viernes, 4 de marzo de 2016

El control remoto de Aleuy

La influencia del subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, ha crecido en La Moneda. Su reemplazo a Jorge Burgos no pasó inadvertido en el oficialismo, y algunos creen que dicho rol no le incomodó. Mientras tanto, el titular regresa el lunes, manteniendo algunas cuentas pendientes con Bachelet.

Por David Muñoz y Víctor Hugo Moreno

Los primeros días de gobierno, el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, instaló en su oficina en el ala nororiente del palacio de La Moneda tres pantallas LCD que sintonizaban canales de noticias y la conexión con las cámaras de la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT). Unos meses después, el número de pantallas se duplicó, y luego crecieron a nueve. Hoy son doce.

24 Horas y CNN Chile son los únicos dos canales de televisión sintonizados. El resto de las pantallas le entregan una variopinta oferta de información: desde el clima, actividad volcánica, sísmica, incendios forestales, niveles de agua, e incluso la actualización de la promulgación de leyes en el Diario Oficial.

Pero hay una que captura la atención de todo el que llega a su oficina: sobre un fondo negro se despliega un mapamundi con luces encendidas que indican niveles de alerta y avisos en línea de los ataques cibernéticos que se están produciendo en todo el orbe.

Esta es quizás la mejor analogía de lo que es hoy Mahmud Aleuy en La Moneda. Más allá de su rol como subsecretario del Interior, secundando al ministro del Interior, Jorge Burgos, en las áreas de seguridad pública y resolución de conflictos y emergencias, Aleuy se ha convertido en el hombre que en La Moneda monitorea y controla todos los temas, incluyendo la situación política del gobierno y la Nueva Mayoría. Para unos, una obsesión necesaria. Para otros, a Aleuy “se lo comió el personaje”.

Esta realidad se hizo evidente esta semana, en que el jefe del gabinete disfrutaba de su descanso luego de quedar a cargo de La Moneda durante las vacaciones de Bachelet.

Si bien este esquema estuvo convenido y planificado con antelación —que Burgos saliera justo cuando regresaba Bachelet—, llamó la atención que la mandataria convocara el lunes pasado a su primer consejo de gabinete del año en ausencia de su ministro del Interior.

Las cosas fueron así: la presidenta se reunió a primera hora del lunes con todo su gabinete, secundada por Aleuy, cita en la que bajó la línea para su tercer año de gobierno, que coincide con el inicio de los periodos electorales y la recta final de su mandato. El mensaje de Bachelet fue claro: existe un escenario de crisis de confianza en la política que hay que revertir. Tras su discurso, vino el del ministro del Interior (s), quien fue aun más pesimista, advirtiendo que dependía de la capacidad de gestión del gobierno asegurar la proyección de la Nueva Mayoría.

El mensaje fue muy similar al que entregó horas después el propio Aleuy a los presidentes de partido del bloque en la tradicional reunión de los ministros del comité político con los partidos. En esa cita, también reforzó al ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, quien intentaba explicar su resistido plan de ajuste fiscal. Para ello utilizó una anécdota: dijo que nunca ha entendido por qué en los viajes al exterior las comitivas chilenas siempre son más numerosas que las de países desarrollados, incluso más que las chinas, graficando así, a su juicio, el exceso de gasto fiscal de algunas reparticiones.

Este mensaje de Aleuy no era nuevo ni casual. El domingo en una entrevista en el diario El Mercurio, había expresado gran parte de este diagnóstico, opinando sobre temas que muchos en el bloque y en el gobierno consideraron que le correspondían al ministro Burgos.

El senador del MAS Alejandro Navarro no escondió una opinión que fue compartida por algunos de los dirigentes y reprochada por otros a la salida del comité político.

“Uno podría tenerle más o menos simpatía a Burgos o a Aleuy, pero con Aleuy se va a los temas de fondo, sin preámbulo; hemos tenido a un ministro del Interior de corta decisión, así que bien (...)Burgos le hace más a la política. Aleuy tiene menos discurso y más acción”, dijo.

LAS REDES DE PANCHO

A esta altura no es un misterio para nadie en La Moneda que la relación del ex ministro del Interior Rodrigo Peñailillo con el subsecretario Aleuy era mala. El ex jefe de gabinete tenía su propia de red de informantes y colaboradores en todos los ministerios y reparticiones con los que mantenía un cierto control global del gobierno. Aleuy estaba más bien concentrado en las emergencias y la seguridad pública, mientras Peñailillo operaba políticamente. Pero nadie olvida en Palacio la primera vez que el subsecretario se metió en la política dura. Una semana después del estallido del caso Caval, Peñailillo se tomó vacaciones, tiempo que fue aprovechado por Aleuy para organizar una ronda de reuniones con el oficialismo y la oposición, a quienes recibió en su oficina. Se dijo que estaba explorando un acuerdo político transversal, como una forma de enfrentar la crisis de confianza instalada a esa altura tras los casos Penta y Caval. Aleuy hizo una gestión que nunca estuvo en los planes de Peñailillo y que, una semana después, pasó al olvido.

Con Peñailillo fuera del gabinete y la llegada de Burgos, Aleuy encontró más espacio para echar andar una aceitada maquinaria política y crecer en influencia en el entorno más cercano a la mandataria, antes encapsulado por el ex ministro y la G-90. Bachelet depositó toda su confianza en su jefa de gabinete, Ana Lya Uriarte, y en subsidio en Aleuy, cercano a ambas, ya que compartieron en el pasado militancia en la Nueva Izquierda, también junto a CamiloEscalona, quien se mantiene formalmente al margen de este círculo de poder.

Con Peñailillo fuera del gabinete y la llegada de Burgos, Aleuy encontró más espacio para echar a andar una aceitada maquinaria política y crecer en influencia en el entorno más cercano a la mandataria, antes encapsulado por el ex ministro y la G-90.

“Pancho” como le dicen quienes trabajan o han trabajado con él —recordando la chapa que utilizó durante la clandestinidad en dictadura— fue perfeccionando día a día su sistema de monitoreo y seguimiento de los conflictos y problemas del gobierno. A diferencia de Peñailillo, no instaló asesores ni funcionarios, sino que fue reactivando complicidades con otros personajes de segunda línea, todos con un mismo perfil: militantes de viejo cuño, mayores de 40 años, con historia de lucha partidaria, ex candidatos, ex autoridades, ex colaboradores de las campañas de la Concertación desde la DC hasta el PC. Incluso, por esos días, crearon junto al nuevo ministro del Interior, una unidad de análisis y resolución de conflictos a cargo de Víctor Maldonado, ex secretario nacional de la DC.

La convivencia fluía bastante bien los primeros meses, hasta que enfrentaron el paro de los camioneros de La Araucanía que amenazaron con llegar con sus máquinas hasta La Moneda. Ahí se produjo el primer quiebre. Mientras Aleuy se negó a que llegaran a Santiago, Burgos se impuso autorizando la marcha de los camiones. El episodio dejó heridas que costó que sanaran.

MILITANTE DE BASE

Los primeros días de enero, Qué Pasa reveló que Aleuy había iniciado contactos con los partidos para analizar la situación electoral de la coalición con miras a las municipales. Se hablaba de un documento elaborado por Víctor Maldonado, con un análisis comuna a comuna. Aleuy negó en público este escenario, ante acusaciones de la oposición de que podía existir intervencionismo electoral. Lo cierto es que después de este hecho, Burgos y Aleuy convocaron a los expertos electorales del bloque a una reunión informativa en Palacio. Según confirmaron asistentes al encuentro, los partidos expusieron sus realidades y hubo un intercambio de opinión con ambos personeros de gobierno.

El subsecretario del Interior fue por años el encargado electoral del PS y figura clave en las dos últimas elecciones municipal, parlamentaria y presidencial. Quienes lo conocen saben que su necesidad de “controlarlo todo” incluye la proyección electoral del bloque. Dicen que conoce la realidad de cada comuna de Chile, y basa sus conocimientos en cifras que actualiza permanentemente, sin que ello implique utilizar los recursos del Estado.

De hecho, las mismas fuentes señalan que su interés es influenciar, aconsejar y aportar con estrategia. En privado ha comentado, de hecho, que si bien en su partido existe una norma expresa que prohíbe a funcionarios de gobierno participar en decisiones partidarias, dice ser contrario a dicha medida, pues para él, un militante de base, “todo es política”, por lo que el futuro de su partido y su coalición no le son ajenos.

MAPA DE PODER

El estilo de Aleuy y su creciente rol en el gobierno han despertado las sospechas en La Moneda. Desde su entorno y fuera de él dicen que, como nunca antes, ha aparecido en él la ambición de ser el próximo ministro del Interior. Una situación que es contradictoria con lo que ha sido su esencia: siempre le ha acomodado influir desde una segunda línea. “Su entrevista en El Mercurio es de una autoridad que ya no quiere estar en segunda línea”, dice un asesor de gobierno, retratando este nuevo ánimo.

El escenario se acrecienta frente a la debilitada posición en la que se mantiene el ministro del Interior, Jorge Burgos, quien pese a dar una demostración de fuerza al imponer su opinión respecto de la salida del administrador de La Moneda, Cristián Riquelme —resistida por la propia mandataria— no ha logrado revertir la fría y distante relación que mantiene con la presidenta.

“Uno podría tenerle más o menos simpatía a Burgos o a Aleuy, pero con Aleuy se va a los temas de fondo, sin preámbulo; hemos tenido a un ministro de Interior de corta decisión, así que bien”, dijo el senador del MAS Alejandro Navarro.

Enfriamiento que tuvo su punto cúlmine durante el episodio de su marginación completa de la organización del viaje de Bachelet a La Araucanía en diciembre pasado.

Aunque este miércoles, Bachelet negó que estuviera distante de Burgos en una entrevista radial.

Tras el impasse Bachelet y Burgos pactaron un nuevo trato, del que Aleuy se mantuvo al margen. Pese a esto, se ha rumoreado que el ministro renunciaría a su cargo, lo que en su entorno rechazan tajantemente, pues dicen que tiene intención de trabajar “hasta que la presidenta lo disponga”. En este escenario emerge la figura de Aleuy, como una eventual carta para reemplazarlo.

“Sería sincerar el verdadero mapa de poder de La Moneda”, dice un ex asesor de Palacio, pese a que hay otras fuentes que descartan que el subsecretario busque dar ese salto. Además le juega en contra su mala relación con la presidenta del PS, Isabel Allende, y el hecho de que Bachelet ha transmitido que no pondría a un PS en Interior.

En su entorno también lo descartan, dicen que Aleuy es respetuoso de las jerarquías y que, aunque habla a menudo con la presidenta, para él quien tiene la prioridad en la toma de decisiones es el ministro del Interior.

Mientras tanto, Aleuy tendrá este viernes otra importante reunión: liderará el consejo de Intendentes. Será la primera vez durante este gobierno que la cita no sea conducida por el titular del Interior. Burgos regresa de vacaciones el lunes.

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