viernes, 19 de junio de 2015

COPA AMÉRICA/CHILE 2015

Vidal, en la rueda de prensa que ofreció tras su accidente de tráfico / AFP

La amarga Copa del rey Arturo

El accidente de tráfico de Vidal, que conducía ebrio, divide a la afición chilena y altera el vestuario de los anfitriones


PEDRO CIFUENTES Santiago de Chile 19 JUN 2015 - 05:40 CEST


Chile acoge la Copa América en un momento de grave inestabilidad política y confiaba en que el fútbol le haría olvidar durante unas semanas los problemas domésticos, por un lado, y los sobornos descubiertos, por fin, en la mayoría de las federaciones de fútbol del continente (incluida presuntamente la suya propia). “Llevábamos esperando la Copa harto tiempo”, explica uno de los 2.000 voluntarios que colaboran con la organización, y que a falta de pronunciamientos oficiales —los dirigentes siguen sin aparecer en escena— son la cara visible de un torneo que, hasta el momento, no decepciona en términos deportivos. “Nunca nos imaginamos que pasaría esto”, comenta decepcionado sobre el caso Vidal, el hachazo que ha vuelto a deteriorar el vínculo entre la Roja y la afición chilena, recriminada incluso por Alexis o el capitán Claudio Bravo por no animar suficientemente durante los partidos. Todo eso había ocurrido antes de que el rey Arturo, con más de un gramo de alcohol en sangre, estrellase su deportivo italiano contra otro coche mientras volvía a la concentración desde un casino, con su esposa al lado, y quedasen ambos en un coche aplastado, pero sin lesiones graves, a solo un metro de despeñarse por un terraplén. “Espósame, pero vas a cagar a todo Chile”, le dijo Vidal al carabinero que le detuvo.

Las disculpas públicas del crack, entre sollozos (“puse la vida de mi mujer en peligro”), no han disipado el enfado de un sector de la sociedad chilena, saturado de actos de indisciplina por parte de sus futbolistas internacionales y molesta con el seleccionador Sampaoli por haber admitido de nuevo en la concentración a su mejor jugador en el torneo después de la noche en el calabozo y la retirada del carné de conducir. Incluso el periodismo local está dividido.


Apoyos y críticas


Están los que apoyan al entrenador por cuestiones deportivas: el peso específico del centrocampista del Juventus, cuyo fichaje por el Madrid se descartó debido a casos recurrentes de indisciplina, y el compromiso demostrado por el futbolista durante el Mundial deBrasil, cuando acudió a los ruegos de Sampaoli tres semanas después de ser sometido a una artroscopia de rodilla. Y están, enfrente, los que reclamaban una medida ejemplarizante en una selección pródiga en casos de este tipo: jugadores descubiertos en prostíbulos (Mundial Sub-20, en 2011), mujeres en las habitaciones sin autorización (Dublín, 2006), escándalo público durante la Copa América 2007 en Venezuela... Aparece también la sospecha de un doble rasero moral: en abril de 2013, antes de un partido amistoso, Sampaoli expulsó a Charles Aránguiz por llegar tarde a la primera convocatoria. Se perdió, además, dos partidos oficiales.

Vidal no logró alcanzar su mejor forma en la Copa del Mundo, pero “ha llegado mucho mejor ahora”, afirmó satisfecho su seleccionador después del partido contra México. Los demás referentes de la selección (Alexis, Medel) han salido en su apoyo. Sin embargo, el ambiente no es festivo precisamente: es difícil saber cuál será la reacción del público hoy en un partido contra Bolivia que se vuelve mucho más interesante de lo esperado por motivos deportivos (clasificación no asegurada) y extradeportivos. Sampaoli, por si fuese poco, acarrea una fuerte gripe que le impide trabajar normalmente. No parece haber decidido aún si alineará o no a su estrella caída.

El accidente de Vidal ha generado una estela imparable de chistes y memes que no evitan el malestar de la afición. En La Serena, cuando se conoció oficialmente que el jugador conducía “en estado de ebriedad”, un taxista exclamaba tristemente: “Los jugadores chilenos se olvidan de lo que fueron y de lo que son”.

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