Salón de peluquería privada en Santiago de Cuba / DADO GALDIERI (BLOOMBERG)
El Departamento de Estado levanta las restricciones a la importación de numerosos productos de Cuba, siempre y cuando procedan del creciente sector privado de la isla
SILVIA AYUSO Washington 14 FEB 2015 - 00:30 CET
Desde que el presidente Barack Obama anunció la normalización de relaciones con Cuba, el 17 de diciembre, Estados Unidos siempre ha dejado claro que se trata de un cambio de estrategia, pero no de objetivo. Este, pese a los reparos del Gobierno de Raúl Castro, sigue siendo lograr a la larga la democratización de la isla, y la apuesta de la Casa Blanca es hacerlo mediante el “empoderamiento” de los cubanos.
En este marco cabe encuadrar el nuevo movimiento de Washington: el Departamento de Estado levantó este viernes buena parte de las restricciones que pesaban sobre la importación de bienes y servicios desde Cuba.
Quedan excluidos los productos animales, agrícolas, minerales y algunos textiles, así como armas, artículos electrónicos, componentes de vehículos, alcohol o tabaco, para gran frustración probablemente de coleccionistas de coches antiguos y degustadores del ron y los puros cubanos.
La decisión contiene además otra condición clave: solo podrán venderle productos a EE UU emprendedores privados, que son el sector en el que Washington ve más posibilidades de “empoderamiento”, gracias a que dependen en menor medida del Estado y obtienen cada vez mayores ingresos.
“Empoderar al pueblo cubano y a la sociedad civil cubana es clave en nuestra política hacia Cuba”, ha declarado en este sentido el Departamento de Estado al hacer pública la lista de productos importables. “Estas medidas ayudarán a los empresarios independientes cubanos a acceder a la información y recursos que necesitan para mejorar sus condiciones económicas y lograr una mayor independencia del Estado”, agrega el comunicado oficial.
Las reformas económicas emprendidas desde 2010 por el presidente Raúl Castro han llevado a que cada vez más cubanos se hagancuentapropistas, como se conoce en la isla a los pequeños emprendedores. Según datos oficiales, ya hay casi medio millón decuentapropistas, y el número de negocios privados ronda los 13.000. La mayoría son sin embargo servicios como reparación de vehículos, peluquerías o restaurantes, por lo que difícilmente podrán beneficiarse de la nueva medida aperturista estadounidense, que sin embargo sí podría ser muy lucrativa para artistas cubanos deseosos de vender sus obras en un mercado tan jugoso como el norteamericano.
Aun así, expertos coinciden en que se trata de un paso simbólico pero también importante, sobre todo con miras al futuro.
El abogado especializado en inversiones Pedro Freyre, de origen cubano, dijo a la agencia AP que aunque nadie debería esperar un flujo súbito de bienes cubanos a EE UU, esta medida “crea el mecanismo” para que esto pueda suceder en el futuro.
“Abrir el mercado estadounidense a bienes y servicios producidos por empresarios independientes cubanos permite abrir un horizonte totalmente nuevo a todos los que en la isla buscan aumentar su autonomía iniciando un pequeño negocio”, coincide también la organización CubaNow, que apoya los cambios iniciados por Obama tras dar por “fracasado” el embargo mantenido durante más de medio siglo.
Este nuevo paso viene a complementar además los ya dados por el Gobierno de Obama para aliviar el embargo comercial a la isla. Hace un mes entró en vigor la orden ejecutiva de Obama para flexibilizar los viajes y algunas de las limitaciones comerciales contra Cuba. Sin embargo, dado que el embargo fue convertido en ley en 1996 mediante la normativa Helms Burton, su revocación total solo puede ser realizada por el Congreso.
Algo que prevé, al menos en buena parte, un proyecto de ley presentado el jueves por un grupo bipartidista de senadores. La Ley de Libertad para la Exportación a Cuba derogaría las restricciones que pesan sobre el comercio con Cuba, pero no propone cambiar las cláusulas sobre derechos humanos y sobre los reclamos de bienes expropiados que incluye la Helms-Burton. Tampoco toca el tema de las todavía amplias restricciones para viajar a la isla, tema del que se ocupa otra ley bipartidista presentada en los últimos tiempos en el Senado, aunque todavía no ha empezado a ser discutida.
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