lunes, 1 de junio de 2015

«En Corea del Norte no manda Kim Jong-un, sino la élite escogida por su padre»

PABLO M. DÍEZ
Jang Jin-sung llegó a reunirse dos veces con el «Querido Líder», Kim Jong-il

El ideólogo de la propaganda que componía los poemas laudatorios para el «Querido Líder» revela los entresijos del poder en Pyongyang

PABLO M. DÍEZ / ENVIADO ESPECIAL SEÚL - Día 01/06/2015 - 09.53h


Nacido en 1972 entre la élite de Corea del Norte, Jang Jin-sung no pudo leer a Kafka ni a Orwell en su juventud, pero el arranque de su libro «Dear Leader» no desmerecería en «El proceso» o «1984». Para inspirarse, no tenía más que observar la realidad.

Empleado en el Departamento del Frente Unido como una de las mentes más brillantes de la propaganda, Jang formaba parte del selecto círculo de «admitidos» del régimen porque se había reunido con el «Querido Líder» Kim Jong-il. Aunque componía los poemas laudatorios que lo retrataban como una divinidad humana, Jang Jin-sung se desengañó al ver cómo la gente se moría de hambre mientras el «Querido Líder» se atiborraba de manjares. Así empezó a escribir un libro de poemas que, basado en la Gran Hambruna de los 90, se llevó en su fuga a Corea del Sur en 2004 y publicó bajo el título «Vendí a mi hija por 100 won». Tras aquella obra, su nuevo libro revela los entresijos del poder en Corea del Norte.

-¿Quién manda en Pyongyang?

-Se piensa que Kim Jong-un tiene poder absoluto, pero no es cierto. En la sombra, el poder lo ostenta el Departamento de Organización y Guía, dirigido por el círculo de amigos que escogió su padre, Kim Jong-il. Tras sucederlo a su muerte en 2011, Kim Jong-un es solo una figura simbólica para mantener el orden. Lo mismo ocurrió con el abuelo del joven dictador y fundador del régimen, Kim Il-sung, que se convirtió en una figura idealizada por la propaganda, pero quien tenía el control era su hijo, Kim Jong-il, a través del Departamento de Organización.

-Entonces, ¿no ordenó Kim Jong-un la ejecución de su tío y número dos del régimen, Jang Song-thaek?

-El Departamento de Organización tenía una enorme rivalidad con Jang Song-thaek, que estaba casado con una hermana de Kim Jong-il y había sido purgado dos veces. Tras el fallecimiento del «Querido Líder», Jang Song-thaek quiso tomar el poder, pero el Departamento de Organización decidió ejecutarlo. La sucesión no solo es del líder, sino también para las élites, que son las fuerzas más poderosas en Corea del Norte y temen cualquier cambio. Kim Jong-un no ordenó la muerte de su tío porque, si hubiera tenido el poder, la ejecución no se habría hecho pública. Debido al principio de culpabilidad por asociación, que condena a tres generaciones de quien ha cometido un delito, la ejecución de Jang Song-thaek ha dañado la dignidad suprema del líder, que debería estar sujeto a dicha ley. Pero el Departamento de Organización quería mantener su poder a toda costa, incluso perjudicando la imagen de Kim Jong-un a ojos de los norcoreanos.

-Usted conoció personalmente a Kim Jong-il. ¿Cómo era?

-Creer en el régimen no es lógico ni consciente, sino instintivo desde niño. Pero mi segundo encuentro con él destrozó mi culto al líder porque lo vi sin zapatos, hablando de forma ruda y llorando por una canción rusa. Mi primera reacción fue de miedo porque era el dios del país, pero luego rompí a llorar como todos para sobrevivir.

-¿Hay posibilidad de apertura en Corea del Norte?

-Un cambio gradual como el de China no ocurrirá en Corea del Norte porque el régimen de Pekín tiene la voluntad de abrir la economía y liberalizar el mercado. Pero las élites de Corea del Norte controlan los negocios de las empresas estatales con China, cada vez mayores, y se aferran al poder basándose en la legitimidad de la familia Kim. El problema es que la economía de mercado se está abriendo paso en Corea del Norte tras el colapso del Sistema Público de Distribución de Alimentos durante la Gran Hambruna de los 90. Ahora hay dos clases en Corea del Norte: los altos mandos del Ejército y cuadros del Partido de los Trabajadores que reciben la distribución pública de alimentos, y que quieren prolongar el régimen para mantener sus privilegios, y quienes sobreviven rigiéndose por el mercado, que marca los precios y prima el uso de divisas para comprar bienes que vienen de fuera. Al igual que ocurrió con el régimen de Gadafi en Libia, es solo cuestión de tiempo que Corea del Norte se derrumbe. Pero es imposible que evolucione mediante la persuasión o el diálogo. El único modo de cambio es que el régimen sea derribado por una revolución.

-Pero Kim Jong-un tiene armas nucleares para perpetuarse en el poder…

-Corea del Norte, que depende de la propaganda, exagera su programa atómico. Algunos científicos y militares que han huido de Corea del Norte han revelado su escaso desarrollo nuclear.

-¿Cree que Corea del Norte «hackeó» a Sony por la película «The Interview», que ridiculiza a Kim Jong-un?

-Sí, porque amenaza la legitimidad divina de la familia Kim, base del régimen. La película es una bomba cultural porque se mofa del joven dictador y hasta lo mata. Como Corea del Norte conoce la influencia de Hollywood, «The Interview» es una amenaza tan peligrosa como una bomba nuclear.

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