lunes, 2 de junio de 2014

Obama busca reducir las emisiones de carbono de EE UU un 30%

Emisiones de una planta de carbón en Newburg, Maryland. / MARK WILSON (AFP)

La reforma afectará a 1.600 plantas y es la más ambiciosa adoptada por un presidente estadounidense

CRISTINA F. PEREDA Washington 2 JUN 2014 - 04:23 CET


La Agencia de Protección Ambiental anunciará este lunes medidas para reducir las emisiones de carbono de las centrales energéticas del país. La nueva regulación, que será aprobada mediante orden ejecutiva por el presidente Barack Obama, es la reforma más ambiciosa de un mandatario estadounidense en la lucha contra el cambio climático.

Las próximas normas de la EPA afectarán a 1.600 plantas que ya funcionan en el país y reducirán en un 30% las emisiones permitidas a partir de 2030, según fuentes anónimas de la Administración consultadas por medios estadounidenses. El presidente defendió las medidas en su mensaje semanal de este domingo, cuando defendió que casi el 40% de la contaminación por carbono proviene de las plantas energéticas.

“Sin embargo, hoy por hoy no existen límites nacionales en la cantidad de contaminación de carbono que liberan dichas plantas que existiendo en el aire que respiramos. Ningún tipo de límites”, dijo Obama. El presidente explicó durante su discurso en el Centro Médico Nacional para Niños de la capital que la legislación estadounidense sí limita la cantidad de productos químicos tóxicos, como el mercurio o el azufre, que pueden arrojar al aire y al agua las plantas, pero no en el caso del carbono. “Esto no es inteligente, no es sano y no tiene sentido”.

Como presidente y como padre, me niego a condenar a nuestros hijos a un planeta que ya no tenga salvación”

La Casa Blanca ofrecerá a las plantas energéticas diferentes alternativas para cumplir con las nuevas regulaciones. Parte de esa decisión dependerá de los Estados, que podrán realizar cambios en su sistema eléctrico para adaptarlo a las nuevas normas, bien adoptando fuentes de energías renovables o bien participando en un programa de intercambio conocido como “cap-and-trade”. En este mercado, los Estados pueden comprar y vender permisos para contaminar a cambio de aceptar otros límites a sus emisiones.

La nueva regulación puede afectar profundamente al funcionamiento de las plantas energéticas, a las que se responsabiliza de la mayor emisión de gases de efecto invernadero y de contribuir al calentamiento del planeta. El pasado mes de mayo, la Casa Blanca presentó un informeen el que demostraba los estragos del cambio climático, que ya ha dejado de ser una amenaza futura y se ha convertido en un problema real.

El presidente defendió durante su discurso semanal que la reducción de las emisiones de carbono contribuirá a que, en el primer año se evitarán 2.100 infartos y otras 100.000 personas menos sufran ataques de asma. “No tenemos que elegir entre la salud de nuestra economía y la de nuestros niños. Como presidente y como padre, me niego a condenar a nuestros hijos a un planeta que ya no tenga salvación”.

Obama encargó hace un año a los responsables de la EPA que prepararan estas regulaciones en consulta con expertos, empresarios de los sectores afectados, así como gobiernos estatales y locales. Anticipando el rechazo que pueda sufrir esta normativa por parte de líderes republicanos, el presidente citó en su discurso que una docena de Estados ya han puesto en marcha medidas similares y que es Washington quien debe “ponerse al día” y avanzar “con el resto del país”.

La agencia medioambiental de EE UU reveló en septiembre del año pasado los dos ejes del plan de lucha contra el cambio climático de Obama, pero este solo afectaba a las plantas de nueva edificación. Ese mismo año, en su discurso sobre el estado de la Unión, el presidente vinculó una vez más los incendios o las grandes tormentas que asolaron zonas intactas décadas antes como consecuencia de las emisiones, y anunció que emplearía sus poderes ejecutivos si el Congreso no aprobaba una legislación propia.

El pasado miércoles, Obama vinculó también esta regulación con la relación de EE UU con otros países, como China o India, y su dificultad para cerrar acuerdos en materia de medioambiente con ellos si Washington es el primero en incumplir las recomendaciones internacionales. El presidente reivindicó en la academia militar de West Point que quiere asegurarse de que la nación “lidera la iniciativa global para salvar el planeta. La influencia de EE UU “es siempre mayor cuando lideramos con nuestro ejemplo. No podemos quedar exentos de una norma que afecta a todos los demás”.

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