martes, 7 de octubre de 2014

El FMI coloca a España al frente del crecimiento europeo en 2015

LA ECONOMÍA DE AMÉRICA LATINA SE SIGUE FRENANDO El FMI rebaja el crecimiento al 1,3%, la mitad de lo que dijo hace seis meses / BLOOMBERG

ASAMBLEA DE OTOÑO

La previsión de crecimiento mejora una décima este año y en 2015, hasta el 1,3% y el 1,7%


AMANDA MARS Washington 7 OCT 2014 - 03:02 CEST


Un país que tiene al 25% de su población activa parada, cuya deuda pública se acerca peligrosamente al 100% de su PIB y que carece de alternativa a la construcción para crecer con fuerza es el que ha dado la única sorpresa positiva en las previsiones económicas para zona euro. España, que hace un par de años era firme candidato al rescate, es la única economía europea que ha visto mejoradas sus expectativas de crecimiento respecto al pronóstico de julio en el informe de perspectivas globales presentado hoy por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La Asamblea Anual del FMI ha arrancado este martes en Washington cargada de páginas, hoja de cálculo y medidos discursos al milímetro para configurar un panorama lleno de incertidumbre. Los expertos que asesoran al Fondo, menos medidos, ven muchos más riesgos que hace un semestre. Nubes, incertidumbre y legados, esas son, ni más ni menos, las tres palabras que el organismo internacional ha escogido para titular el informe de este otoño, pero en España el panorama aparece más despejado. El PIB crecerá un 1,3% este año y un 1,7% en 2015, lo que en ambos casos supone una mejora de una décima respecto a los que se había calculado el pasado julio. El próximo año, según sus estimaciones, ninguna otra gran economía europea avanzará a ese ritmo.

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“El crecimiento en España se ha mantenido, apoyado tanto en la demanda externa como en un mayor consumo doméstico, lo que refleja una mejora de las condiciones financieras y una mayor confianza”, señala el informe. El país ya ha completado sus primeros 12 meses en crecimiento y, si en la primera parte la reactivación vino dada por las exportaciones principalmente, en la segunda ha reforzado su papel el consumo gracias a la creación de empleo. El Gobierno ha llegado a pronosticar recientemente que en 2015 se crearán 348.200 empleos y la tasa de paro bajará del 24% y los técnicos del Fondo también prevén un desempleo del 23,5%, tres décimas menos que lo previsto en julio; frente al 24,6% de 2014 y el 26% con el que acabó 2013. Hay que fijarse en los números de la rescatada Grecia, que acumula siete años en recesión, para encontrar un dato -solo un poco- peor, del 23,8%.

Aun así, desde hace justo un año, cada nueva revisión de los pronósticos del Fondo se produce al alza para la cuarta economía de la zona euro, tras una dura travesía de dos recesiones, varias reformas y un duro proceso de devaluación interna. Los sobresaltos en la zona euro son tantos que la economía española ha pasado de estar en el centro de la diana a recibir los halagos continuos de los grandes organismos internacionales. Esto último llevó el mes pasado al primer ministro italiano, Mateo Renzi, a espetar: “Me dan ganas de reír cuando escucho decir que nuestro modelo debe ser España. Estimo al país y a su presidente, pero cuando me dicen que nuestro modelo debe ser el de un país que tiene el doble del desempleo me preocupo”.

Bajo crecimiento potencial

La recuperación se ha visto castigada en los últimos meses por el frenazo europeo, tal y como ha admitido el propio Gobierno, pero el ritmo de crecimiento se puede recuperar en adelante si la situación no empeora entre los países vecinos, que son los principales clientes de la marca España. El principal riesgo puede en el medio plazo está dentro de sus fronteras y tiene que ver con su propia naturaleza: su bajo nivel de crecimiento potencial, que es el vigor que muestra una economía con una política económica neutral, y que es un problema para el resto de la UE. El Fondo advirtió el pasado verano, entre piropo y piropo a sus reformas, que este podría ser “solo del 1% a medio plazo”. Es el legado de una etapa de expansión basada en la baja productividad. Además, el crédito sigue siendo más caro para las empresas españolas que para sus rivales de la zona euro.

La maquinaria económica aún tiene no puede permitirse bajar de revoluciones para recuperar los cuatro millones de empleos destruidos y recuperar el nivel de riqueza previo a la crisis. Para evitarlo, el Fondo ha defendido otra nueva vuelta de tuerca la reforma laboral, más medidas para facilitar la reestructuración de deudas privadas y, aunque ha saludado la mayor parte de los cambios tributarios, cree que el Gobierno debería mejorar los ingresos por IVA, un impuesto que el Ejecutivo se ha negado a tocar. La presión por continuar con las reformas también ha venido de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuyo secretario general, Ángel Gurría, señaló con ironía: “Las reformas nunca terminan, hay que reformar las reformas”.

Pero España no tiene en su agenda cambios de calado, más allá de una nueva ley para liberalizar servicios profesionales que tras múltiples retrasos estaba prevista para este verano, pero aún se ha aprobado. En pleno clima preelectoral, pero también con un proceso de ajuste duro a la espalda, la economía española cruza los dedos por que las nubes vecinas no traspasen sus fronteras y pueda proseguir esa lenta y pesada digestión de su gran burbuja y posterior pinchazo.

Un operario en una fábrica de automóviles de Valencia. / EFE

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