por Francisco Pardo U para Suplemento Tendencias - 26/11/2011 - 11:24
SERIA IDEAL partir este reportaje diciendo que en el extremo sur de Chiloé estábamos un grupo de turistas y locales hipnotizados en un pequeño televisor -como la película Historias de Fútbol de Andrés Wood- mirando cómo la selección chilena derrotaba a su similar de Uruguay, mientras afuera llovía y nosotros celebrábamos comiendo sopaipillas. Pero ya todos sabemos que hubo un bautizo, que algunos jugadores "no estaban en condiciones" y que nos golearon cuatro cero. Y la verdad es que tampoco llovía y el televisor era un mini plasma. Next.
Entonces vamos a comenzar en otro punto: Castro. Específicamente, en los clásicos palafitos que hasta hace algún tiempo se caían de indiferencia y hoy se revitalizan con proyectos como el restobar Mar & Canela (www.marycanela.cl) y que sirve de insuperable entrada a uno de los lugares más bellos y místicos del país, la Gran isla de Chiloé.
Abrimos el recorrido con murta sour y con un ceviche -con trocitos de nalca-, dentro de un panqueque de betarraga y, sin pensar en el plato de fondo, saltamos directo al postre: mousse de harina tostada con mermelada de ruibarbo, que provoca entendibles sonrisas entre los comensales. Excelente propuesta de este restaurante que incluye productos locales en sus preparaciones. Aunque la comida no marida muy bien con lo que nos cuentan algunos castreños. ¿Cuándo un pueblo deja de serlo? Una posibilidad, es cuando la iglesia ya no es el punto más alto del lugar. Y en este caso, la clásica iglesia de Castro será levemente sobrepasada por un mall en pleno centro que, según nos dicen, se comerá a los pequeños locales comerciales. Castro está en esa vía a la que le dicen progreso. Y un casino de juegos es otro de los "avances". Comillas más, comillas menos, lo de los palafitos es una gran noticia y, unos metros más allá, hay uno convertido en hostal por si quiere dormir sobre una clásica postal sureña. Se llama Palafito Hostel (www.palafitohostel.com), de muy buen diseño y mejores precios ($42.000 la suite matrimonial en temporada alta).
Y hay otros proyectos turísticos que apuestan por esta zona y sus paisajes. Se trata de dos flamantes hoteles.
Quilquico, el primero, se ubica en la península de Rilán, a 16 km de Castro. Fue abierto en el mes de agosto y además de sus cálidas instalaciones y humedales próximos, destacan las buenísimas vistas desde sus habitaciones y un helado de miel de ulmo que es totalmente adictivo (www.hotelparquequilquico.cl). El otro se llama Refugia y está al frente de Quilquico, en la misma península, pero en la playa de San José. Su concepto es "boutique", con sólo 12 habitaciones y, al igual que con Quilquico, imagínese estos lugares rodeados de verdes praderas, campo y playa (www.refugia.cl).
SERIA IDEAL partir este reportaje diciendo que en el extremo sur de Chiloé estábamos un grupo de turistas y locales hipnotizados en un pequeño televisor -como la película Historias de Fútbol de Andrés Wood- mirando cómo la selección chilena derrotaba a su similar de Uruguay, mientras afuera llovía y nosotros celebrábamos comiendo sopaipillas. Pero ya todos sabemos que hubo un bautizo, que algunos jugadores "no estaban en condiciones" y que nos golearon cuatro cero. Y la verdad es que tampoco llovía y el televisor era un mini plasma. Next.
Entonces vamos a comenzar en otro punto: Castro. Específicamente, en los clásicos palafitos que hasta hace algún tiempo se caían de indiferencia y hoy se revitalizan con proyectos como el restobar Mar & Canela (www.marycanela.cl) y que sirve de insuperable entrada a uno de los lugares más bellos y místicos del país, la Gran isla de Chiloé.
Abrimos el recorrido con murta sour y con un ceviche -con trocitos de nalca-, dentro de un panqueque de betarraga y, sin pensar en el plato de fondo, saltamos directo al postre: mousse de harina tostada con mermelada de ruibarbo, que provoca entendibles sonrisas entre los comensales. Excelente propuesta de este restaurante que incluye productos locales en sus preparaciones. Aunque la comida no marida muy bien con lo que nos cuentan algunos castreños. ¿Cuándo un pueblo deja de serlo? Una posibilidad, es cuando la iglesia ya no es el punto más alto del lugar. Y en este caso, la clásica iglesia de Castro será levemente sobrepasada por un mall en pleno centro que, según nos dicen, se comerá a los pequeños locales comerciales. Castro está en esa vía a la que le dicen progreso. Y un casino de juegos es otro de los "avances". Comillas más, comillas menos, lo de los palafitos es una gran noticia y, unos metros más allá, hay uno convertido en hostal por si quiere dormir sobre una clásica postal sureña. Se llama Palafito Hostel (www.palafitohostel.com), de muy buen diseño y mejores precios ($42.000 la suite matrimonial en temporada alta).
Y hay otros proyectos turísticos que apuestan por esta zona y sus paisajes. Se trata de dos flamantes hoteles.
Quilquico, el primero, se ubica en la península de Rilán, a 16 km de Castro. Fue abierto en el mes de agosto y además de sus cálidas instalaciones y humedales próximos, destacan las buenísimas vistas desde sus habitaciones y un helado de miel de ulmo que es totalmente adictivo (www.hotelparquequilquico.cl). El otro se llama Refugia y está al frente de Quilquico, en la misma península, pero en la playa de San José. Su concepto es "boutique", con sólo 12 habitaciones y, al igual que con Quilquico, imagínese estos lugares rodeados de verdes praderas, campo y playa (www.refugia.cl).
VOY PA' QUELLON
Dejamos atrás Castro y en bus avanzamos hacia el sur, camino a Quellón. Por las ventanas se cuelan los paisajes de Chiloé, los melancólicos botes en las bahías y la plaga del espinillo, un arbusto que se propaga como maleza y cuya flor de intenso amarillo tiñe extensos terrenos, generando una atractiva panorámica.
En Quellón nos desviamos unos 40 km hasta la entrada norte del, tal vez, parque privado más importante de Chile: Tantauco. Un territorio de 118 mil hectáreas y 154 km de costas que, más que por sus atractivos, es famoso por ser propiedad de Sebastián Piñera, quien lo adquirió hace seis años, por un monto cercano a los seis millones de dólares. Pero el parque quiere darse a conocer y abrirse a los turistas, especialmente chilenos, que son el 85% de los que lo visitan. Y podríamos decir que el flujo es bajo. Durante el 2010 recibió alrededor de 1.200 turistas y este año quieren llegar a 2.000. Atractivos no le faltan. Basta decir que el parque está emplazado en uno de los 25 territorios más ricos en biodiversidad a nivel mundial, y su principal objetivo es la conservación de estos recursos y su delicada flora y fauna.
La entrada norte, llamada Chaiguata, es la más visitada. Ahí se puede llegar en auto (camioneta en lo preferible) al sector donde se ubican sus zonas de camping. Son 15 muy buenos sitios de camping, emplazados en un bosque de baja altura y conectados por senderos, los que también unen los seis domos de ocho camas cada uno, una casona central que funciona como fogón, el lago Chaiguata, sus puentes colgantes y caminos interiores. Una de las razones del porqué este parque puede ser uno de los mejores de Chile es precisamente por sus instalaciones y su cuidado paisajismo. La impronta del arquitecto Edward Rojas se palpa en todas ellas, con maderas de ciprés muerto, césped en los techos, etc.
Otra razón son sus más de 150 km de senderos. De hecho, si le gusta el trekking, este lugar debe estar entre los tres primeros lugares de Chile para la práctica de este deporte. Desde Chaiguata parten algunas rutas que se internan en lo más profundo del sur de Chiloé. Y los hay de variada intensidad. Es decir, el visitante puede caminar desde una media hora, a nueve días (la ruta que conduce a caleta Zorra). Aunque hay una ruta preferida por los turistas que conecta la zona de Chaiguata con Caleta Inio y que dura unos cinco días, llamada Transversal. ¿Qué se ve? Grandes extensiones de turberas (especie de esponjas del bosque que acumulan agua), bosques de tepú, ciprés de las Guaitecas y el omnipresente bosque chilote. Ahora, si quiere conocer caleta Inio sin caminar, en Chiloé siempre habrá una lancha...
VOY PA' INIO
Hay que coordinar con el parque el traslado y el viaje cuesta $20.000. Se embarca en Quellón y tras dos horas de navegación en lancha rápida, arribamos a la especial y bellísima Caleta Inio, de 140 habitantes, con mariscos por doquier, extensas playas y calma.
Lo primero que llama la atención, luego de bajar al muelle, es una casona de ciprés donde Piñera tiene su departamento. Allí, además, hay un pequeño museo y funciona la administración. Mentira, lo primero que llama la atención es el paisaje soleado en el asentamiento más austral de la Isla Grande de Chiloé. Porque hay que decirlo.
Si algo puede complicar una visita a esta aislada región es el clima: varios días seguidos de lluvia no ayudan a caminar por sus senderos. Pero basta con revisar el pronóstico antes de ir. Y sin duda, vale totalmente la pena el riesgo.
"Acá no tenemos glaciares ni cascadas, pero sí tenemos un montón de otras cosas", dice Alan Bannister, administrador general del parque, mientras caminamos hacia el faro de Inio. Entonces, acá van los Top 3 del sur del parque. Número tres. Todos los senderos de trekking (como el Quilanlar) o como el de Punta Rocosa, por el que caminamos y que se interna en el bosque en dirección al faro. Desde los 14 metros de altura del faro -o 55 del nivel del mar- se disfruta de la más que hermosa geografía de bosques y extensas y solitarias playas. Sin contar a las ranitas de Darwin, pájaros carpinteros, zorros chilotes, ballenas azules y toninas de allá abajo, claro.Número dos. Los sitios de campings y la muy buena casa de huéspedes ($30.000, con baño privado) que se incorpora armónicamente al paisaje.
Y número uno. Los habitantes de Caleta Inio, especialmente los 13 guías locales que desde este verano se encargarán de atender el fogón central con comidas locales, además de llevar a los turistas por los senderos. Si no lo cree, imagine esto: ayer la cena fue un cordero al palo y hoy, un curanto al hoyo que lleva 42 kilos de almejas, 30 de choritos, papas, costillar ahumado, milcaos y demases. La señora Silvia Hueicha invita a tomar mate, a comer sopaipillas y a oír historias junto al fuego. "Aquí aprendimos a atender a los turistas cuando venía Piñera con sus amigos", dice la señora Silvia, "y ponle ahí en el reportaje que invitamos a todos los turistas a que vengan, porque los trataremos como reyes. Es que si no vienen, no hay trabajo", comenta antes de salir disparada a sacar las hojas de nalca y disfrutar del mejor curanto al hoyo que este periodista ha probado en la vida.
Los senderos de Tantauco
Si le gusta caminar y tiene el equipamiento y preparación física necesarios, el parque Tantauco debe estar entre sus próximos viajes.
El territorio es ideal para ello. En sus 118.000 hectáreas se encuentran extensas áreas planas, con humedales, lagunas, cipresales y una cordillera cubierta de bosques que no supera los 400 metros. Entre los trekkings recomendados, además del nombrado en el artículo, llamado Transversal y que se extiende por cinco días, podemos encontrar la ruta Chaiguata-Caleta Zorra-Chaiguata, que dura ocho días (82 kilómetros), y la Ruta Tantauco, Chaiguata-Caleta Zorra-Inio, que toma nueve días y posee una longitud de 94 kilómetros.
En las rutas no existen posibilidades de comunicación con el exterior, por lo que cada persona que entra al sendero lo hace bajo su propia responsabilidad y si bien existen refugios para ocho personas, con cocina y estufa, se recomienda que cada caminante lleve su propia comida y carpa. Las rutas también cuentan con pequeñas paradas de madera para protegerse de la lluvia.
www.parquetantauco.cl
No hay comentarios.:
Publicar un comentario