MARIANO CALLEJA / MADRID
Día 24/12/2012
Un año después de llegar a La Moncloa, con un país hecho trizas y una «sorpresa» en el cajón como fue recibir un déficit público mucho más alto que el anunciado por sus antecesores, el Gobierno de Mariano Rajoy es como un superviviente de un tsunami económico, político y social que ya ve cierta calma en el horizonte, tras luchar para no hundirse.
Doce meses después apenasqueda nada en pie de aquel programa electoralque, entre otras cuestiones, prometía no subir los impuestos. Y precisamente una de las primeras medidas que adoptó fue subir el IRPF, de manera temporal, cuando descubrió que el Gobierno de Zapatero había dejado como herencia un déficit del 8,5%, cuando lo previsto, comprometido y anunciado era el 6%. Unos meses después Bruselas elevó ese dato al 9,4%. Una desviación de más de 30.000 millones de euros que lastró todas las decisiones del presidente Rajoy y condicionó el resto de la legislatura.
«Soy absolutamente consciente de que no cumplimos nuestro programa electoral, y créame que no me agrada. Entiendo perfectamente el desencanto que esto ha producido en muchos ciudadanos que dieron su confianza al Partido Popular, incluso en otros que no se la dieron, pero quien me ha impedido cumplir mi programa ha sido la realidad», confesaba Mariano Rajoy a ABC el pasado 2 de septiembre, en la primera entrevista en prensa.
Subida de impuestos
Rajoy explicaba así el porqué de ese incumplimiento: «Nosotros nos hemos encontrado con un déficit público casi tres puntos superior al conocido. Casi tres puntos son 30.000 millones de euros. Y eso nos ha obligado a subir impuestos. Y a reducir los gastos. Nos ha obligado también a tomar decisiones buenas en materia de reducción de gasto».
El presidente del Gobierno subrayó que lo que no ha cambiado un ápice es su objetivo: crecer y crear empleo. «Todo lo que estamos haciendo es para ello». Por eso, anunció en estas páginas que en cuanto pudiera bajaría el IRPF. «A mí tampoco me ha gustado subir el IVA, pero es evidente que hoy financiar el déficit público, es decir, financiar lo que gastas de más por encima de lo que ingresas, es muy difícil, y ahí están las primas de riesgo en las que estamos. La situación es muy compleja, y la realidad obliga, pero este Gobierno no ha perdido las referencias».
Rajoy presidió el primer Consejo de Ministros el 23 de diciembre de 2011, y ya anunció que una semana después se aprobarían medidas urgentes anticrisis. Tras una semana frenética en el complejo de La Moncloa, con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, coordinando todos los ministerios sin un respiro, el 30 de diciembre llegaba el primer baño de realidad tras la alternancia en el poder. Elprimer plan de ajuste de la era Rajoy incluía un recorte de gasto de 8.900 millones deeuros y una previsión de ingresos de 6.000 millones, por la subida de impuestos. Eso sí, el PP cumplía una de sus promesas, con una revalorización del 1% de las pensiones, tras la congelación que habían sufrido con Zapatero.
Golpe a la credibilidad
«La credibilidad de la economía española recibió un golpe tremendo con la desviación de las cifras de déficit: causó un daño terrible a nuestra imagen en los mercados financieros y entre nuestros socios europeos. Y también está causando un daño terrible a los ciudadanos porque en definitiva son los que están asumiendo de una u otra manera el esfuerzo que todos debemos hacer para que España siga siendo el país cumplidor que ha sido siempre. Dicho esto, yo no tengo varitas mágicas ni nunca prometí milagros», afirmó Rajoy en la entrevista con ABC.
Con el doble objetivo de recuperar la credibilidad perdida y favorecer la creación de empleo, los primeros pasos del Ejecutivo estuvieron encaminados a aprobar con urgencia una reforma del mercado laboral para eliminar su «rigidez». El Gobierno no esperaba un «milagro» con esa reforma, y su previsión es que el paro siga desbocado hasta bien entrado 2013. Pero sí pretendía que se pusieran los cimientos de lafutura recuperación económica.
«La reforma laboral me va a costar una huelga general», reconoció Rajoy en Bruselas a finales de enero. No se equivocó, aunque en realidad en un año los sindicatos han convocado no uno, sino dos paros generales (el 29 de marzo y el 14 de noviembre), con una movilización masiva de sindicalistas, pero ante la indiferencia de la mayoría de españoles.
Protestas en la calle
El malestar en la calle, sin embargo, se ha hecho más notorio a medida que ha avanzado este primer año de legislatura y las reformas aprobadas no solo no han dado aún resultados positivos, sino que han sido acompañadas de duros recortes. Rajoy lo veía así en la entrevista con ABC: «Lo que estamos haciendo no es fácil (...) Y claro, esto a la gente le duele y yo lo entiendo. ¿Cómo no lo voy a entender? No soy un insensato. Pero estamos intentando ser justos y equitativos a la hora de repartir los esfuerzos». «Es difícil que se reaccione bien, pero puedo asegurarle que en muchísima gente encuentro comprensión (...) Creo que la sociedad española se está portando con responsabilidad y es consciente de la situación en la que estamos».
El 12 de julio marcó otro punto de inflexión en este primer año del mandato de Rajoy, cuando el presidente del Gobierno anunció en el Congreso un ajuste que calificó de «imprescindible» para una situación que no dudaba en definir como «extrema». Incluía un aumento del IVA, la supresión de la paga extra de Navidad de los funcionarios, una reducción del subsidio del paro para los nuevos perceptores, la eliminación de la desgravación por compra de vivienda habitual y la reducción del número de concejales. De todas estas medidas, la única que no se ha aplicado ha sido la de los concejales. La reforma de la Administración y la ley de la unidad de Mercado siguen siendo dos de las asignaturas pendientes en la agenda de Rajoy.
A la vuelta de verano, a la crisis económica y social se sumó otra institucional, que no ayudaba nada en la tarea de tranquilizar a los mercados, que miraban con lupa cada movimiento de España. El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, planteó un desafío sin precedentes al exigir un pacto fiscal para su Comunidad y anunciar la convocatoria de elecciones, como paso previo para convocar un referéndum sobre la independencia. De forma paralela, acudía al fondo de rescate puesto en marcha por el Gobierno para ayudar a las Comunidades en apuros. «No podemos dejar a nadie a su suerte, y por tanto también atenderemos a Cataluña», decía Rajoy en aquella entrevista. Recordaba, además, que la Generalitat «tiene compromisos que asumir». «El primero este año es un déficit público del 1,5. Lo importante es que cumpla sus compromisos, como los tenemos que cumplir todos», añadía.
El euro, «irreversible»
Hace menos de cuatro meses, Rajoy se esforzaba por enviar mensajes de apoyo al euro, cuando la incertidumbre sobre la moneda única estaba en su momento más caliente: «Tengo la total convicción de que el euro es irreversible». Ahora, en la última cumbre europea, se felicitaba por los pasos que se daban hacia la unión bancaria, mientras las dudas sobre el euro parecían por fin disipadas.
Rajoy ha culminado su primer año, el más difícil en mucho tiempo por los recortes y las reformas aprobadas, con nuevas medidas polémicas, como las tasas judiciales o la no compensación de pensiones por la desviación de la inflación. Eso sí, tenía una línea roja: no congelar ni bajar las pensiones. Y eso lo ha cumplido hasta el final.
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