lunes, 13 de mayo de 2013

Una mexicana y una colombiana, primeras santas del papa Francisco

El papa saluda a su llegada a la ceremonia de canonización. / AFP

Otros 800 mártires italianos asesinados en 1480 en Otranto por los otomanos se convierten en los primeros santos del sumo pontífice


PABLO ORDAZ Roma

La monja mexicana Guadalupe García Zavala (1878-1963), la religiosa colombiana Laura Montoya y Upegui (1874-1949) y 800 mártires italianos asesinados en 1480 en Otranto se convirtieron este domingo en los primeros santos del papa Francisco. Durante la ceremonia de canonización, anunciada por Benedicto XVI el mismo día que sorprendió al mundo con su renuncia, Jorge Mario Bergoglio hizo votos para que la violencia sea “desterrada” de México y “los amados hijos de Colombia continúen trabajando por la paz y el justo desarrollo de su patria”. La delegación colombiana que se desplazó a Roma estuvo encabezada por el presidente, Juan Manuel Santos, mientras que de la representación oficial mexicana se encargó el director general adjunto de Asuntos Religiosos, Roberto Herrera.

Al referirse a la mexicana Guadalupe García, más conocida como madre Lupita, y a la colombiana Laura Montoya, el papa Francisco unió sus vidas con una frase: “Ellas tocaron la carne de Cristo”. Y luego recordó algunos rasgos de cada una. “Santa María Guadalupe”, subrayó, “renunció a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, amó la pobreza para poder amar más a los pobres y a los enfermos. Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital delante de los enfermos y de los vagabundos para servirlos con ternura y compasión. Todavía hoy sus hijas espirituales tratan de reflejar el amor de Dios en las obras de caridad, sin escatimar sacrificios”. Sobre la religiosa colombiana, dijo: “Santa Laura Montoya es la primera santa nacida en la bella tierra colombiana y nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe en soledad –¡como si fuese posible vivir la fe aisladamente!--, sino a comunicarla, a llevar la alegría del Evangelio mediante la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos”.

La madre Lupita nació en Zapopan en 1878 y fue cofundadora de la congregación de las Siervas de Santa Margarita María de los Pobres. Sufrió persecución durante la Guerra Cristera (1926-1929) y a pesar de ello atendió a los heridos de ambos bandos. Murió en Guadalajara a la edad de 85 años. Actualmente, las hermanas de su congregación están presentes, además de en México, en Perú, Estados Unidos, Islandia, Grecia e Italia. Laura Montoya nació en Jericó (Antioquia) y fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Fue maestra de escuela, defensora de los indígenas, escritora y mística. Según el Vaticano, el milagro que la llevó a los altares se verificó en la persona de un médico de Antioquia, Carlos Restrepo, que padecía un mal incurable y sanó después de encomendarse a Madre Laura. El doctor Restrepo estuvo presente en la ceremonia de canonización en la plaza de San Pedro y entregó al papa Francisco una reliquia de la nueva santa.

Con respecto a los mártires italianos, el Papa dijo: “Alrededor de 800 personas que sobrevivieron al asedio y la invasión de Otranto por parte de los otomanos y que fueron decapitados a las afueras de la ciudad [por negarse a renunciar a la fe católica]. ¿Dónde encontraron la fuerza para permanecer fieles. Precisamente en la fe, que nos hace ver más allá de los límites de nuestra mirada humana (…) Mientras los veneramos a ellos, pidamos a Dios que sostenga a tantos cristianos que, precisamente en estos tiempos y en tantas partes del mundo, todavía sufren violencia. Que les dé valor para ser fieles y para responder al mal con bien ”.


El papa Francisco besa a un niño tras la ceremonia de canonización. / CLAUDIO PERI (EFE)

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