jueves, 1 de marzo de 2012

Alivio en el mayor foco de tensión en Asia

Algunos especialistas dudan de que Corea del Norte abandone alguna vez su programa nuclear

JOSE REINOSO Sendai

La moratoria en la realización de ensayos atómicos y pruebas de misiles de largo alcance declarada por Corea del Norte es un paso clave para el relanzamiento de las conversaciones internacionales sobre el desmantelamiento del programa de armas nucleares de Pyongyang y abre el camino a la pacificación de uno de los focos de mayor tensión de Asia oriental. En las llamadas negociaciones a seis bandas, que Pyongyang abandonó a principios de 2009, participan las dos Coreas, Estados Unidos, China, Rusia y Japón.

Para Corea del Sur, que sigue técnicamente en guerra con en Norte, la decisión de Pyongyang aplica un poco de bálsamo a unas relaciones que se han deteriorado en los últimos años, especialmente tras los ataques sobre el Sur en 2010, y abre una rendija hacia la futura normalización de los lazos mutuos, que, según los analistas, debería incluir la firma de un tratado de paz que ponga fin de forma definitiva a la guerra de Corea (1950-1953). El conflicto acabó tan solo con un alto el fuego.

Hace 10 días, Corea del Sur llevó a cabo unos ejercicios de tiro desde varias islas cercanas a la frontera marítima en disputa entre los dos países, a pesar de las amenazas de su rival, que advirtió que estaba preparado para una “guerra total” y que las pruebas conducirían a un “colapso total” de las relaciones entre ambos países.


Los contactos entre los dos vecinos pasan por malos momentos como consecuencia del bombardeo norcoreano en noviembre de 2010 de la isla Yeonpyeong, en el que murieron cuatro surcoreanos, y el hundimiento en marzo de ese año de una corbeta del Sur, en el que fallecieron 46 marineros. Seúl culpó al Norte del ataque, pero Pyongyang rechazó cualquier implicación.

Japón ha dado la bienvenida al anuncio de la moratoria y ha dicho que es un paso importante para resolver los problemas pendientes. “Esperamos que la coordinación para implementar lo que ha sido acordado progrese de forma fluida”, ha dicho el ministro de Exteriores, Koichiro Gemba.

Para Tokio, que ve con temor la existencia de un enemigo con armas nucleares como Corea del Norte, una futura normalización de las relaciones debe pasar también por la resolución de la espinosa cuestión de los ciudadanos japoneses que fueron secuestrados en el pasado por el Norte. Estados Unidos asegura que ha pedido a Pyongyang que afronte este problema.

China por su parte, anfitrión de las negociaciones a seis bandas, defiende una solución que ante todo garantice la estabilidad en la Península coreana. Un conflicto en la región podría generar una avalancha de refugiados norcoreanos hacia su territorio.

A pesar del progreso que supone la moratoria, algunos especialistas dudan de que el Gobierno de Corea del Norte abandone alguna vez su programa de armas atómicas, temeroso del fin que han tenido otros regímenes como el de Sadam Husein. Desde la muerte del anterior mandatario Kim Jong-il, el 17 de diciembre, Pyongyang ha prometido mantener las políticas del fallecido líder y ha ligado su programa nuclear al legado de Kim Jong-il.

Washington y los vecinos de Corea del Norte están siguiendo con atención cómo el nuevo líder norcoreano, Kim Jong-un, hijo de Kim Jong-il, navega las tensas relaciones con Seúl y la serie de maniobras navales que Estados Unidos tiene previsto llevar a cabo con Corea del Sur en la zona en los próximos meses. Estados Unidos tiene alrededor de 28.500 soldados en Corea del Sur como medida disuasoria, según afirman tanto Washington como Seúl.

Tras el ataque de 2010, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur declararon un frente unido contra Pyongyang. Los dos países asiáticos acogen entre ambos a más de 100.000 miembros de las fuerzas armadas estadounidenses, pero cooperan poco militarmente entre ellos, debido a las tensiones históricas resultado del pasado invasor militar de Japón.

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