jueves, 25 de junio de 2015

Alemania sostiene que el acuerdo para evitar la quiebra griega se aleja

El ministro de Finanzas francés, Michel Sapin (centro), habla con su homólogo griego, Yanis Varoufakis, este miércoles en Bruselas. / THIERRY MONASSE (AP)

LAS NEGOCIACIONES CON GRECIA »

"Los griegos están dando pasos atrás", sostiene Schaüble antes de la cumbre europea


CLAUDI PÉREZ Bruselas 25 JUN 2015 - 14:46 CEST


Atenas y sus acreedores están a un paso del pacto, pero la recta final de la negociación se está haciendo muy complicada. "Estamos más lejos del acuerdo que antes. Los griegos están dando pasos atrás", ha afirmado esta mañana Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán.

La tensión está garantizada hasta el último minuto: los socios y sobre todo el FMI tratan de forzar a Atenas a aceptar recortes adicionales en pensiones y en otros flecos de menos enjundia. Fuentes europeas citadas por la agencia Reuters indicaron esta mañana que los acreedores, la antigua troika (FMI, Comisión Europea y BCE) dieron anoche un ultimátum al Gobierno de Alexis Tsipras para que presente un nuevo plan de reformas creíble y con el que se pueda trabajaren el Eurogrupo que precede la cumbre europea convocada para este jueves por la tarde..

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Los Eurogrupos —reuniones de ministros del euro— desembocan rutinariamente en triunfalistas comunicados nocturnos que anuncian la salvación de Europa. El de este miércoles terminó pronto y mal: no hubo fumata blanca y puede que el acuerdo técnico se demore, en una última escalada de inevitable tensión como broche final de una negociación interminable. Pero todo el mundo da por hecho en Bruselas que ese comunicado pomposo anunciando el final de la saga griega acabará llegando antes de que acabe la semana. Probablemente, antes de que los jefes de Estado y de Gobierno abandonen Bruselas este viernes, tras dos días de cumbre de crisis: Grecia, Rusia, inmigración en el Mediterráneo y la salida de Reino Unido amenazan a la UE de norte a sur, a diestro y siniestro.

No parece que vaya a llegar la sangre al río en ninguno de esos asuntos. Ni siquiera en el más peliagudo: la canciller Angela Merkel pronunció el pasado lunes las palabras mágicas —“la propuesta de Grecia es una buena base para el acuerdo”— y tras esa formidable señal política todo lo demás parece una suerte de teatro. Pero las instituciones anteriormente llamadas troika filtraron ayer un último documento con las correcciones que quieren en la oferta de Grecia: un esfuerzo adicional con flecos difíciles de aceptar para Atenas.Grecia no aceptó y el Eurogrupo se cerró sin el esperado acuerdo. Los ministros volverán a reunirse hoy para sellar el pacto antes del viernes, para que los líderes lo refrenden al final de una nueva eurocumbre. En el peor de los escenarios hay tiempo hasta el domingo, según las fuentes consultadas, para no volver a flirtear con la posibilidad de ver colas en las oficinas bancarias. No obstante, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, miembro del consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, ha expresado este jueves su preocupación sobre la continua concesión de líneas de liquidez a la banca griega durante una de las reuniones diarias por teleconferecia que mantiene la institución para debatir la extensión de estas líneas de liquidez, según Reuters.

El FMI, el BCE y la Comisión seguían anoche negociando directamente con Tsipras. “Seguiremos trabajando toda la noche si es necesario”, dijo al término de la reunión el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

El primer ministro griego reaccionó al contraataque del FMI y compañía envalentonado, acusando a la vieja troika —y en particular al Fondo— de “no querer el acuerdo”. Pero la solución técnica “está cerca”, explicaron fuentes de la negociación, y las palabras de Tsipras pueden ser una manera de dramatizar para vender en casa los recortes en pensiones que se verá obligado a aprobar en breve, si al final acepta el pacto.

A Grecia incluso le viene bien la dureza del FMI. Si no se plasma en recortes exagerados, Atenas se beneficiará después de la reestructuración de deuda que pide el Fondo. Para seguir a bordo, el FMI exige que la deuda griega sea sostenible: la mejora de las condiciones respecto a las fijadas en el segundo rescate (que contenía metas fiscales más duras) requiere más dinero para Grecia o un alivio de la deuda. Merkel ha abierto la puerta a esa última posibilidad.

Lo que queda por delante es, en gran medida, el melodrama de las grandes ocasiones tan típico de Bruselas. Tanto a Grecia como a sus acreedores les conviene que parezca que los ministros sudan sangre para llegar al acuerdo. Eso facilita su venta en los respectivos Parlamentos; en Atenas, pero también en Berlín. Pero aún queda negociación por delante, y los accidentes aun menos probables a veces ocurren. La vieja troika filtró sus enmiendas a la propuesta griega, con algún retoque de gran calibre en pensiones y un cambio de filosofía: los acreedores quieren más tijeretazos de gasto y menos subidas de impuestos.

Las diferencias entre ambas partes están ahí, pero distan mucho de ser excesivas, a pesar del alarmismo de algunos medios anglosajones. Los acreedores reclaman suavizar las subidas de impuestos a las empresas, duplicar los recortes en defensa, un ligero aumento del IVA y sobre todo una reforma de pensiones distinta. Ese es el capítulo clave: combina una formidable carga de profundidad política con el potencial financiero necesario para que los números cuadren. El FMI quiere pensiones más bajas y sigue insistiendo en algunos asuntos espinosos, como la eliminación de los pagos suplementarios a los pensionistas de bajos ingresos.

Según los datos de Eurostat, el 45% de los pensionistas griegos sobrevive con una pensión inferior al umbral de pobreza (665 euros). El Gobierno griego asegura que en lo que va de crisis ha recortado las pensiones el 40%. Según los acreedores, Grecia tiene uno de los sistemas de pensiones más caros de Europa, con 2,65 millones de pensionistas y una población total de 11 millones de personas.

Si el acuerdo llega a tiempo, Grecia obtendrá una ampliación del actual rescate de al menos seis meses. Y dinero a cambio de esas reformas. Es posible que el FMI se haga a un lado y siga en la troika solo como observador, pero sin dar más ayuda. Y una vez se pacte empezará a hablarse del elefante en la habitación: Europa prepara una reestructuración de deuda, de manera que Atenas empiece a devolver el capital (y puede que los intereses) a más largo plazo. Antes de eso hay que salvar la enésima pelota de partido: Grecia debe pagar 1.500 millones de euros al FMI antes del 30 de junio. Un impago sigue siendo tan improbable como peligroso.

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