Varios gobiernos se pronuncian sobre los disturbios en Misuri
La detención de periodistas extranjeros crea inquietud en Ferguson
MARC BASSETS Ferguson 20 AGO 2014 - 12:28 CEST
Las protestas de Ferguson (Misuri) congregan durante el día a unos miles de personas en un segmento de menos de un kilómetro en un calle de una pequeña ciudad del Medio Oeste de Estados Unidos. Por la noche se repiten los incidentes con la policía. Con centenares de periodistas y activistas observándolas —periodistas y activistas que filman, escribe y tuitean al minuto— los efectos son globales.
Los periodistas de la televisión estatal rusa o de la cadena quatarí Al Jazeera recogen en entrevistas con los manifestantes los agravios de los afroamericanos y filman la brutalidad policial. La detención de periodistas —el lunes, dos alemanes, entre ellos el corresponsal del diario conservador e históricamente proamericano ‘Die Welt’— propician crónicas con retratos crudos sobre las actitudes de las fuerzas del orden de este país.
Ferguson permite a países a los que EE UU ha criticado por no respetar los derechos humanos devolver la pelota. Egipto exigió ayer a las autoridades norteamericanos contención ante las demostraciones. Irán y Siria se suman al coro. Pero las críticas no proceden sólo de rivales de la primera potencia o socios que se sienten maltratados.
La organización Amnistía Internacional ha desplegado un equipo de observadores en Ferguso. La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Navi Pillay, originaria de Sudáfrica, dice que las escenas de Ferguson le recuerdan a la violencia racial del apartheid. En una entrevista con la agencia Reuters, urgió a EE UU a investigar las acusaciones de brutalidad policial y examinar la “raíz de las causas” de la discriminación en EE UU.
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