La justicia italiana vuelve a condenar por asesinato a Amanda Knox
PABLO ORDAZ Roma 31 ENE 2014 - 13:08 CET
Durante toda la mañana del jueves, el italiano Raffele Sollecito, el ex novio de la estadounidense Amanda Knox, permaneció en el tribunal de apelación de Florencia que los juzgaba a ambos por el brutal asesinato, en noviembre de 2007, de la joven británica Meredith Kercher. Pero, a eso de media tarde, tal vez presintiendo lo que al filo de las diez de la noche finalmente ocurrió –Amanda fue condenada a 28 años de prisión y él a 25-- el joven desapareció.
La policía logró localizarlo de madrugada en un hotel de la provincia italiana de Udine, a pocos kilómetros de la frontera con Austria y Eslovenia, desde donde fue trasladado a comisaría a la espera de que la justicia decida si por el momento solo le retira el pasaporte –como prevé la sentencia, que aún no es firme— o decreta su ingreso en prisión por riesgo de fuga. Según ha asegurado el joven, que ahora tiene 29 años, a la policía, en ningún momento ha pensado huir: “Solo he dado una vuelta por Austria con una amiga. Luego he regresado y me he parado a descansar”.
Knox y Sollecito ya estuvieron en la cárcel cuatro años. Desde su detención, pocas horas después del asesinato de Meredith, con quien Amanda compartía un piso de estudiantes en Perugia, hasta que en octubre de 2011 fue anulada la sentencia que dos años antes los había declarado culpables. Amanda Knox, que ahora tiene 26 años, abandonó enseguida Italia y se refugió en su casa de Seattle (EE UU).
Allí recibió el pasado mes de marzo la noticia de que el Tribunal Supremo italiano anulaba su sentencia absolutoria y allí recibió anoche –“asustada y triste”, según su abogado-- la noticia de su nueva condena. Ni Knox tiene intención de regresar a Italia ni la justicia italiana tiene por el momento la intención de reclamarla a Estados Unidos.
En primer lugar, porque la sentencia condenatoria es todavía recurrible ante el Supremo. Y, en segundo, porque nadie cree que, asistidos de razón o sin ella, el Gobierno estadounidense esté dispuesto a entregarla, sobre todo teniendo en cuenta la particular peripecia judicial de la pareja: sospechosos, culpables, inocentes, de nuevo sospechosos y finalmente condenados.
La situación de Raffaele Sollecito es muy distinta. Es ciudadano italiano y ha sido condenado por la justicia italiana por un crimen –horrendo— cometido en suelo italiano. La nueva sentencia considera probado que la noche del crimen ambos estaban en el piso de la vía de la Pergola y que juntos participaron ---junto al marfileño Rudy Guede, ya condenado a 16 años en un juicio rápido— en la violación y asesinato de la muchacha británica, que recibió 46 puñaladas. El intento por parte de Amanda de atribuir el crimen al músico congoleño Patrick Lumumba confirma aún más, según el tribunal, la tesis de su culpabilidad y de su sangre fría.
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