La tasa de participación medirá la solidez del régimen
ÁNGELES ESPINOSA Dubái 2 MAR 2012 - 10:55 CET
Los colegios electorales han abierto a las ocho de la mañana en todo Irán, según han informado los medios estatales. Pero la pelea en estas legislativas no está tanto en quién de los 3.467 preseleccionados por el Consejo de Guardianes logra uno de los 290 escaños del Parlamento, como en cuántos iraníes endorsan al régimen con su participación. El propio líder supremo, Ali Jameneí, ha reconocido que esta es “vital” para garantizar la seguridad del país, tras depositar su voto a primera hora.
En un gesto significativo, la agencia Fars (vinculada a los poderosos Pasdarán) anunció la víspera una previsión de participación del 65,5%. Menos del 60% sería una derrota para el régimen, coinciden los observadores. Sin embargo, la web reformista Kalame no espera más allá de un 10%. Los simpatizantes del Movimiento Verde han decidido boicotear los comicios dado que sus principales líderes, Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí, siguen bajo arresto domiciliario sin cargos.
El régimen ha hecho frente a un dilema ante estos comicios. Por un lado, necesitaba la participación que le legitime. Por otro, temía que una campaña viva y con debate diera lugar a nuevas manifestaciones de descontento como las que siguieron a las controvertidas presidenciales de 2009 (en las que Mahmud Ahmadineyad derrotó a Musaví y Karrubí).
Así, tras reducir al mínimo la parafernalia electoral previa, en el tramo final ha acelerado sus esfuerzos para animar al voto. Los directores de los medios de comunicación han recibido instrucciones al respecto, y Teherán se ha llenado de carteles en los que se asegura que si vota “menos del 50%, EE UU podrá atacar con facilidad a Irán”. En el culmen de la manipulación, se atribuye esa información a diversos medios extranjeros. Incluso PressTV, el órgano de propaganda del régimen en inglés, asegura que “EE UU tiene pánico a la participación de los iraníes en las elecciones”.
Sin embargo, el voto no es tampoco un signo de respaldo al régimen. Muchos iraníes acuden a las urnas para evitarse problemas, sobre todo entre los funcionarios, lo estudiantes y todos aquellos que necesitan realizar gestiones con organismos oficiales. Sus shenasnameh, una especie de libro de familia, son sellados en cada elección.
Dada la escasa transparencia del Gobierno iraní, es difícil tener una idea global de la asistencia a las urnas a media jornada. En Teherán, la única ciudad donde la presencia de algunos periodistas extranjeros y diplomáticos permite hacerse una idea, se repetía el esquema habitual: colas en los colegios electorales de los barrios populares (donde el régimen encuentra sus principales apoyos) y escasa presencia en las zonas de clase media. Contra el tópico, los barrios de clase alta están ahora ocupados por nuevos ricos que se benefician del sistema.
La votación dura hasta las seis de la tarde hora local (15.30 hora peninsular española) aunque en todas las convocatorias anteriores se ha extendido el plazo dos horas más. No es previsible que haya resultados hasta mañana, aunque en 2009 el triunfo de Ahmadineyad se anunció a las once de la noche, antes de que hubiera terminado el recuento de votos.
Los colegios electorales han abierto a las ocho de la mañana en todo Irán, según han informado los medios estatales. Pero la pelea en estas legislativas no está tanto en quién de los 3.467 preseleccionados por el Consejo de Guardianes logra uno de los 290 escaños del Parlamento, como en cuántos iraníes endorsan al régimen con su participación. El propio líder supremo, Ali Jameneí, ha reconocido que esta es “vital” para garantizar la seguridad del país, tras depositar su voto a primera hora.
En un gesto significativo, la agencia Fars (vinculada a los poderosos Pasdarán) anunció la víspera una previsión de participación del 65,5%. Menos del 60% sería una derrota para el régimen, coinciden los observadores. Sin embargo, la web reformista Kalame no espera más allá de un 10%. Los simpatizantes del Movimiento Verde han decidido boicotear los comicios dado que sus principales líderes, Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí, siguen bajo arresto domiciliario sin cargos.
El régimen ha hecho frente a un dilema ante estos comicios. Por un lado, necesitaba la participación que le legitime. Por otro, temía que una campaña viva y con debate diera lugar a nuevas manifestaciones de descontento como las que siguieron a las controvertidas presidenciales de 2009 (en las que Mahmud Ahmadineyad derrotó a Musaví y Karrubí).
Así, tras reducir al mínimo la parafernalia electoral previa, en el tramo final ha acelerado sus esfuerzos para animar al voto. Los directores de los medios de comunicación han recibido instrucciones al respecto, y Teherán se ha llenado de carteles en los que se asegura que si vota “menos del 50%, EE UU podrá atacar con facilidad a Irán”. En el culmen de la manipulación, se atribuye esa información a diversos medios extranjeros. Incluso PressTV, el órgano de propaganda del régimen en inglés, asegura que “EE UU tiene pánico a la participación de los iraníes en las elecciones”.
Sin embargo, el voto no es tampoco un signo de respaldo al régimen. Muchos iraníes acuden a las urnas para evitarse problemas, sobre todo entre los funcionarios, lo estudiantes y todos aquellos que necesitan realizar gestiones con organismos oficiales. Sus shenasnameh, una especie de libro de familia, son sellados en cada elección.
Dada la escasa transparencia del Gobierno iraní, es difícil tener una idea global de la asistencia a las urnas a media jornada. En Teherán, la única ciudad donde la presencia de algunos periodistas extranjeros y diplomáticos permite hacerse una idea, se repetía el esquema habitual: colas en los colegios electorales de los barrios populares (donde el régimen encuentra sus principales apoyos) y escasa presencia en las zonas de clase media. Contra el tópico, los barrios de clase alta están ahora ocupados por nuevos ricos que se benefician del sistema.
La votación dura hasta las seis de la tarde hora local (15.30 hora peninsular española) aunque en todas las convocatorias anteriores se ha extendido el plazo dos horas más. No es previsible que haya resultados hasta mañana, aunque en 2009 el triunfo de Ahmadineyad se anunció a las once de la noche, antes de que hubiera terminado el recuento de votos.
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