La primera potencia europea y sus aliados han endurecido su postura sobre la unión bancaria
CLAUDI PÉREZ Bruselas 26 SEP 2012 - 13:49 CET
Berlín pinchó ayer dos globos. Ni la supervisión bancaria europea llega a tiempo para España —es más: tardará años, según el esquema que Alemania tiene en la cabeza— ni la recapitalización directa de bancos permitirá al Gobierno español soltar lastre. Bruselas se ha enfrentado este miércoles con la boca pequeña a Alemania, Holanda y Finlandia por el calendario: “Debe aprobarse a final de año, como aprobaron los jefes de Estado y de Gobierno en la última cumbre”, ha dicho esta mañana un portavoz.
No obstante, la Comisión pasó de largo sobre las nuevas exigencias de Berlín, que no quiere de ninguna manera que los activos tóxicos del banco malo español acaben siendo responsabilidad del mecanismo de rescate (Mede). Un jarro de agua fría para España. El Gobierno confiaba en que este trasvase de créditos inmobiliarios dañados desde el sector privado al público, lo que supondrá un buen pellizco adicional para la deuda del Estado, desapareciese después del balance del Reino de España para pasar al mecanismo de rescate europeo.
Pese a que el vicepresidente de la Comisión, Olli Rehn y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, aseguraron en julio —con absoluta claridad— que el Mede se haría cargo de los activos tóxicos del banco malo una vez todo el entramado estuviera en marcha (supervisión única del BCE, mecanismo de rescate operativo y recapitalización directa de bancos), el portavoz de Rehn no ha querido defender hoy esa postura.
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“Eso tienen que acordarlo los Estados Miembros”, ha dicho. De esa manera, saltan por los aires los automatismos para romper el círculo vicioso entre problemas bancarios y problemas de deuda que salieron de la última cumbre. El BCE y su programa de compra de bonos condicionado a un nuevo rescate se convierte así en la última línea de defensa del euro, y en última instancia de España.
Ni siquiera Madrid defiende ya la posibilidad de que, con la supervisión bancaria y la recapitalización directa, lo que se gaste el Estado en rescatar a los bancos no añada varios puntos a la creciente deuda pública. El Gobierno asume que esa posibilidad se da prácticamente por perdida.
El Ministerio de Economía apuntó ayer que el coste final del rescate bancario, de unos 55.000 millones de euros, se quedará en 40.000 millones si el banco malo vende activos y las entidades consiguen algo de capital por su cuenta, algo muy dudoso en este momento, según fuentes europeas. Esa cifra supone cuatro puntos adicionales de deuda, una cantidad “perfectamente asumible” para el nivel de endeudamiento del Estado, que seguirá por debajo de la media europea, según Economía.
“No es una prioridad del Gobierno”, dijo una portavoz del ministro Luis de Guindos para referirse a la jugada de Berlín, Ámsterdam y Helsinki. 40.000 millones: la comparación no es del todo buena, pero la revalorización de pensiones costaría en torno a una cuarta parte, 4.000 millones.
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