Posible moción de censura contra Yolanda Barcina
Para que prospere la censura, al PSN no le basta la abstensión de Bildu; necesita su voto expreso
MANUEL ERICE / MADRID - Día 14/02/2014 - 13.21h
Rubalcaba no estuvo en la cocina, pero supo bien del último amago de pacto del PSN-PSOE con los proetarras. Cuando en junio de 2011 el entonces vicesecretario general, José Blanco, vetó un acuerdo de los socialistas navarros con el nacionalismo que incluía a los herederos de ETA, era consciente de que el desgaste al que se enfrentaba su partido desbordaba la geografía foral. Aquel PSOE implosionado por la crisis económica ni siquiera había mordido aún el polvo en las generales ni había tenido que sofocar el incendio que la cerilla independentista de Artur Mas iba a prender (no solo) en el PSC.
El impaciente y contestado secretario general del PSN nunca ha enterrado su aspiración de gobernar Navarra a cualquier precio. No le desanima la decreciente representación parlamentaria de su partido, inferior a un quinto del Parlamento (9 de 50). Tampoco enterró su ambición cuando inició la legislatura en coalición de gobierno con UPN, como vicepresidente de Yolanda Barcina. Por eso forzó la ruptura del pacto con continuos desplantes a la presidenta, a quien no solo traicionó la inexperiencia. Jiménez fijó el anzuelo y Barcina picó echándole del Gobierno. Ahora, la incomunicación entre ambos es total, eficaz el bloqueo a un Ejecutivo en minoría y casi absoluta la soledad de Barcina, víctima de un acoso y derribo sin precedentes. Pirómano y bombero a un tiempo, Jiménez tira la cerilla y se ofrece a apagar el fuego. Primero, con la crisis de Caja Navarra; ahora con el escándalo de Hacienda (que hay que investigar a fondo, por supuesto).
Pero el drama no es exclusivo de Barcina. El órdago a la grande del PSN se olvida de la chiquita, los pares y el juego. Rubalcaba comparte inquietudes con ella, porque no es menor el reto que tiene encima de su mesa de Ferraz. Para que prospere la moción de censura, al PSN no le basta con una de esas abstenciones a las que se puede dar carta de naturaleza con cínicas muecas. Jiménez debe recibir expresamente los votos de Bildu, porque la censura requiere de una mayoría absoluta que solo puede alcanzar con los proetarras (como muestra el gráfico). Por mucho que los socialistas navarros intenten adecentar la infamia con alusiones a un gobierno de dos meses que se limite a convocar elecciones, el movimiento, o es siniestro o no será. La prueba de que la maniobra apunta a inconfesables acuerdos poselectorales es que ni siquiera el PSN cuenta en sus encuestas con expectativas de voto generosas. El beneficiado sería Bildu, el único que, como partido de ascendencia marcial, no muestra fisuras. Y si las hay, están en el submundo prototerrorista.
Hoy, al PSOE con menos respaldo electoral de la democracia se le reaparecen las tentaciones, las del atajo de una victoria pírrica frente al largo y sufrido, pero seguro, camino de la sensatez y el compromiso con España. Cuesta creer que el mismo Rubalcaba que ha cerrado filas con Rajoy frente al embate independentista en Cataluña pueda caer en esta burda trampa.
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