lunes, 1 de junio de 2015

Las regionales italianas enfrían el ascenso político de Renzi

Renzi vota este domingo cerca de Florencia. / L. L. (GETTY)

ELECCIONES ITALIA 2015 »

El centroizquierda gana en cinco de la siete regiones en disputa, pero baja del 40% al 24% de votos y da alas a Beppe Grillo y Liga Norte

Renzi somete su gestión al respaldo de 22 millones de italianos


PABLO ORDAZ Roma 1 JUN 2015 - 12:45 CEST


El centroizquierda de Matteo Renzi ha vencido en cinco de las siete regiones que se disputaron ayer en Italia, pero la pérdida de Liguria a manos del centroderecha, el buen resultado del Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo –que se convierte en la segunda fuerza a nivel nacional-- y el ascenso de la Liga Norte, que conserva Veneto y crece en el centro del país, suponen un traspiés para el primer ministro y líder del Partido Democrático (PD). Del 40,8% de los votos logrados en las europeas, el centroizquierda desciende al 24%. Solo votó el 52% de los 22 millones de electores, un 11% menos que en las anteriores regionales. A lo largo del día se conocerá el resultado de las elecciones en el millar de municipios que también fueron a las urnas ayer.

Las divisiones internas, que Renzi ha tratado de atajar hasta ahora con mano de hierro, se han cobrado un alto precio en la región de Liguria, que el PD ha perdido a favor de Giovanni Toti, de Forza Italia. Se trata de la única alegría para el ex primer ministro Silvio Berlusconi, que ve cómo su otrora victorioso partido solo obtiene el 10,4% de los votos, muy por detrás del centroizquierda (24%), el Movimiento 5 Estrellas (18,4%) y, sobre todo, de la Liga Norte, que lo adelanta por la derecha con un 12,5%. Su joven líder, Matteo Salvini, ha declarado refiriéndose a Berlusconi: “Es el fin de la momia”.

También se trata del primer tropezón de la hasta ahora victoriosa carrera de Matteo Renzi. Si bien el centroizquierda gana en cinco regiones –mantiene Toscana, Umbria, Las Marcas y Puglia y conquista Campania--, se trata de una victoria que le provocará más de un dolor de cabeza. En primer lugar, porque reaviva las luchas en el interior del PD, responsables en buena medida de la pérdida de Liguria, donde el candidato de la dirección y el de la minoría se disputaron los votos facilitando la victoria a Forza Italia. En segundo lugar, porque aquel resultado del 40,8% que obtuvo –y presumió por doquier—en las regionales se ha quedado en un raquítico 24%.

Y, en tercer lugar, porque su figura política, que no hacía más que ganar relevancia desde que descabalgó a Enrico Letta del poder en febrero de 2014, se encuentra ahora emparedada entre Beppe Grillo, que sigue manteniendo gran predicamento entre el electorado, y la Liga Norte de Matteo Salvini, que ha logrado acelerar la agonía de Silvio Berlusconi. El encuentro en el palenque de Renzi, Grillo y Salvini, tres gallos de pelea con los espolones siempre afilados, no llama precisamente al sosiego que necesita Italia para seguir adelante con sus reformas.

Así lo vienen a confirmar las reacciones a los resultados de los distintos líderes. La cúpula del PD culpa a la vieja guardia de las divisiones que han provocado la pérdida de Liguria, un bastión del centroizquierda desde 1994. El beneficiario, Giovanni Toti, consejero político de Berlusconi, todavía no se cree que le hayan hecho un regalo así, si bien aún no está claro que pueda gobernar porque el centroizquierda, aunque mal avenido, suma mayor número de votos. Por su parte, tanto Beppe Grillo, cuyo Movimiento 5 Estrellas ha superado en tres regiones el 25%, como Matteo Salvini, que ha logrado triplicar en algunos lugares –como Toscana—la presencia de la Liga Norte, ya han iniciado su zafarrancho de combate contra Matteo Renzi. Aunque el primer ministro quiso el viernes poner la venda antes de la herida asegurando que las regionales no eran “un test” sobre su mandato, nadie lo considera así. Grillo, exultante, ha declarado: “Renzi ha perdido la mitad de los votos. No se gobierna el país con mentiras y arrogancia”. Salvini va incluso más allá: “Al mesías Renzi se le ha encendido la luz de alarma. La verdadera alternativa de Gobierno somos nosotros”. Mientras le disparaban desde todos los frentes, el primer ministro decidió ponerse a salvo girando una visita sorpresa a las tropas italianas destacadas en Afganistán.

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