sábado, 20 de abril de 2013

Ningún país europeo (y pocos en el mundo) poseen las credenciales naturales de España

FABIÁN SIMÓN
Parque Nacional del Valle de Ordesa (Huesca)

Doñana y Ordesa son comparables a los mejores parques del mundo

MIGUEL ÁNGEL BARROSO / MADRID - Día 20/04/2013 - 02.38h

Un lienzo pintado en los tiempos en que el hombre se fue en busca del fuego. Tan hermoso y hostil que sobrecoge, con el espejo del océano detrás y el de la marisma delante, con la duna avanzando entre ambos con la misma lentitud que aliviaría su carga un gigantesco reloj de arena. «Visitante de esta tierra: ante ti se sucederán en cascada la última playa virgen de Europa, los postreros retazos de marisma eterna, lo encames de los linces y el golpe de ala poderoso de las águilas imperiales», escribe Jesús Casas, durante ocho años director-conservador del Parque Nacional de Doñana. «Tú, individualmente, ahora tienes la ocasión de ser beligerante, de decidir si este rincón debe continuar así». Doñana es la joya de la corona, la pieza más valiosa de un mosaico natural único, sin parangón en el resto de Europa.

Profundos cañones modelados por glaciares, llanuras salpicadas de encinas, bosques primigenios, volcanes, humedales, fondos marinos...La red de parques nacionales busca representar la rica variedad de ecosistemas de España. Casi 95 años han transcurrido desde que fue declarado el primero de ellos, el de laMontaña de Covadonga, corregido y aumentado en 1995. Con el tiempo se unieron Ordesa y Monte Perdido, Teide, Caldera de Taburiente, Aigüestortes y Lago de San Mauricio, Doñana, Tablas de Daimiel, Timanfaya, Garajonay, Archipiélago de Cabrera, Cabañeros, Sierra Nevada, Islas Atlánticas de Galicia y Monfragüe. El de la Sierra de Guadarrama está «horneándose» para convertirse en el número 15 de la lista.

Algunos de estos parques son homologables a los más espectaculares del mundo. Como Ordesa (Huesca). Hace cincuenta millones de años el empuje de las placas continentales levantó la enorme barrera pirenaica, y el agua y el hielo, como hábiles e implacables escultores, dieron forma a valles, hoces y farallones. Ordesa es un poema geológico que contiene el macizo calcáreo más alto de Europa. Hay más de dos mil especies vegetales.

En la nómina faunística destaca el quebrantahuesos, el gigante alado de plumas negras y anaranjadas que sobrevuela las cumbres y los cañones. Aigüestortes y Lago de San Mauricio (Lérida), con su rosario de «estanys» y su impresionante relieve, y Sierra Nevada (Granada), un jardín de altura con más de dos mil especies vegetales (65 exclusivas y 165 endemismos ibéricos), completan la lista de parques nacionales de alta montaña.

Bastaría su extraordinario paisaje, con el Teide (3.718 metros, techo de España) como principal atracción, con los conos volcánicos y las coladas de lava de formas caprichosas e infinitos colores, para enmarcar el mayor y más antiguo de los parques nacionales canarios. Pero este espacio tinerfeño esconde tesoros botánicos como el tajinaste rojo, el rosal del guanche y la violeta del Teide. En la vecina isla de La Palma, la Caldera de Taburiente, una enorme depresión semicircular de ocho kilómetros de diámetro con escarpados acantilados que sobrepasan los mil metros de altura, parece una tempestad petrificada. En La Gomera está Garajonay, selva prehistórica cuyo entramado vegetal es una esponja que absorbe la humedad de las nieblas; es una de las más importantes reservas de laurisilva, tipo de bosque formado por helechos, laureles y brezales que es una reliquia al haber desaparecido casi por completo del planeta.El más joven de los parques nacionales canarios, Timanfaya (Lanzarote), creado en 1974, nos ofrece postales de otro mundo, con sus diferentes coladas lávicas, tubos, hornitos, cráteres, plantas endémicas y cultivos realizados sobre lapilli, material volcánico que guarda como una reliquia la poca humedad de que dispone esta tierra.

Monte y dehesa

El ecosistema ibérico por antonomasia, el monte mediterráneo, tiene en Cabañeros y Monfragüe sus máximos exponentes. Salvado in extremis de ser convertido en campo de tiro, Cabañeros (Ciudad Real y Toledo) se convirtió en el símbolo de la protección ambiental en nuestro país. Su raña, una llanura de quince kilómetros de longitud y ocho mil hectáreas de superficie, parece un Serengueti en miniatura, solo que en vez de ñus y cebras trotan ciervos y corzos. Arriba, en los quejigos y alcornoques centenarios, los buitres negros construyen nidos que, con el tiempo, acaban convirtiéndose en enormes estructuras de ramas de hasta dos metros de altura y otros tantos de diámetro. También anidan en Cabañeros el águila imperial, la cigüeña negra y el águila real. En total, doscientas treinta especies de vertebrados y un millar de especies de plantas (una treintena de ellas, endémicas).

El Archipiélago de Cabrera, el Mediterráneo tal y como lo conoció Ulises, y las Islas Atlánticas gallegas, con las Cíes como gran reclamo, escaparon al hormigón y los chiringuitos. Vida por encima y por debajo de las aguas en un mar antiguo y un océano sacudido por las tormentas.

No hay comentarios.: