miércoles, 12 de junio de 2013

El exgobernador de Tabasco vuelve a México a rendir cuentas

El exgobernador del estado mexicano de Tabasco, Andrés Granier, al llegar al aeropuerto. / EFE

Granier, escondido hasta ahora en Miami, aumentó la deuda estatal en un 4.000% durante su mandato


INÉS SANTAEULALIA México 12 JUN 2013 - 05:50 CET

La huida hacia delante del exgobernador de Tabasco, Andrés Granier, ha acabado ayer martes. El hombre que agujereó las arcas del Estado que gobernó entre 2006 y 2012, al llevar sus deudas de 500 millones de pesos a 20.000 (1.600 millones de dólares), el hombre que presumió de tener 400 pares de zapatos, y que luego dijo que se había inventado su excesivo guardarropa en medio de una borrachera, el hombre que huyó de México rumbo a EE UU, dejando tras de sí un Estado con las finanzas hechas trizas, se ha visto obligado a dar la cara.

“Yo no tengo por qué huir, di todo por Tabasco y estoy dispuesto a aclarar lo que sea pertinente para limpiar mi nombre”, dijo al llegar al aeropuerto de la capital del país en un vuelo comercial pasadas las ocho y media de la tarde. Una nube de periodistas lo esperaba y, aunque pidió aire por sus dolencias de corazón, antes de abordar su vehículo se desplomó durante unos segundos y tuvo que ser auxiliado. Superado el percance, se dirigió a su casa de la Ciudad de México y aún hay dudas sobre si hoy miércoles se trasladará a Tabasco para comparecer el jueves ante las autoridades locales. La Procuraduría General de la República (PGR), fiscalía federal, informó de que no tiene citatorio en contra de él.

En las últimas semanas el cerco sobre Granier se había ido cerrando hasta que la presión fue insoportable. Después de distintas revelaciones sobre una administración de derroche y supuesto enriquecimiento de sus familiares, el pasado 23 de mayo el nuevo gobierno del Estado, ahora en manos del PRD, anunció que había decomisado en efectivo 88 millones de pesos (6,5 millones de dólares) vinculados al extesorero de Granier. Tras meses de denuncias del nuevo gobernador, que desde su primer día en el poder anunció que los responsables del desfalco acabarían tras las rejas, el descubrimiento de la montaña de billetes se convirtió en el hilo del que tirar.

La Procuraduría General de Justicia (fiscalía) de Tabasco llamó a declarar al exgobernador del PRI el pasado 30 de mayo, pero Granier no se presentó. Su abogado alegó que el político no había recibido ninguna notificación oficial. Días después, como en un goteo, comenzaron a caer sus excolaboradores. Primero fue su extesorero, ya en prisión, y este martes un mando de uno de los departamentos de la Secretaría de Finanzas.

El proceso contra Granier se ha convertido en otro examen para el presidente Enrique Peña Nieto, empeñado en demostrar que el PRI ya no es el viejo partido que hizo y deshizo con impunidad durante los 70 años que gobernó el país. Ver entre rejas a Granier, priísta desde hace 25 años, sería un golpe de efecto similar a la detención el pasado mes de febrero de la líder del sindicato de maestros, Elba Esther Gordillo.

Los mexicanos aún se preguntan si los platos rotos de Tabasco los pagarán, como es costumbre, un puñado de funcionarios de nivel medio como chivos expiatorios, o si caerá el que fue el responsable de la administración estatal.

Las alarmas en el Estado saltaron cuando la falta de fondos creó a finales de 2012 una crisis hospitalaria sin precedentes. Cinco hospitales agotaron sus recursos y tuvieron que anular intervenciones quirúrgicas o recurrir a donaciones para alimentar a los pacientes. Mientras Granier, con un pie ya fuera del gobierno, aseguraba que el problema “se estaba solucionando”, su familia mantenía a 160 personas de servicio y gastaba un millón de pesos mensuales con cargo al erario, según reveló en enero el diario Reforma.

El caso de Tabasco está lejos de ser un hecho aislado en México. Las deudas estatales crecieron en el último sexenio un 148% hasta superar los 400.000 millones de pesos (32.500 millones de dólares), según datos de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público. Los mecanismos de control y las auditorías para evitar los desmanes no funcionaron. Fallaron a nivel local, por inexistentes, y a nivel federal, que en aras del derecho soberano de los Estados a endeudarse tenía pocos mecanismos para poner objeciones a las exorbitantes cifras.

De caer Granier, sobre quien aún se tienen que demostrar actuaciones ilícitas o responsabilidad específica, su caso haría dirigir la mirada hacia otros exgobernadores. Juan Sabines, el exmandatario de Chiapas, aumentó durante su mandato la deuda en un 5.000% y con el priísta Humberto Moreira, el Estado Coahuila pasó de deber unos 300 millones de pesos (24,4 millones de dólares) a más de 36.500 millones de pesos (unos 3.000 millones de dólares). Muchos se preguntan dónde está Sabines ahora y se sabe que Moreira pasa sus días estudiando una maestría en España. Donde se hallen, seguro que hoy tienen la mirada sobre México y sobre Granier, a quien el propio presidente del PRI ha dicho que expulsarán del partido.

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