lunes, 20 de mayo de 2013

La candidata le soltó la mano a su escudero más leal

Michelle Bachelet, el pasado 11 de mayo en Santiago de Chile. / MARIO RUIZ (EFE)

La candidata dejó caer a su principal aliado, Camilo Escalona, que se negó a medirse en primarias para asegurar su reelección



R. M. Santiago de Chile 20 MAY 2013 - 03:48 CET

La expresidenta Michelle Bachelet había solicitado desde su llegada a Chile que los candidatos a diputados y senadores de la oposición se sometieran a elecciones primarias, aprovechando la nueva ley, como una forma de que la ciudadanía se sintiera representada. Las colectividades, sin embargo, en resguardo de sus nichos de poder, no consiguieron un acuerdo y el plazo de inscripción para los comicios legales se venció el 1 de mayo. El bochorno enojó a los ciudadanos y dejó a Bachelet expuesta a las críticas: la candidata de la Concertación no controla a sus partidos, dijeron sus críticos. La encargada de Cultura de su comando, Javiera Parada, hija de un ejecutado político en dictadura y de la mejor amiga de Bachelet, renunció al equipo de campaña en señal de molestia.

La ex Jefa de Estado, sin embargo, solicitó a las colectividades que de todas formas organizaran primarias, aunque sin respaldo legal ni del Servicio Electoral (Servel). La candidata lo pidió al menos en tres ocasiones, públicamente, en conocimiento de que el primer perjudicado era el senador socialista Camilo Escalona, su principal aliado político en los partidos. El parlamentario, que estaba cuesta arriba en las encuestas, se negó argumentando que, una vez vencido el plazo legal, no estaban dadas las condiciones para llevar a cabo el proceso: “Para una farsa no estoy disponible”, manifestó el domingo 12.

Después de una semana convulsionada, en que Bachelet no dio ni una señal pública ni privada para salvarlo, el senador renunció el viernes a su postulación. La candidata, con nervios se acero, señaló: “Él ha tomado una decisión personal que yo respeto”.

Escalona fue el principal aliado político de Bachelet en sus cuatro años de gobierno y, en su ausencia, se transformó en su escudero. Como la expresidenta guardó silencio durante tres años, el parlamentario era visto como su portavoz extraoficial. De paso, el senador se opuso con fuerza a que la Concertación girara a la izquierda y, en medio de las protestas sociales, procuró generar un clima de estabilidad política que hiciera posible un aterrizaje sin contratiempos de la socialista como candidata. Pero Bachelet no hizo nada para evitar la caída de Escalona, un aliado desde los años setenta, lo que entrega algunas luces respecto del sello que tendrá en un eventual segundo período.

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