viernes, 1 de febrero de 2013

Los «peligros» históricos de desplegar «cascos azules» en Malí

REUTERS
Soldados chadianos en el aeropuerto de Gao, ciudad recuperada hace unos días del control yihadista

Mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acelera el paso para desplegar una fuerza formal de pacificación en la zona, la Unión Africana se muestra contraria

EDUARDO S. MOLANO@EDUARDOSMOLANO / CORRESPONSAL EN NAIROBI
Día 01/02/2013 - 04.34h

En cuestión de días, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas iniciará negociaciones para convertir el contingente de tropas africanas que actualmente confluyen en Malí en una fuerza formal de mantenimiento de paz, según fuentes diplomáticas.

Pese a que la medida ya fue planteada meses atrás, la intervención de Francia el pasado 11 de enero podría haber «precipitado» los acontecimientos. Y en este sentido, dos posiciones enfrentadas. Mientras Estados Unidos apoya el despliegue de «cascos azules», la Unión Africana se muestra contraria.

En el recuerdo, la polémica que arrastran buena parte de estas fuerzas de pacificación.

En la actualidad, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU gestiona hasta siete destacamentos en el continente: desde el Sahara Occidental a Sudán, pasando por Liberia o Costa de Marfil.

Principalmente crítica es la situación de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en el Congo (Monusco). Desde su creación en noviembre de 1999, este operativo se ha convertido en uno de los más polémicos del mundo.

Bajo el punto de vista local, los motivos resultan del todo obvios. Primero, ante su incapacidad manifiesta para proteger a la población civil. Éste es el caso de la violación en masa cometida, en agosto de 2010, por rebeldes hutus y Mai-Mai en la localidad de Luvungi. En el ataque, realizado a tan solo 30 kilómetros de una base de «cascos azules», al menos 500 mujeres fueron agredidas.

Aunque más preocupante resulta que el enemigo se encuentre en casa. En 2008, una investigación interna de la ONU reveló que «cascos azules» indios habrían cometido, presuntamente, abusos sexuales contra miembros de la población civil. De igual forma, soldados paquistaníes estarían implicados en una trama de venta de armas al grupo rebelde Frente Nacionalista e Integracionista a cambio de oro procedente de los yacimientos de la zona.

Polémicas compartidas con la misión desplazada en Costa de Marfil (Onuci).

A comienzos de abril de 2011, de la mano de este operativo de paz, el Ejército francés atacaba posiciones controladas por tropas leales al expresidente Laurent Gbagbo.

Neutralidad obligada

Solo cuatro meses antes, Gbagbo había sido proclamado vencedor de las elecciones presidenciales por el Consejo constitucional, con el 51,45% de los votos. Sin embargo, esta decisión del organismo afín al ex mandatario no fue reconocida por la comunidad internacional, que otorgó la victoria a su rival político, Alassane Ouattara.

Por ello, con este ataque, los «cascos azules» (que en conformidad al mandato del Consejo de Seguridad tienen que permanecer neutrales)perdieron su condición de fuerza militar imparcial.

Más intrincado se presenta, incluso, el caso de Sudán y Sudán del Sur.

Pese a que a mediados de 2009 el comandante saliente de la operación híbrida de la Unión Africana y Naciones Unidas en Darfur (Unamid), Martin Luther Agwai, anunciaba que la región ya no se encontraba en estado de guerra y que el conflicto había finalizado, la realidad dista mucho de confirmar estas palabras. Al menos, cerca de 16.000 soldados se encuentran todavía desplegados.

Precisamente, la zona cuentan con otras dos misiones internacionales: La Fuerza Provisional de Seguridad de las Naciones Unidas para Abyei (Unisfa), que apenas ha paliado la sangría de uno de los conflictos modernos más olvidados del planeta, y la Misión de Asistencia en la República de Sudán del Sur (Unmiss), el más reciente despliegue gestionado por el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz.

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