El profesor Ali Mohammadian, junto a todos sus alumnos que han decidido raparse
Un maestro iraní quiso ayudar a un niño que estaba siendo marginado por su calvicie y ha provocado toda una revolución
ABC.ES / MADRID - Día 30/01/2014 - 10.52h
La infancia parece tan íntimamente unida a la alegría como lo está a los juegos, pero desde hacía tiempo no ocurría así con Mahan Rahimi, un niño iraní de 8 años: se había quedado calvo por una misteriosa enfermedad y sus compañeros lo marginaban por ello. Sin embargo, la sonrisa ha vuelto, y con más fuerza, a iluminar su rostro. Y ha sido gracias a su profesor.
La solidaridad de su maestro Ali Mohammadian, quien decidió raparse la cabeza cuando vio cómo el menor estaba siendo marginado, ha generado toda una revolución. En poco tiempo, toda la clase se ha afeitado la cabeza y sus alumnos vuelven a aceptar a Mahan. También los medios de comunicación nacionales se han hecho eco del acontecimiento y hasta el presidente del país Hassán Rohani y el Gobierno, han ofrecido apoyo financiero para el tratamiento médico del alumno.
«Estoy muy feliz de que esto haya conmovido tantos corazones y de que la gente haya reaccionado de manera tan positiva», dijo el profesor de 45 años de la escuela de Marivan —una ciudad kurda en el oeste de Irán— a «The Guardian». «Ahora todo el mundo en la escuela quiere afeitarse la cabeza».
Fue a principios de mes cuando Mohammadian publicó en Facebook una foto de él rapado junto con Mahan. Pronto la imagen se llenó de «likes» y compartidos. «La sonrisa había desaparecido del rostro de Mahan y estaba preocupado por su rendimiento en clase. Por eso pensé en afeitarme la cabeza, para traerlo de vuelta a la pista».
El profesor, que ha sido apodado por los medios de comunicación de Irán como «el héroe de la semana», ha conseguido darle gran visibilidad a la historia mientras los médicos siguen estudiando cuál es la enfermedad que ataca a Mahan.
Y, en cuestión de días, los demás alumnos de su clase también han querido raparse. «Les dije que esperaran a que el frío terminase», cuenta el maestro, «pero cuando entré el sábado por la mañana en clase, todo el mundo estaba calvo». Ahora, los compañeros de Mahan son un apoyo para él. Y la sonrisa ha vuelto a su cara.
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