Coches arrastrados por las riadas tras el temporal en La Plata
La ministra argentina Alicia Kirchner tardó dos días en visitar la zona más afectada por la tragedia, que ya supera el medio centenar de víctimas mortales
CARMEN DE CARLOS / CORRESPONSAL EN BUENOS AIRES
Día 06/04/2013 - 01.13h
El balance final, salvo sorpresa trágica de última hora, es de 51 muertos, daños materiales incalculables, angustia y la certeza para miles de familias de que su futuro, hoy, es una ruina. Las lluvias torrenciales de la madrugada del pasado martes, dejaron este saldo enLa Plata y media docena de muertos en la ciudad de Buenos Aires. Pero las víctimas, aunque resignadas, claman por justicia y denuncian que la tragedia, en buena medida, podía haberse evitado.
Con este sentimiento de frustración y desgracia, su rabia apunta a los políticos y con especial virulencia a aquellos en los que interpreta sus gestos como fruto del cálculo por interés propio. En este sentido, la peor parada fue la actual ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner. La cuñada de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, recibió sonoros abucheos de la gente que, indignada, reflotó el grito de “Que se vayan” que marcó la crisis de finales del 2001 y 2002 en Argentina.
Considerada la apuesta más firme para continuar el kirchnerismo en las próximas elecciones a la Gobernación de Buenos Aires, la hermana del difunto ex presidente, se presentó dos día después de que se registrara la mayor tempestad de la historia en La Plata, en un centro de asistencia a las víctimas. Aunque tuvo defensores entre los damnificados, el griterío de los que la abuchearon no la dejó indiferente. “Hay agitadores y violentos que no quieren que se los ayude”, declaró después molesta. “Por eso –continuó- les pido que nos ayuden con templanza y solidaridad. Estamos trabajando intensamente desde las primeras horas del 2 de abril”, insistió pese a que su ausencia anterior fue destacada.
Cristina Fernández de Kirchner tuvo más suerte. Rápida de reflejos, -por primera vez frente a una tragedia- al día siguiente de la tragedia, acudió a La Plata y visitó uno de los barrios anegados por las lluvias que, en algunos puntos de la ciudad, superó el metro ochenta de altura. La gente la recibió con pedidos de ayuda aunque hubo alguna voz aislada que se alzó para demandarle daños y perjuicios por la ausencia de infraestructuras y alertas.
Pasar la pelota
La presidenta, escuchó, prometió ayudas y derivó, sutilmente, las responsabilidades a las autoridades provinciales y municipales. Desde algunos sectores las críticas apuntaron a que la zona que recorrió fue donde reside su madre y “olvidó” el resto. También, ponerse en contacto con Mauricio Macri, jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, al que, como hacía con el Papa cuando era arzobispo de Buenos Aires, no recibe.
En este clima de desgracia, con la solidaridad y ayuda ejemplar de la población, Cruz Roja, Cáritas y ONG como Red Solidaria, no faltaron las críticas y ajustes de cuentas. El ministro de Planificación, Julio De Vido, arremetió contra el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, al que considera un incapaz que estaba de vacaciones cuando se produjeron las tormentas.
La misma línea siguió buena parte del “kirchnerismo”. Macri se defendió diciendo que tiene un buen equipo en funciones pero también necesita descansar y que las “lluvias vinieron para quedarse” pero que no puede realizar obras públicas para evitar nuevas inundaciones porque el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner le bloquea los créditos en los organismo internacionales.
Algo parecido le pasa al gobernador de la principal provincia de Argentina cuya capital es La Plata. Daniel Scioli tiene el grifo cortado del Gobierno de Kirchner que le niega los fondos de co-participación federal que le corresponden. La presidenta ve en Scioli un adversario y, con su Gobierno, hasta que se produjo el trágico diluvio, le negaba la palabra. Scioli, ex vicepresidente del difunto Néstor Kirchner y peronista como el matrimonio, anunció hace meses que será candidato a presidente si Cristina Fernández no logra modificar la Constitución para aspirar a una tercera elección consecutiva.
Esa confesión supuso el principio de sus males con el Ejecutivo nacional. Pese a todo, acompañó a Alicia Kirchner cuando la gente estalló. Para su desgracia, tuvo que compartir la furia de las víctimas que denunciaban: “Hay que hacer obras, dejen de robarle a la gente".
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