Fidel Castro y Cristina Fernández, durante la visita de la presidenta argentina el pasado sábado. / AP
CUMBRE DE CELAC
La celebración de la cumbre de los países de América Latina y el Caribe en la capital cubana supone un espaldarazo diplomático para el Gobierno castrista
BERNARDO MARÍN La Habana 28 ENE 2014 - 05:08 CET
Cuba se consolida en la escena diplomática regional como actor de primera fila con la celebración esta semana en La Habana de la cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y del Caribe), el más joven mecanismo de integración regional, auspiciado por Hugo Chávez en 2011, y que incluye a todos los países de continente salvo Canadá y Estados Unidos. La foto de familia, que previsiblemente reunirá a más de 30 jefes de Estado de todo el continente, podrá ser esgrimida por el Gobierno de Raúl Castro como un importante espaldarazo diplomático, resultado de una política exterior más realista que ha obtenido ya otros réditos, como la condonación el pasado noviembre del 70% de la deuda con México.
La isla celebra la cita entre tímidos gestos de apertura económica, como el levantamiento de la prohibición de alquilar inmuebles, la autorización de la compraventa de viviendas, y la ampliación de las condiciones de trabajo por cuenta propia, pero sin signos de apertura política. Por ello, desde la oposición se ha deplorado la celebración de una cumbre que se ve como una legitimación del régimen cubano. Máxime cuando, aunque muchos países critican la situación de los derechos humanos, ningún jefe de Estado se reunirá, salvo sorpresa, con la oposición ni con grupos civiles independientes. Solo la delegación de Costa Rica había confirmado un encuentro encabezado por el embajador y la directora de política de la Cancillería costarricense, que se celebrará el miércoles. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional denunció una "oleada de represión" para amordazar a grupos opositores de cara a la cumbre de CELAC.
La cumbre supondrá también que un secretario general de la OEA (Organización de Estados Americanos), José Miguel Insulza, pise la isla por primera vez desde 1959. La OEA excluyó a Cuba en 1962, siendo presidente de EE UU John F. Kennedy, y la reintegró en 2009 a condición de que el Gobierno de Raúl Castro iniciara un diálogo y aceptara los principios de la organización, en cuya carta fundacional se impone la “observancia efectiva de la democracia representativa”. Pero Cuba no recogió el guante con el argumento de que la OEA sigue dominada por Estados Unidos, en cuya capital reside su sede.
Está confirmada la presencia de 32 jefes de Estado de los 33 países miembros. La asistencia del presidente chileno, Sebastián Piñera, fue confirmada a la noche del lunes. La mandataria electa, Michelle Bachelet, asistirá también. La presencia chilena había quedado en duda a la espera de la decisión de La Haya sobre el conflicto territorial con Perú. Solo rechazó la invitación el mandatario panameño, Ricardo Martinelli, que no irá a la cita, en protesta por la captura en el Canal de Panamá de un buque norcoreano con armas cubanas, violando el embargo de la ONU. En el plenario previo al cónclave se produjo precisamente un roce diplomático entre Panamá y Cuba, a cuenta de un párrafo de reconocimiento a Hugo Chávez, fundador de la CELAC, que finalmente se mantuvo. La Cumbre supone además la reincorporación de Paraguay, excluida tras la destitución de Fernando Lugo.
La cumbre será aprovechada por México para relanzar sus relaciones con Cuba, con una visita oficial del presidente Enrique Peña Nieto el miércoles. México, único país de Latinoamérica que nunca rompió relaciones diplomáticas con La Habana, disfrutó desde la revolución de una privilegiada relación con la isla y se convirtió en su principal socio en occidente, pero la ‘diplomacia de torre de marfil’ se torció en 1999 con la visita de la secretaria de Exteriores, Rosario Green, a un sector de la disidencia cubana, aprovechando un viaje a La Habana. Los desencuentros no se arreglaron durante las presidencias de Fox y Calderón, pero ahora Peña Nieto parece dispuesto a recomponerlos plenamente.
El Gobierno de Cuba ha aprovechado también la celebración de la cumbre para mostrar al mundo los primeros 700 metros del megapuerto de Mariel, a 45 kilómetros al oeste de La Habana, un paso hacia la modernización y a la inversión extranjera masiva. A la inauguración han asistido el presidente cubano, Raúl Castro, el de Bolivia, Evo Morales, el de Venezuela, Nicolás Maduro, y como invitada especial la mandataria brasileña, Dilma Rousseff, cuyo país financia la infraestructura.
La cumbre de presidentes se celebrará este martes y miércoles. Sobre la mesa están una declaración de La Habana y una treintena documentos, entre ellos un apoyo al proceso de diálogo del Gobierno colombiano con las FARC, que se celebra precisamente en Cuba, otro para convertir a la región en “zona de paz”, y un tercero para incorporar a Puerto Rico a la CELAC, pese a que se trata de un estado libre asociado.
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