sábado, 16 de agosto de 2014

No sólo asesinaron, también cometieron estafas

La Cutufa y los turbios negocios de la dictadura

Una de las historias más oscuras y que revela otra faceta del régimen de Pinochet, es la de Patricio Castro Muñoz. Este ex CNI, además de cometer crímenes de lesa humanidad, fue cerebro de millonarias estafas en que aparecieron oficiales de Ejército, órganos represivos y miembros de la farándula criolla, como su pareja Carolina Arregui y uno de sus inversionistas, el "Negro" Piñera.


Por Mario López Moya


El nombre de Patricio Castro Muñoz parecía ser uno más entre los 18 procesados y prontamente condenados represores que fueron imputados por el crimen de 7 militantes del MIR en el sur del país. Pero en realidad ese nombre esconde muchas más historias, de esas en que aún no se conoce toda la verdad. Ahora se han ido destapando otras aristas de su vida, los crímenes de opositores a Pinochet en que habría tenido participación.

Operación Alfa Carbón 1

El 16 de agosto de 1984 Augusto Pinochet señalaba a corresponsales extranjeros:"hemos encontrado extremistas. Estamos encontrando y tenemos huellas. Ahora muchas veces hay que dejarlos que engorden para poder tomarlos a todos. Hay bastante gente detectada...". Esas palabras quizás no tuvieron mayor significado para nadie, pero eran el anticipo de un frío plan de exterminio de miembros del Movimientos de Izquierda Revolucionaria (MIR), de la zona sur del país, por parte de la CNI.

Más que palabras, eran una amenaza que se concretó a partir de las 12:45 hrs. del 23 de agosto de ese mismo año en Hualpencillo, cerca de la ciudad de Concepción. En ese lugar y a esa hora era asesinado Luciano Aedo Arias, ante numerosos testigos. Era solo el comienzo, durante el mismo día, cerca de las 16.30 hrs., según el expediente de la causa, la CNI acribillo frente a la Vega Monumental a Mario Lagos Rodríguez y Nelson Herrera Riveros.

Pero el macabro día en el sur, no terminaría aún. Cerca de las 18.00 hrs. fue asesinado Mario Mujica Barros, en su domicilio de calle Bombero Carlos Vichreister de la Población Orompello en Concepción. Uno poco antes y más al sur todavía, la comitiva del terror continuó su planificada tarea de exterminio. Esta vez fue en el camino a Niebla en la ciudad de Valdivia, en el sector denominado Puente Estancilla, fueron asesinados a sangre fría Rogelio Tapia de la Puente y José Barrientos Matamala.

Al día siguiente asesinarían al último y el más joven de los militantes del MIR, en Valdivia, en su propio hogar y frente a su mujer, fusilaron a Juan José Boncompte Andreu. Fue la séptima víctima de un centenar de miembros de la CNI que provenía de Santiago, principalmente, entre ellos el turbio capitán Castro Muñoz. También integraron esos equipos agentes represores locales e incluso una mujer también procesada, Ema Ceballos, alias la Flaca Cecilia.

Enviados a asesinar

Patricio Castro Muñoz era en aquel entonces capitán de Ejército, conocido en la CNI con el alias de "Bejota". Los miembros trasladados desde la capital tenían clara su misión, asesinar. Provenían en su mayoría del tristemente célebre Cuartel Borgoño y pertenecían a distintas Brigadas y grupos antisubversivos.

Los testigos y demás medios de pruebas estaban disponibles, aunque algunos fueron muriendo con el tiempo, pero a pesar de transcurrir cerca de treinta años, comienza el proceso de la justicia y es de esperar también el de la reparación. La causa, a pesar de la claridad de los hechos, permaneció inactiva hasta el 2009, en poder de la "justicia militar".

Hace pocos días el juez Carlos Aldana Fuentes, ministro en visita extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Concepción, cerró el sumario y amplió el auto procesamiento por homicidio a 18 imputados -incluido Castro- en la investigación sobre "asociación ilícita" para el asesinato de los siete militantes del MIR, acaecido entre el 23 y 24 de agosto de 1984 en Hualpencillo/Talcahuano, Concepción, Los Ángeles y Valdivia.

Asociación ilícita

Entre los procesados por asesinato y asociación ilícita, figuran Marcos Spiros Derpich Miranda, ex coronel de Ejército, jefe y supervisor de toda la "Operación Alfa Carbón 1"; Álvaro Julio Federico Corbalán Castilla, mayor de Ejército, jefe de la operación en terreno, preso en Punta Peuco por numerosos otros crímenes; Jorge Camilo Mandiola Arredondo, mayor de Ejército, jefe regional de la CNI en Concepción.

Y no podía fallar nuestro conocido, Patricio Castro Muñoz, quien era entonces capitán de ejército, el 2º jefe de la Brigada Amarillo CNI, y quien comandó los asesinatos de Valdivia, participó directamente en los crímenes de Estancilla y Calle Rubén Darío y en las ejecuciones de Tapia y Barrientos. Se le imputó ser autor de los homicidios calificados de Rogelio Humberto Tapia de la Puente, Jaime Barrientos Matamala y Juan José Boncompte Andreu.

Testigos y confesiones

En las muertes de Rogelio Humberto Tapia de la Puente, de 31 años, y Raúl Jaime Barrientos Matamala, por ejemplo, el auto procesamiento describe el rol de Castro en este doble homicidio calificado: "... Alrededor de las 16:00 horas del 23 de agosto de 1984, equipos operativos de la CNI llegados desde Santiago, dirigidos por Patricio Castro Muñoz, alias El Bejota, procedieron a detener a Rogelio Tapia de la Puente y Jaime Barrientos Matamala cerca del Puente Las Ánimas, en la ciudad de Valdivia, sin orden competente y cruzando el río Calle Calle en un transbordador, los trasladaron al Puente Estancilla, ubicado en el Camino de Valdivia a Niebla, en el sector de Torobayo, lugar en que previamente se había cortado el tránsito de todo vehículo y personas por Carabineros..."

Y continúa señalando el expediente: "en circunstancias que los detenidos se encontraban amarrados de manos y vendada su vista, los agentes procedieron a ejecutarlos, por orden de Patricio Lorenzo Castro Muñoz, disparando éste, los agentes Luis René Torres Méndez y Gerardo Meza Muñoz, además del jefe regional de la CNI de Valdivia, Luis Moraga Tresckow, quien se había negado a hacerlo, pero ante la orden reiterada de Castro Muñoz, los remató. Las víctimas recibieron múltiples heridas de proyectil, algunas de las cuales impactaron a Tapia de la Puente y Barrientos Matamala en el cráneo, ocasionándoles heridas cráneo encéfalo facial. Posteriormente, a los fallecidos se les colocó armas en las manos para simular un enfrentamiento".

La Cutufa

Un par de años antes, en 1983, Castro Muñoz y otros oficiales de Ejército armaron una financiera ilegal, que captaba fondos de otros militares y de particulares para -según señalaban-, invertirlos en negocios de alta rentabilidad. Fue llamada por Castro "La Cutufa", en honor a su perra San Bernardo. De acuerdo al proceso que terminó con la condena de Castro y otros militares, la financiera logró administrar miles de millones de pesos de la época. Varios oficiales fueron embaucados por sus "compañeros de armas".

El hecho se hizo público como consecuencia del crimen de Aurelio Sichel, uno de los "inversionistas", dueño de un conocido local de comidas del sector alto de Santiago de la época, el "Restaurant Rodizzio", lugar predilecto de Castro Muñoz y sus "socios" de la CNI. Los dineros nunca se recuperaron. Castro, según el expediente, fue el cerebro y el "rostro" visible de La Cutufa. También se le sindicó como el responsable del funcionamiento de la financiera ilegal.

El crimen de Sichel, ocurrido al ingresar a su casa, nunca se aclaró. Súmese a ello un extraño "suicidio" de la jueza Mónica Tagle que lo investigaba. La magistrada apareció calcinada en su auto, un Renault 9, a cuatro kilómetros de la parcela de Sichel. Se dijo que había sido un suicidio.

Involucrado "Negro" Piñera

En 1998, la Corte Suprema confirmó la sentencia que condenó a Castro a tres años y un día, descontando casi el año que había estado preso. Cuatro generales terminaron relacionados al caso, entre ellos, los ex directores de la CNI Hugo Salas Wenzel y Gustavo Abarzúa, además de otros 16 oficiales.

Varios son los nombres de conocidos miembros de la bohemia nacional asociados, entre ellos el del cantante Miguel Piñera, hermano del expresidente Sebastián Piñera. El "Negro" habría invertido con Castro Muñoz 18 millones de pesos (1989). El interés mensual pactado oscilaba entre el 5% y el 8%. Desde luego, no se pagaron los cheques. Tampoco se entregaron los documentos del auto dado en pago, pero al final se canceló la deuda con un porcentaje del restaurante El Rodizzio, el mismo que era propiedad del asesinado Sichel y del que Castro era codueño.

Pacto de silencio

El pacto de silencio entre los uniformados que participaron o conocieron de hechos ilícitos en materia de derechos humanos, también se aplicó en el tema de La Cutufa. Guardaron silencio muchos de los militares estafados, pare evitar verse involucrados, también muchos inversionistas privados, lo que evitó dimensionar los montos apropiados por Castro y sus cómplices y guardaron silencio los partícipes de la financiera ilegal, lo que incidió en no llegar a conocer a todos los involucrados.

La investigación del ministro Marcos Libedinsky no pudo descifrar quienes eran los inversionistas civiles que resultaron "afectados". El juez llegó a consignar, según el expediente, cheques por cerca de tres mil millones de pesos al año 1992. Sí se acreditó que los afectados del Ejército perdieron cerca de 500 millones de pesos de la época. Los inversionistas habrían sido aproximadamente unos 350. Luego de ser detenido, en noviembre de 1990, Castro negó cualquier lazo con la financiera.

Carolina Arregui: "La gente le pone mucho color"

La conocida actriz de televisión Carolina Arregui, que fue pareja del ex agente de la CNI Patricio Castro, recuerda esa relación sin traumas, llegando casi a calificar a Castro como un "niño travieso". "Tengo los mejores recuerdos de ese periodo. Fue una persona que me ayudó y me apoyó mucho, independientemente de lo que se diga, de lo que no se diga. (...) Los años que duró esa relación los agradezco y los conservo en mi corazón como los más lindos que pudo haber dejado esa persona. A su estilo y a su manera, él vivía su vida y yo, la mía", aseguró.

Arregui reconoce que "sabía algunas cosas y otras, simplemente, no las sabía o hacía la vista gorda (...) Nunca quise saber o investigar más allá. A mí me bastaba con su palabra. "La gente dice muchas cosas y le pone mucho color. Siempre hay dos versiones, o tres o varias o miles, pero quieren quedarse con la más morbosa, la más mala, la más truculenta, la más terrible. Y nadie es tan malo, ni tan truculento, ni tan terrible. Podrá tener su lado bueno o su lado malo, pero la verdad es que a mí, en ese minuto, no podía importarme menos. Lo que me importaba era lo que él a mí me entregaba: contención, cariño, fuerza, apoyo".

El que nace chicharra...

Pero Patricio Castro no dejaría más los tribunales. El 33° Juzgado del Crimen de Santiago conocería el 2005 de una querella interpuesta en contra de su ex socio José Gerardo Ariztía, por estafa y apropiación indebida. La prensa de la época la llamaría La Cutufa II. La acción penal la interpuso Beatriz Ugarte, quien reclamaba una suma cercana a los 200 millones de pesos. La operatoria era la misma, ofrecer jugosos intereses a los depositantes y aplicar mano dura a los deudores.

En realidad las sospechas siempre fueron que Castro estaba intentando rescatar y limpiar los cuantiosos dineros de la CNI que se encontraban depositados en diversos bancos fuera del país. El caso alcanzó ribetes de escándalo, cuando Beatriz Ugarte declaró judicialmente, que Patricio Castro estaba también detrás de una organización dedicada a la venta de facturas para la evasión y fraude tributarios.

Los "chamullos" de Patricio Castro

Tampoco le molestó a Carolina Arregui saber de dónde salió el dinero para que Castro, le regalara un lujoso auto en la década del 90. "Yo no lo conocía en la época en que pasaron esas cosas (...) es que el Pato era muy desordenado. Se metía a hacer chamullos de cuestiones donde, claro, me involucró. Esas cosas me daban rabia, eso era lo que hacía que yo me enojara (se ríe). ´'Ya pues, córtala', le decía yo", respondió Arregui en una entrevista a Revista Caras.

La condescendiente Arregui afirmó, que "Al final no sabía si reírme o qué, pero era imposible que yo me enojara con él. Era un cabro chico haciendo puras ‘maldades', decía yo (...) Desconozco esa historia de los miles de millones de pesos. Yo vivía de mi trabajo. Él viajaba mucho. ¡No tengo idea ni me interesa! Él iba, me acompañaba, estaba conmigo". Y por supuesto, el Servicio Nacional de Aduanas le quitó el Audi que le regaló Castro, porque había sido comprado de modo ilegal.

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