Las medidas de Berlín van en la dirección que reclama la Comisión Europea.
“Es una señal errónea para los socios europeos”, critica el excanciller Schröder
CLAUDI PÉREZ / MANUEL V. GÓMEZ Bruselas / Madrid
Uno de los economistas más pujantes de los últimos tiempos, Dani Rodrik, suele decir que la solución para Europa es un triple más: más transferencias Norte-Sur, más inflación y más consumo en Alemania; sin eso el euro tiene los días contados. Europa lleva mucho tiempo flirteando con un estancamiento de los precios y nada hace pensar que las transferencias vayan a llegar ya, a no ser que el continente vuelva a aficionarse a las crisis existenciales. Pero al menos Alemania parece haber dado algo parecido a un giro. Berlín aprobó este miércoles varios cambios que pueden elevar la demanda interna en la locomotora europea, desde el salario mínimo común a una reforma de pensiones en la línea contraria a la que reclama Alemania para el resto del continente: un anticipo de la edad de jubilación a los 63 años y varias modificaciones adicionales que podrían provocar un aumento de costes de 160.000 millones hasta 2030.
El gasto en pensiones consume ahora el 12,2% del PIB en la zona euro
Bruselas lleva semanas reclamando medidas de ese tipo: la Comisión Europea ha amonestado a Berlín por su excesivo superávit comercial. Bruselas reclama una nueva política económica que permita apuntalar el consumo interno, subir los sueldos y sobre todo elevar la exigua inversión. Esa es la única manera de que el ajuste en el Sur funcione, según el equipo económico de la Comisión. Las primeras reformas de Merkel no son precisamente un programa keynesiano —“sin unas finanzas sólidas no hay futuro”, dijo este miercoles, por lo que difícilmente habrá sorpresas en el capítulo inversor— pero van en esa línea. La Comisión explicó que analizará esas medidas “en el contexto del informe sobre los desequilibrios económicos previsto para marzo”. La lupa, en fin, sigue sobre Berlín, pero las fuentes consultadas explicaron que los cambios van en la dirección correcta.
Los cambios en España
Edad legal y cómputo. Desde 2013 y hasta 2027 se retrasa la edad de jubilación hasta los 67 años para quienes hayan cotizado menos de 38,5 años. En 2022 el cálculo de la pensión se hará sobre los últimos 25 años de cotización.
Factor de sostenibilidad y revalorización. En 2019 entrará en vigor una fórmula que reducirá la pensión inicial según la esperanza de vida. La revalorización se sujeta a la situación de las cuentas de la Seguridad Social.
Los cambios en pensiones son controvertidos. Pese a que, en principio, no parece que vaya a afectar a un gran colectivo, van en sentido contrario a lo que han aprobado otros países europeos, desde los rescatados hasta Francia y España, y molestan a las patronales. La polémica está servida: el excanciller Gerhard Schröder, que hace 10 años impulsó elevar la edad de jubilación, aseguró que las reformas anunciadas “son una señal completamente equivocada, en particular para los socios europeos”.
Alemania tiene el mismo problema que el resto de Europa. Su población envejece. La generación del baby boom posterior a la posguerra ha llegado a la edad de jubilación, y los que vienen detrás son menos numerosos. Esta tendencia demográfica se notará en los presupuestos de los próximos años: según el último informe sobre el envejecimiento de la Unión Europea, los Veintisiete gastan ahora una media del 11,3% de su PIB en la factura anual de pensiones. El gasto sube hasta el 12,2% en la zona euro. El problema explotará con toda su intensidad a partir de la próxima década e irá in crescendo, con un gasto medio en pensiones paulatinamente al alza.
En los últimos años las reformas han retrasado la edad de jubilación
Un futuro previsible de jubilados viviendo más años y pirámides demográficas invertidas llevó hace ya años a casi todos los países de la Unión a reformar sus sistemas de pensiones. Cada uno de estos sistemas es un mundo —cambian sus reglas, sus formas de cotizar y muchos otros factores— pero en los cambios emprendidos en los últimos tiempos hay características comunes: la edad legal de jubilación se está retrasando en varios países, el acceso a la jubilación anticipada se restringe y se han generalizado los llamados factores de sostenibilidad (fórmulas matemáticas que buscan contener el gasto en pensiones en función del aumento de la esperanza de vida).
Alemania, en una situación fiscal y financiera mucho más holgada, inaugura ahora una nueva vía. Para la patronal alemana y para Schröder, que tras dejar su carrera política se ganó la vida a sueldo de la rusa Gazprom, “simplemente no hay suficientes trabajadores para financiar a un grupo creciente de pensionistas”.
CLAUDI PÉREZ / MANUEL V. GÓMEZ Bruselas / Madrid
Uno de los economistas más pujantes de los últimos tiempos, Dani Rodrik, suele decir que la solución para Europa es un triple más: más transferencias Norte-Sur, más inflación y más consumo en Alemania; sin eso el euro tiene los días contados. Europa lleva mucho tiempo flirteando con un estancamiento de los precios y nada hace pensar que las transferencias vayan a llegar ya, a no ser que el continente vuelva a aficionarse a las crisis existenciales. Pero al menos Alemania parece haber dado algo parecido a un giro. Berlín aprobó este miércoles varios cambios que pueden elevar la demanda interna en la locomotora europea, desde el salario mínimo común a una reforma de pensiones en la línea contraria a la que reclama Alemania para el resto del continente: un anticipo de la edad de jubilación a los 63 años y varias modificaciones adicionales que podrían provocar un aumento de costes de 160.000 millones hasta 2030.
El gasto en pensiones consume ahora el 12,2% del PIB en la zona euro
Bruselas lleva semanas reclamando medidas de ese tipo: la Comisión Europea ha amonestado a Berlín por su excesivo superávit comercial. Bruselas reclama una nueva política económica que permita apuntalar el consumo interno, subir los sueldos y sobre todo elevar la exigua inversión. Esa es la única manera de que el ajuste en el Sur funcione, según el equipo económico de la Comisión. Las primeras reformas de Merkel no son precisamente un programa keynesiano —“sin unas finanzas sólidas no hay futuro”, dijo este miercoles, por lo que difícilmente habrá sorpresas en el capítulo inversor— pero van en esa línea. La Comisión explicó que analizará esas medidas “en el contexto del informe sobre los desequilibrios económicos previsto para marzo”. La lupa, en fin, sigue sobre Berlín, pero las fuentes consultadas explicaron que los cambios van en la dirección correcta.
Los cambios en España
Edad legal y cómputo. Desde 2013 y hasta 2027 se retrasa la edad de jubilación hasta los 67 años para quienes hayan cotizado menos de 38,5 años. En 2022 el cálculo de la pensión se hará sobre los últimos 25 años de cotización.
Factor de sostenibilidad y revalorización. En 2019 entrará en vigor una fórmula que reducirá la pensión inicial según la esperanza de vida. La revalorización se sujeta a la situación de las cuentas de la Seguridad Social.
Los cambios en pensiones son controvertidos. Pese a que, en principio, no parece que vaya a afectar a un gran colectivo, van en sentido contrario a lo que han aprobado otros países europeos, desde los rescatados hasta Francia y España, y molestan a las patronales. La polémica está servida: el excanciller Gerhard Schröder, que hace 10 años impulsó elevar la edad de jubilación, aseguró que las reformas anunciadas “son una señal completamente equivocada, en particular para los socios europeos”.
Alemania tiene el mismo problema que el resto de Europa. Su población envejece. La generación del baby boom posterior a la posguerra ha llegado a la edad de jubilación, y los que vienen detrás son menos numerosos. Esta tendencia demográfica se notará en los presupuestos de los próximos años: según el último informe sobre el envejecimiento de la Unión Europea, los Veintisiete gastan ahora una media del 11,3% de su PIB en la factura anual de pensiones. El gasto sube hasta el 12,2% en la zona euro. El problema explotará con toda su intensidad a partir de la próxima década e irá in crescendo, con un gasto medio en pensiones paulatinamente al alza.
En los últimos años las reformas han retrasado la edad de jubilación
Un futuro previsible de jubilados viviendo más años y pirámides demográficas invertidas llevó hace ya años a casi todos los países de la Unión a reformar sus sistemas de pensiones. Cada uno de estos sistemas es un mundo —cambian sus reglas, sus formas de cotizar y muchos otros factores— pero en los cambios emprendidos en los últimos tiempos hay características comunes: la edad legal de jubilación se está retrasando en varios países, el acceso a la jubilación anticipada se restringe y se han generalizado los llamados factores de sostenibilidad (fórmulas matemáticas que buscan contener el gasto en pensiones en función del aumento de la esperanza de vida).
Alemania, en una situación fiscal y financiera mucho más holgada, inaugura ahora una nueva vía. Para la patronal alemana y para Schröder, que tras dejar su carrera política se ganó la vida a sueldo de la rusa Gazprom, “simplemente no hay suficientes trabajadores para financiar a un grupo creciente de pensionistas”.
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