIA en Afganistán consideró que, por la geografía abrupta, el líder yihadista podría huir fácilmente, por lo que solicitó a la cúpula militar que le mandaran un comando de refuerzo de 800 'rangers'. La petición fue rechazada y solo le enviaron 40 soldados de operaciones especiales. Así, en total, en Tora Bora había 93 norteamericanos que tenían la orden “de seguir y dar apoyo” a las tres facciones afganas que supuestamente les ayudaban, según expuso Barzilai.

Y a los pocos días, llegó el día clave. La tarde del 10 de diciembre -102 días después del 11-S, de ahí el título del libro- la CIA interceptó por radio una comunicación de Bin Laden y supo exactamente dónde se escondía. El equipo de 40 fuerzas especiales se encontraba a solo cinco kilómetros del lugar, en lo alto de una colina, y fueron a por él. Pero al poco rato comprobaron con atonía que sus aliados afganos estaban bajando el monte pese a que habían acordado que quedarían en un punto concreto para ir juntos a por el cabecilla de Al Qaeda. Aún así, el comandante decidió proseguir con su equipo hacia la cima. Al rato, sin embargo, optaría por volver. “Habían llegado a una ladera bastante peligrosa, se estaba haciendo de noche y no sabían exactamente dónde estaban ni por dónde seguir.

Hubo mucha improvisación y las informaciones de inteligencia se tenían en cuenta mientras afloraban”

Yaniv Barzilai

La orden que habían recibido era que no fueran a por Bin Laden solos. Además, tenían que rescatar a unos soldados en otra zona. Y acabaron dando vuelta atrás”, relató el diplomático. Lo hicieron, no obstante, cuando estaban a escasos 1.500 metros del paradero del terrorista más buscado del mundo, lo más cerca que estarían las fuerzas de EE UU de Bin Laden hasta su captura diez años después, el 2 de mayo de 2011, en la ciudad pakistaní de Abbottabad.

Según Barzilai, existen una docena de factores externos e internos detrás de la fallida operación. En el ámbito internacional, la poca fiabilidad de los supuestos aliados afganos y pakistaníes -incluso se especula con que algunos ayudaron a escapar al terrorista-; así como la “distracción” que supuso para Washington el inicio, casi al mismo tiempo, de la planificación de la guerra de Irak. Y en el doméstico, apunta sobre todo a tres graves fallos. El primero, la táctica utilizada inicialmente que buscaba ante todo la derrota política de los talibanes sin grandes acciones militares, como hubiese supuesto aislar por completo Tora Bora para capturar a Bin Laden. En segundo lugar, un objetivo errático: “Bush quería que Afganistán dejase de ser un lugar seguro para Al Qaeda y eso hicimos, pero a cambio se fue de allí y no la destruimos”. Y por último, una falta de liderazgo. El diplomático sostiene que el por entonces presidente de EE UU y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dieron demasiada libertad a las cúpulas militares, evitando adentrarse en los detalles concretos de la guerra, y solo recibiendo información sobre la situación en Tora Bora cada una o dos semanas.

La gran pregunta, por tanto, es si Bush y Rumsfeld llegaron a ser conscientes de que las fuerzas de EE UU estaban tan cerca de Bin Laden. Durante el coloquio, Barzilai evitó dar una respuesta concreta aunque sugirió que no lo supieron. “La información llegó a niveles muy altos en el servicio de inteligencia pero hubo un filtro en algún momento. La verdad solo se sabrá si se desclasificasen los documentos”, dijo con ambigüedad. Aún así, dejó entrever que la doctrina que primaba en el Pentágono era que no valía la pena destinar tantos recursos a la búsqueda de un solo individuo por muy letal que fuera. En este sentido, recordó que Rumsfeld insiste en su biografía que el principal objetivo de la intervención en Afganistán era evitar un nuevo atentado en EE UU, no arrestar al líder terrorista.

Según Barzilai, existen una docena de factores externos e internos detrás de la fallida operación

Sea como fuera, a principios de 2002, al cabo de pocas semanas de ese fallido 10 de diciembre -en el que según Barzilai, Bin Laden era muy consciente que su cerco se estaba estrechando y creía que iba a morir- éste logró cruzar a Pakistán, donde permaneció escondido nueve años hasta que fue aprehendido por EE UU en una polémica operación, que puso en sordina el verdadero compromiso de Islamabad en la lucha contra Al Qaeda.

Y volviendo al origen, aunque nunca se sabrán las respuestas, ¿qué habría pasado si Bin Laden hubiese sido capturado en diciembre de 2001? Al margen del grado de especulación y la pura retórica, no hay duda que el golpe hubiese sido devastador. “Asumo que no habría sucedido mucho de lo que ha sucedido en Afganistán e Irak desde entonces”, terció el autor del libro. “Estados Unidos estaría en una posición muy diferente en el mundo hoy en día. Su rol quedó completamente influido por el 11-S”.

Por su parte, el moderador del coloquio, el investigador de Brookings Bruce Riedel, puso el acento en cuál hubiese sido el devenir de Al Qaeda, pues Bin Laden estaba Tora Bora junto a todos sus más estrechos colaboradores. “Eran el cerebro de Al Qaeda y el hecho de que sobrevivieran en Afganistán les dio mucha fuerza para expandirse. Luego vinieron los atentados en Bali, Madrid y Londres, y quién sabe si habrían ocurrido”, reflexionó. Nunca se sabrá. Pero lo que resulta evidente es que a día de hoy, pese a que los atentados masivos se han reducido, Al Qaeda y el yihadismo mantienen su fortaleza y capacidad de atracción -solo hay que ver los polvorines de Siria e Irak- y Afganistán permanece sumido en una inestabilidad permanente con escaso atisbo de solución.

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