lunes, 18 de noviembre de 2013

Doris Lessing: ética y coherencia de una sobreviviente

AFP
Doris Lessing, en octubre de 2011, tras saber que le acababan de conceder el Nobel de Literatura

Premio Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias de las Letras, la escritora británica murió ayer en Londres a los 94 años

POR MERCEDES MONMANY - Día 18/11/2013 - 11.06h


No hubo prácticamente género literario ni tema supuestamente difícil o espinoso que Doris Lessing, una de las más grandes autoras del siglo XX, y también una de las más prolíficas, Premio Nobel de Literatura 2007, escogiera eludir o tratar de puntillas. Pocos conflictos, dilemas, injusticias, crisis de su época, excesos o fanatismos ideológicos en el siglo más experimentador de lo mejor y peor para el ser humano, el siglo XX, dejaron de ser analizados por esta escritora en sus obras, desde la perspectiva que se tratara en ese momento. Suenorme curiosidad intelectual, la dimensión y naturaleza de sus inquietudes, la empujaban una y otra vez a explorar sin descanso formas y temas distintos.

A lo largo de cerca de treinta novelas, una docena de recopilaciones de cuentos, ensayos, obras de teatro, libretos de ópera, adaptaciones para la televisión, volúmenes autobiográficos o incluso libros de poemas, desde la novela-documento y el estudio de seres explorados en su más íntima condición cotidiana, o desde cualquier fresco político escrito de la manera más realista imaginable, esta autora de insaciable amor por la escritura podía pasar de repente al dominio de lo imaginario, a parábolas visionarias sobre la cuestión femenina desde el comienzo de los tiempos o a especular sobre el futuro del mundo y aventurarse en el universo de la locura, observada ésta como un estado al que le son permitidos insólitas migajas de conocimientos esenciales.

Calidad casi legendaria

Perteneciente a una mítica marca de calidad literaria considerada hoy en día casi legendaria, la de las «novelistas británicas», que incluye a autoras como Mary Shelley, Jane Austen, las Brontë, George Eliot, Virginia Wolf o Jean Rhys, Doris Lessing, por su parte, pertenecería a una no menos espléndida pléyade o subclase de su tiempo, fascinada por las novelas de ideas y las tramas rebosantes de dilemas filosóficos, existenciales y morales, como también ha sucedido con otras grandes autoras británicas contemporáneas, de formación e intereses fuertemente intelectuales. Ese es el caso de Iris Murdoch, Muriel Spark o A. S. Byatt. Autoras que, lo mismo que Lessing, han rechazado encerrarse en los límites estrechos de un género. Experiencia vital, análisis de la vida íntima y social, junto a una fuerte conciencia ética y una constante denuncia de las desigualdades de todo tipo se han dado cita en la ingente y multifacética obra de esta autora, uno de los ojos más insobornablemente independientes del pasado siglo.

Hija de un oficial del Ejército británico, Doris Lessing nació en 1919 en Kermansha (Persia). Una parte importante de su obra estará ya siempre alimentada por aquellos recuerdos de su infancia y adolescencia en África. En 1924 su familia se trasladaría a Rodesia (hoy Zimbabue), donde poseían una granja de «dimensiones africanas». De formación autodidacta, a los quince años dejó la escuela y comenzó a trabajar como niñera, luego como mecanógrafa y más tarde como operadora de teléfonos en Salisbury. Tras la ruptura de un primer matrimonio, inició sus contactos con grupos políticos de la militancia activa y radical y en 1945 se casó con el comunista Gottfried Lessing, de quien se divorciaría en 1949. En ese año precisamente, cuando la escritora tenía 30 años, fue obligada por las autoridades de su país a abandonarlo, a causa de su pertenencia al Partido Comunista y, por supuesto, por su militancia antirracista.

Excelente cuentista

Recién llegada a Gran Bretaña con su hijo pequeño, entregó para ser publicado el manuscrito de su primera novela, The Grass is Singing (La hierba canta) publicada en 1950, con un enorme éxito. En ella, Doris Lessing trazaba la compleja relación entre la mujer de un colono blanco y su sirviente negro, así como su violento desenlace. En 1954abandonaría el Partido Comunista y a lo largo de su vida ya nunca dejaría de ser altamente crítica con esa ideología que, según ella, «alentaba lo peor del comportamiento humano».

Excelente y notabilísima cuentista (La costumbre de amar, 1957; Un hombre y dos mujeres, 1963; Cuentos africanos, 1964; Historias de Londres, 1992), la obra monumental que la catapultaría a la fama, la más conocida de toda su bibliografía, en la que Doris Lessing concentraría su mayor ambición experimental y ensayística como novelista, es sin duda El cuaderno dorado (The Golden Notebook, 1962), que sería aclamada como un hito fundamental por los movimientos de liberación de la mujer de los años sesenta y setenta.

Organizada como un gran puzle narrativo, la novela incluía fragmentos o relatos que irónicamente llevaban el título de «Free Woman» y que iban unidos y se entremezclaban con cuatro cuadernos de una escritora, Anna Wulf, que a la vez aparecía batiéndose con sus propias crisis domésticas y políticas. En cada cuaderno la escritora se acercaba a una experiencia distinta, vista desde diferentes ángulos (ficción, parodia, documento político, anotaciones realistas de la vida cotidiana), un método que simbolizaba el sentido de fragmentación de cada aspecto de la existencia humana, separada en compartimentos o fracciones independientes.

Autora versátil y valiente

Algunas novelas que seguirían a este gran y complejo mosaico seríanInstrucciones para una bajada a los infiernos (Briefing for a Descent into Hell, 1971) o Memorias de una sobreviviente (Memoirs of a Survivor, 1975), en las que se adentra en el terreno de la ficción de zonas del interior humano («inner space fiction»), explorando los desequilibrios mentales del individuo y también los desequilibrios dentro de la sociedad. Doris Lessing se mantendría siempre como una autora versátil, imaginativa y valiente en cuanto a la elección de estilos y, sobre todo, de temas, muchos de ellos polémicos, desgarradores y en ocasiones de una tremenda dureza, como es el caso de El quinto hijo (The fitth child, 1988), en el que narraba el efecto destructor en un matrimonio ordinario de un hijo inadaptado, marginalmente irreductible, conflictivo y violento.

Otros de sus focos de interés en la década de los 80 serán el tratamiento de la vejez y la madurez, en obras como Diario de una buena vecinay Si la vejez pudiera, así como su indagación por el mundo delactivismo político violento, a través del estudio del interior de un militante del IRA en La buena terrorista (1985). Siempre preocupada en profundizar en nuevos registros y retos dentro de su poco conformista obra, Doris Lessing escribiría también un largo ciclo de ficción fantástica, Canopus in Argus Archives (Canopus en Argos, 1979-1983), compuesto por cinco novelas, en las que describía acontecimientos épicos y míticos de un universo imaginario.

Incansable creadora

En 1994, con Under My Skin (Dentro de mí) y seguidamente con un segundo volumen titulado Walking in the Shade (Un paseo por la sombra) iniciaría su autobiografía. Otro volumen de sus memorias sería Risa africana (Cuatro visitas a Zimbabwe), de 1992. En cada uno de los casos, Lessing siempre se mostraría como una incansable creadora, de gran coherencia y exigencia, algo presente igualmente en sus obras de ficción de la madurez más plena, las de finales y comienzos de siglo, como es el caso de Mara y Dann (1999),Ben, en el mundo (2000, continuación de El quinto hijo), El sueño más dulce (2001), La grieta (2007) y Alfred y Emily (2008).

Poco dada a las convenciones de su sexo y de lo que espera de su propio sexo, Doris Lessing, dueña de una insólita mezcla de sutileza, ferocidad y lucidez en todos sus libros, ha tratado de forma no pocas veces muy crítica a las propias mujeres. En su obra se contienen espléndidas y desgarradoras descripciones simbólicas de las heridas del amor, la desesperación por hallar un espacio y una vida propia, o si no, sangrientos e implacables retratos de las vergüenzas de su propio sexo, representadas en la mujer objeto en estado puro y sin paliativos, en las calculadoras y arribistas sociales, o en esos espíritus débiles, sometidos y de serios desequilibrios, que jamás se conceden ninguna opción personal para alcanzar su propio destino.

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