miércoles, 12 de agosto de 2015

Evo Morales da un paso para normalizar relaciones con EE UU

El presidente se reúne con el encargado de Negocios estadounidense residente en el país

FERNANDO MOLINA La Paz 11 AGO 2015 - 20:14 CEST


Por primera vez después de la expulsión del embajador de Estados Unidos de Bolivia, en 2008, el presidente Evo Morales se reunió con el encargado de Negocios estadounidense residente en el país, Peter Brennan, y hablaron de mejorar las relaciones entre ambos países de aquí en adelante, hasta llegar a una reposición de embajadores.

EN los últimos tiempos, los diplomáticos estadounidenses han tratado de lograr un acercamiento al Gobierno, que pareció realizarse en un par de ocasiones, pero finalmente se frustró por la oposición directa de Morales, que ha hecho su carrera política en constante oposición a Washington, su política y sus líderes.

Los discursos presidenciales de Morales contra el "imperio" estadounidense son cotidianos

Los discursos presidenciales contra el "imperio" estadounidense son cotidianos y su ataque contra la Administración de Barack Obama cuando declaró a Venezuela una amenaza para la seguridad de Estados Unidos fue muy duro. Durante la anterior gestión del presidente boliviano, se supo que Washington había llegado a nombrar un candidato a embajador, pero este no recibió el visto bueno de Bolivia. Ahora Brennan señala que el proceso de reposición de embajadores, que se enmarca en un acuerdo firmado en 2012 por los ministerios de Exteriores de ambas naciones, avanzará "paso a paso" y no quiere darlo por hecho.

Morales comenzó su liderazgo en los años 80 como dirigente de los productores de coca, que se enfrentaron durante décadas a la política antidrogas impulsada por la embajada de Estados Unidos en el país, lo que marcó fuertemente la ideología del futuro presidente. Ya en el cargo, expulsó rápidamente a la DEA, contra la que había luchado en los tiempos en que su sindicato exigía más espacio para la producción de coca. Luego hizo lo mismo con el embajador Philip Goldberg, quien poco antes se había reunido con los gobernadores opositores en un momento en que la polarización de la sociedad llegaba a su pico más alto, y cuando la Venezuela de Hugo Chávez había hecho algo similar. Finalmente, y por causas parecidas, echó de Bolivia a la agencia de cooperación USAID, que había funcionado aquí por más de medio siglo. Pese a ello, los diplomáticos asignados por Obama en el país no solo se muestran autocríticos por la actitud de EE UU en el pasado, en el que la embajada llegaba a autorizar los cambios de ministros, sino que también se esfuerzan por hacer que los gobernantes izquierdistas los vean como aliados antes que como enemigos, una posición que rechaza la oposición republicana estadounidense, igual que la oposición más radical en Bolivia, para la que Obama actúa como un "cómplice" del recorte de las libertades democráticas que aquella atribuye al Gobierno de Morales.

Las conversaciones boliviano- estadounidenses pueden estar ahora mejor encaminadas que en el pasado, porque Morales, con nueve años de gestión y una aprobación superior al 70%, puede prescindir de la popularidad que le suministró hasta ahora la marginación de la otrora poderosa embajada de Estados Unidos a un papel de tercera línea.

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