«Santa Práxedes», de Vermeer
Sale a subasta mañana en Londres «Santa Práxedes», uno de los dos cuadros del pintor en manos privadas
NATIVIDAD PULIDO / MADRID - Día 07/07/2014 - 16.28h
Santa Práxedes fue una virgen romana del siglo II que se dedicaba a enterrar a los cristianos asesinados. Fue retratada por el pintor italiano Felice Ficherelli. El cuadro, de la Colección Fergnani de Ferrara, fue copiado por un joven Joannes Vermeer (h. 1632-1675), cuando tenía unos 22 o 23 años. Vermeer aún no era Vermeer. No era ese genio que hechiza con su pintura, que te atrapa y no puedes dejar de mirarla. Solo era un proyecto del genio en el que se convertiría años después.
Pero la noticia de que sale al mercado una obra de Vermeer siempre es un acontecimiento de primer orden. [Visite aquí las mejores obras del pintor]. En primer lugar, porque suele ocurrir muy pocas veces. Concretamente, tres en los últimos cien años. En 1921 salió a la venta«La callejuela», una preciosa vista de las calles de su Delft natal. No encontró comprador. Fue donada al Rijksmuseum de Ámsterdam, que atesora algunas de sus obras maestras, como «La lechera». Tuvieron que pasar 83 años hasta que otro Vermeer saliera a subasta.«Muchacha sentada al virginal» logró despejar las dudas sobre su autoría y fue adquirida en Sotheby’s-Londres por 30 millones de dólares. Su comprador, el magnate de los casinos de Las Vegas Steve Wynn.
Fines benéficos
Diez años después, el maestro vuelve al mercado. También en Londres, pero en este caso en Christie’s. Mañana sale a la venta «Santa Práxedes», óleo sobre lienzo (101,6 por 82 centímetros), firmado y fechado en 1655. Su precio estimado: 6-8 millones de libras (7,4-9,8 millones de euros). En 1987, un año después de que saliera a la luz la firma del maestro en un estudio que se realizó al cuadro en el Metropolitan neoyorquino, lo adquirió la filántropa y coleccionistaBarbara Piasecka Johnson, esposa de uno de los fundadores de la empresa Johnson & Johnson. Ella falleció el año pasado y parte de su colección de arte se está vendiendo con fines benéficos. El dinero irá a parar a su fundación para niños autistas.
El cuadro es algo gore: muestra a la santa exprimiendo la sangre de una esponja. Al fondo, el mártir yace decapitado. Ya en 1969 la obra se atribuye a Vermeer, pero fue objeto de una discusión académica. Tras la investigación citada en el Met en 1986, la obra pasó a su corpus canónico, que es tan solo de unos 36 cuadros. Y es precisamente éste otro de los alicientes de la venta. Solo quedan dos Vermeer en manos privadas: éste y el que compró Steve Wynn en 2004.
Primera obra fechada
«Santa Práxedes», primera obra fechada conocida de Vermeer, formó parte de la histórica exposición dedicada a Vermeer en 1995-96 en el Museo Mauritshuis de La Haya y la National Gallery de Washington. Se reunieron 22 de sus obras. Algo irrepetible. Podría sorprender la temática religiosa, no habitual en la producción del artista.Protestante, se cree que se convirtió a la fe católica antes de casarse con Catalina Bolnes el 20 de abril de 1653. Tuvieron 15 hijos. Por si quedaba alguna duda de la atribución, el Rijksmuseum y la Universidad Libre de Ámsterdam llevaron a cabo recientemente estudios técnicos del cuadro que confirman que se trata de un Vermeer.
Entre otras cosas, se sabe que empleó un blanco de plomo que podría ser incluso del mismo lote que utilizó en «Diana y sus ninfas»(h. 1654-55, Museo Mauritshuis de La Haya). Ambos cuadros, junto con«Cristo en casa de María y Marta» (h. 1654-56, Galería Nacional de Escocia, Edimburgo), son sus únicas obras conocidas de su etapa juvenil. En 2012/2013 las dos Santas Práxedes (la de Ficherelli y la de Vermeer) se expusieron juntas en el Quirinale de Romaen la exposición «Vermeer y el siglo de oro del arte holandés». Hay algunas diferencias entre ambas. La más llamativa, el crucifijo que lleva la santa pintada por Vermeer. Pudo ser un añadido posterior para enfatizar la religiosidad de la imagen.
Un lenguaje propio
Juan Várez, consejero delegado de Christie’s en España, subraya que «no se sabe nada de sus inicios. No tenía taller, su producción es muy escasa». Sus años de formación son un misterio. Se cree que pudo haberse formado en Ámsterdam, Utrecht y Delft, que pudo ser alumno de Carel Fabritius e incluso autodidacta. «Es tan bueno... Capta momentos que te atrapan, te hacen soñar. Es magnético. La calidad de su pincelada es brutal. Posee un lenguaje muy propio».
Se muestra cauto, no se atreve a especular hasta cuánto subirán las pujas, ni si habrá muchas:«Lo veo en un museo, en una colección particular que busca grandes nombres o como un trofeo en manos de un coleccionista nuevo. Es una obra que interesa mucho a los historiadores». Pese a los estudios que han confirmado su autoría, es consciente de que «es un cuadro religioso, atípico y basado en uno de otro pintor. Hay mucha diferencia de precios entre obras de un mismo artista. “Las lágrimas de San Pedro”, de Velázquez, por ejemplo, costó la cuarta parte que “El barbero del Papa”».
Pintura prodigiosa
Tras una pintura de transición («Muchacha dormida», del Met, h. 1656-57), la producción de Vermeer a partir de entonces es asombrosa. Lamentablemente, no hay ninguna de sus obras en España. Hitler se encaprichó de «El arte de la pintura» (Las Meninas de Vermeer) y forzó su compra. Hoy está en el Kunsthistorisches Museum de Viena.Proust se enamoró de la «Vista de Delft» (Mauritshuis) –difícil no hacerlo– y la incluyó en un fragmento de «En busca del tiempo perdido». Dalí pensaba que «La encajera» (Louvre) no es menos extraordinaria que el «Juicio Final» de Miguel Ángel. Tracy Chevalier dedicó un libro a «La joven de la perla»; Peter Webber, una película...
Hijo de un marchante de arte, Vermeer fue apoyado por sus mecenas, que adquirieron casi todos sus trabajos. El universo Vermeer,prodigioso, está plagado de mujeres en el hogar, que leen o escriben una carta, tocan música o simplemente están ensimismadas. Magia en estado puro.
Alejandro Vergara: «Son los pasos previos al pintor que admiramos»
N. P. MADRID
Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Prado, Alejandro Vergara fue comisario, en 2003, de la exposición «Vermeer y el interior holandés» en el museo, donde se reunieron 9 obras del maestro, tarea nada fácil.
–¿Es habitual que un artista cambie tan radicalmente de estilo y lo haga en tan pocos años?
–No, pero tampoco excepcional. Lo peculiar en su caso es que de ser un pintor normal de su generación llega a ser excepcional. Vermeer empezó a pintar bajo la influencia de los caravaggistas holandeses. La familia de su mujer es adinerada y tiene un patrón que le compra muchos cuadros. Adquiere la protección suficiente para buscar un camino propio y comienza a hacer cosas muy distintas. Hay muchas diferencias entre ambas etapas, no parecen obras del mismo pintor.
–¿Hay Vermeer de primera y de segunda categoría?
–Sin duda, como en cualquier otro artista. Este no es un Vermeer fabuloso, pero tiene algo de documento. Es como un Goya muy temprano, que nos puede parecer que no es un cuadrazo, pero es parte del recorrido de ese pintor que llegó a ser fabuloso. El Vermeer que todos hemos aprendido a admirar desde finales del XIX no tiene nada que ver con el cuadro que sale a subasta. Nos interesa porque son los pasos previos antes de ser el pintor que admiramos.
–La temática religiosa tampoco es muy usual en su producción...
–Lo raro de este cuadro no es que sea de tema católico sino que sea una copia y además lo firme. Pero más extraño sería que alguien pusiese una firma falsa de Vermeer en un cuadro que no se parece nada a Vermeer. No tiene ningún sentido. Es una rareza que hay que aceptar y entender. Emplea en el cuadro un blanco de plomo que encaja con lo que hace Vermeer en esos años. En España Van der Hamen, al comienzo de su carrera, copiaba cuadros de Snyders y los firmaba.
-Sorprende, para ser uno de los dos únicos Vermeer que hay en manos privadas, su baja estimación: 6-8 millones de libras.
–Hay cuadros de los que sabemos qué esperar. En casos como éste tenemos mucha curiosidad por ver cómo reaccionará el mercado. Es un artista de los que más mercado podrían tener del siglo XVII, pero es una copia. En la pintura tradicionalmente se valora tanto la ejecución como la idea. Y aquí no hay idea.
–En 2004 se subastó «Muchacha sentada al virginal» por 30 millones de dólares.
–Era feo. La mujer tenía una expresión extraña, y eso influye en la venta. El precio fue muy alto para el cuadro que era. Nadie pensaba que era un gran Vermeer. En este caso, «Santa Práxedes» no lo es tampoco y además es una copia. Lo lógico es que fuera más barato que el otro, pero no lo sabemos. Este es un cuadro precioso, muy agradable –aunque sea un tema duro–, que tiene un vínculo leonardesco.
–¿Qué hace tan especial la pintura de Vermeer?
–Tiene esa sensación de quietud, de equilibrio imposible, pero absolutamente conseguido, que hace que todo sea silencio y meditación.

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