domingo, 20 de julio de 2014

El dilema ¿Reforma o reformita?

La reciente semana ha puesto en evidencia la existencia de dos almas, como suele decirse últimamente, dentro del gobierno. La primera ha sostenido que habiéndose pronunciado la ciudadanía para aplicar las necesarias Reformas que Chile necesita, el pueblo dotó a la coalición de gobierno de las mayorías necesarias en el Parlamento para llevarlas adelante. Así, sostienen, nada hay que transar. La retroexcavadora ha sido su símbolo. Foto: Diputado Pablo Lorenzini, presidente de la Comisión de Hacienda

Cambio 21

La otra posición, manifiesta que para que perduren las necesarias Reformas, es básico lograr el mayor acuerdo posible en torno a ellas y, sin necesidad de renunciar a implementarlas ni modificar su fin, se pueden consensuar y perfeccionar las herramientas para ejecutarlas. Ello, afirman, haría que el país gane en estabilidad internacional y en paz interior.

Como ha señalado la ministra Ximena Rincón, "todos los acuerdos son necesarios para las transformaciones" que el país requiere (...) más que los votos, lo importante es construir algo que le haga sentido al país y el país demanda que vayamos terminando con las desigualdades, y eso en educación es donde de mejor manera se expresa".

La derecha política por su parte, incapaz de mantener una posición unívoca y contar con votos para oponerse a los cambios, ha tratado, mediante una odiosa campaña del terror, generar movilización social en contra de las medidas impulsadas por la Nueva Mayoría. Los empresarios se han organizado a todo nivel y tanto la UDI como RN han intentado generar movilizaciones de las pymes y de los padres y sostenedores de colegios subvencionados, para tratar de ganarse las calles y revertirlas. Pero no lo han logrado.

Pero no han sido los únicos. La izquierda también ha tratado de hacer sentir su voz. Con fuerza relativa, ha tratado de llevar los límites más allá de los cambios aprobados por la ciudadanía, reclamando no solo poner fin al lucro, sino que estatizar los recursos naturales y terminar con la educación privada.

Ante esta maraña de intereses, la Presidenta Bachelet ha optado por dialogar y buscar acuerdos. Ello, sin afectar, se señala en La Moneda, el corazón de las Reformas. Por lo pronto, la "sensación térmica" a nivel país, es que este acuerdo con la derecha produce una crisis sin sentido, que podría cambiar el camino trazado para obtener una mayor igualdad con justicia social. Ha recobrado fuerza la frase de Radomiro Tomic (DC): "Cuando se gana con la derecha... es la derecha la que gana".

Eso al menos es lo que se ha ufanado en hacer notar el autodenominado "padre putativo" de la contra reforma tributaria, Jorge Awad, presidente de la Asociación de Bancos, quien ha reclamado para sí los recientes cambios y acuerdos que ésta, al parecer, ha experimentado. Es cierto que aún no se conocen los alcances de tales modificaciones al proyecto original acordado en la Cámara de Diputados, pero por las declaraciones de quienes han tenido acceso a las privadas reuniones que le precedieron, entre otros el FUT no sufriría mayores cambios.

Expuesto el acuerdo públicamente y con un imponente marco de políticos de casi todos los sectores encabezados por el Ministro de Hacienda Alberto Arenas, parecía que el alborotado ambiente de las últimas semanas entraba en vereda. No fue así. Desde todos los sectores emergieron de inmediato dudas o protestas sobre el acuerdo. Desde quienes se sintieron marginados del mismo, como comunistas, radicales e izquierda ciudadana en la Nueva Mayoría, hasta diputados de la UDI y RN que manifestaron que no siendo parte de él, no les resultaba vinculante lo definido en el Senado.

El día que el pueblo se pronunció por el programa de Michelle Bachelet, ésta, agradeciendo la voluntad popular, manifestó: "Es un sueño colectivo el que triunfa, es la voz de ustedes, que escuchamos a lo largo de todo Chile en estos meses, la que triunfa, es la voz de los ciudadanos que estos años marcharon en las calles, expresando con valentía sus demandas"... La sociedad chilena ha dejado de ilusionarse con las grandes palabras. Solo espera que se cumpla lo prometido.

Aun cuando muchos partidarios del gobierno reconocen en privado que el acuerdo logrado en materia tributaria es conveniente, no dejan de admitir que el ministro Arenas fue poco pulcro al momento de llevar adelante el acuerdo, pues la operación política que llevó a cabo y sus movimientos los efectuó, "como un elefante al interior de una cristalería". Pareciera que le quedó marcado el tema de cumplir metas en tiempos acotados.

Difícil dilema el del gobierno, que desde luego no dejará de tener costos. Sin embargo es bueno recordar las palabras del presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, quien el año 2013 advertía que "introducir cambios estructurales en la sociedad chilena tiene que ver con generar condiciones de estabilidad para que esto no se desmorone". Al parecer, la política de los acuerdos, goza de buena salud. Habrá que ver como se viene la mano en la Reforma de las Reformas, la educacional. Por lo pronto, la ciudadanía sigue expectante para saber si valió la pena levantarse temprano aquel 15 de diciembre de 2013.

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