miércoles, 22 de enero de 2014

El régimen sirio dialoga por primera vez con los opositores

CONFERENCIA DE GINEBRA II

El enviado de Bachar el Asad acusa a varios de los reunidos de promover el terrorismo
John Kerry recuerda que la protesta comenzó de forma pacífica y el régimen la aplastó

DAVID ALANDETE Montreux 22 ENE 2014 - 11:43 CET


Los grandes desafíos de la cumbre de paz de Ginebra II, que ha arrancado hoy en la localidad suiza de Montreux, han quedado patentes desde el arranque mismo de esta. Después de breves discursos relativamente conciliadores de los ministros de Exteriores de Estados Unidos y Rusia, el enviado del régimen sirio, Wallid al Muallem, se ha embarcado en una larga perorata en la que ha acusado a Turquía y Arabia Saudí de ser Estados que “promueven el terrorismo”, a los opositores representados en la conferencia con los que se supone que debe llegar a un acuerdo de ser unas “traidores” y “agentes a sueldo de los enemigos” y a la comunidad internacional de someter a su gobierno a la asfixia las sanciones mientras Al Qaeda lucha en su territorio.

Ban Ki Moon, el secretario general de la ONU le ha exigido a Muallem, ministro de Exteriores sirio, que se limitara a los siete minutos concedidos, a lo que este ha respondido: “¡Usted vive en Nueva York! ¡Yo vivo en Siria, esta es una cumbre sobre Siria, es mi derecho!”. Al Muallem, desafiante, acabó finalmente un discurso de media hora sin concesiones a la conciliación, diciendo que “el verdadero diálogo entre los sirios debe tener lugar en territorio sirio”. La actitud de la delegación oficialista siria ha sido incendiaria, tanto, que ha sido repudiada inmediatamente por el departamento de Estado norteamericano. Ha borrado aún más las tenues esperanzas de que esta cumbre logre poner fin por la vía política a un conflicto que dura 34 meses, en los que se ha cobrado 130.000 vidas y ha provocado nueve millones de desplazados.

Es esta la primera ocasión en que el régimen de Bachar el Asad se reúne con la oposición reconocida por Occidente y la Liga Árabe como representante legítimo del pueblo sirio. Ambos negocian con 39 países, entre los que se encuentra también España, además de con la ONU, la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica. No hay plazos ni objetivos marcados, más allá de la idea de avanzar hacia el fin del conflicto. A partir del viernes las delegaciones sirias seguirán el diálogo en Ginebra.

Esta cumbre, sin embargo, corre el riesgo de ser un cruce de monólogos por lo distintas que son las posiciones de las partes enfrentadas. El líder de la opositora Coalición Nacional Siria, Ahmad Jarba, acusó a los delegados llegados de Damasco de trabajar para “mantener a Bachar en su trono mientras la ciudadanía siria llora a sus mártires”. “Queremos asegurarnos de que tenemos un aliado en esta sala que pasa de ser una delegación de Bachar el Asad a ser una delegación libre para que todos los poderes ejecutivos se le retiren a Bachar el Asad. Mi pregunta es clara. ¿Tenemos a un aliado en esta sala”, dijo, recibiendo solo silencio.

Al verse sentado cerca de una delegación de emisarios de El Asad, cuya caída ha vaticinado en tantas ocasiones, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se vio obligado a recordar que “la revolución siria comenzó de forma pacífica” y que “el régimen de El Asad respondió a esas manifestaciones pacíficas con una fuerza creciente”. El jefe de la diplomacia norteamericana dijo claramente que “el derecho a liderar un país no viene de la tortura, los barriles explosivos y los misiles”, reiterando su voluntad de que un proceso de transición excluya a El Asad.

Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, pidió lacónicamente una solución “sin el uso de la fuerza, dialogada y entre sirios”, pero recordó que no todos los actores con influencia en el conflicto estaban presentes en la reunión de Ginebra. Se refería a la retirada de la invitación a Irán por parte del secretario general de la ONU. Ban la había extendido el domingo por la noche, pero la negativa de Teherán a aceptar la condición de un proceso de transición política y las presiones de EE UU le llevaron a rescindirla. El presidente iraní, Hasan Rohaní, había dicho previamente que está conferencia “está condenada al fracaso”, según los medios oficiales de su país.

La posición de los opositores representados en Ginebra II es extremadamente débil. Hasta el sábado no decidieron en una votación en asamblea que acudirían a esta cumbre. De sus filas han desertado facciones como el llamado Consejo Nacional Sirio, que ven a los líderes de la Coalición como demasiados conciliadores. Lo cierto es que, aunque lograran un improbable acuerdo, no habría forma de imponérselo a las muchas milicias yihadistas que luchan en Siria, muchas compuestas por extranjeros, que no tienen ni quieren representación en foros diplomáticos como este.

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