martes, 9 de junio de 2015

Los transportistas se preparan para bloquear el país


Sindicatos argentinos se preparan para su segunda huelga. / GARCÍA MEDINA (EFE)

En plena campaña reclaman aumentos salariales por encima del 27% fijado por el Gobierno

CARLOS E. CUÉ Buenos Aires 9 JUN 2015 - 03:33 CEST


Cristina Fernández de Kirchner y su Gobierno se enfrentarán a una nueva huelga que paralizará el país en plena campaña electoral. Cuando quedan pocos días para el cierre de las listas definitivas, en las que se sabrá si la propia presidenta es candidata a diputada o se queda fuera, los sindicatos del transporte más representativos han organizado un paro de 24 horas que amenaza con paralizar el país a partir de la medianoche de este lunes.

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La huelga es sectorial, no general, los demás sectores no paran y en principio comercios, oficinas, colegios, hospitales y bancos deberían estar abiertos con normalidad. Pero el peso del transporte es de tal calibre, sobre todo en las grandes ciudades como Buenos Aires, donde se mide el efecto político, que se espera una paralización casi total. La megalópolis ya sufre un tráfico difícil que se altera con cualquier accidente y una huelga de transporte de este calibre bloquea todo.

Los transportistas, el gremio más poderoso del país con sindicatos muy potentes que históricamente han logrado que sus representados tengan los salarios más altos entre los trabajadores no cualificados argentinos, lanzan así una batalla definitiva contra el Gobierno después de la última que realizaron en abril. Entonces reclamaban un aumento del mínimo del impuesto a las ganancias, para evitar que la inflación les quitara buena parte del sueldo. En su momento el Gobierno lo rechazó y asumió el coste de la huelga, que fue prácticamente total y paralizó el país. Sin embargo, unas semanas después, como gesto electoral, el ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció un aumento del mínimo para pagar impuesto a las ganancias muy parecido al que reclamaban los huelguistas, liderados, como ahora, por Hugo Moyano, el sindicalista más conocido de Argentina, líder de los camioneros. Moyano, peronista, fue un aliado del kirchnerismo en la primera etapa, pero ahora está muy enfrentado a la presidenta.

Ahora la reclamación también tiene que ver con los problemas que genera una inflación cercana al 30%, algo prácticamente inédito en el mundo con la excepción de Venezuela. El Gobierno, para tratar de contenerla mínimamente, ha limitado al 27% los aumentos salariales que se pueden firmar en las llamadas paritarias, los acuerdos entre empresarios y trabajadores que se están cerrando en estos días en casi todos los sectores. Ese es límite oficial aunque algunos sectores, como el bancario, han establecido algunos trucos con pluses para acordar salarios incluso por encima. Los aceiteros llegaron a pactar un 36%. La huelga exige al Gobierno que retire ese límite porque los camioneros buscar aumentos incluso del 35%.

La huelga tiene así un claro trasfondo político como una lucha de poder entre los distintos sectores del peronismo en un momento en que se acerca un cambio de poder con la salida de Fernández de Kirchner de la presidencia en diciembre, después de las elecciones de octubre.

La huelga será dura, como suelen ser las de los transportistas, que cortan por las buenas o por las malas los accesos a las ciudades al menos a primera hora de la mañana, cuando se define el éxito o el fracaso del paro. Ya han anunciado que habrá cortes en varios accesos clave a Buenos Aires y otras ciudades importantes del país. Para calentar motores, los transportistas iniciaron con una marcha multitudinaria sobre el obelisco, en el centro de Buenos Aires, y caminaron cortando las calles hasta el ministerio de Trabajo. Otros trabajadores también bloquearon temporalmente el acceso al aeropuerto internacional de Ezeiza.

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