Imagen de la Cantareira en julio de 2014. / FERNANDO CARVALHO
FALTA DE LLUVIAS EN BRASIL »
El descenso del suministro por la peor escasez de lluvias en 80 años incluye a la capital, de 12 millones de habitantes
MARÍA MARTÍN São Paulo 16 ENE 2015 - 02:54 CET
São Paulo ha comenzado a racionar el agua tras un año de sequía, la peor en los últimos 80 años. El recientemente reelegido gobernador del Estado, Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y la Compañía de Saneamiento Básico (Sabesp), encargada del suministro para la mayor parte de la megalópolis de 12 millones de habitantes y de parte del Estado, admitieron este miércoles por primera vez el hecho de que llega menos agua a los hogares (la presión ha disminuido), admitieron que la situación es crítica y pronosticaron que va a agravarse.
Hasta ahora, y a pesar de que centenares de vecinos relataban cortes de agua desde meses atrás, la estrategia del Gobierno era negar rotundamente que existieran restricciones. “No falta agua. No va a faltar agua en São Paulo”, afirmaba Alckmin en octubre, en plena campaña electoral. Alckmin, opositor del partido de Dilma Rousseff, logró por amplia mayoría su cuarto mandato como gobernador. Mientras, el recientemente elegido presidente de Sabesp, Jerson Kelman, que afirma que busca traer más transparencia a la gestión de la compañía público-privada, asegura que si la situación sigue así, además del descenso de presión, se producirán cortes de agua en días alternos: “Puede llegarse a eso. Esperemos que no”.
Las autoridades nunca hasta ahora habían reconocido que las tuberías de São Paulo van con menos presión, lo que, en la práctica, se traduce en dejar a grifos de miles de personas sin agua durante horas. Kelman no sólo lo reconoció finalmente esta semana, sino que también anunció que es probable que el tiempo de esta reducción de presión —que no especificó— se está ampliando, con lo que más personas se quedarán en breve sin agua y durante más tiempo. “Tenemos que estar preparados para lo peor”, dijo.
Lo peor vendrá determinado por las lluvias, pero se teme que el Sistema Cantareira, un conjunto de presas que abastece a la ciudad y a 67 municipios de la región, llegue a secarse completamente. Hasta ahora, este racionamiento encubierto se justificaba como “trabajos de manutención”. Pero, de hecho, esta reducción de presión (y de caudal) afecta, según diversos especialistas, a más de 1.200 barrios en 37 ciudades diferentes del Estado, incluyendo la capital.
En la avenida de Ipiranga, en el centro de la ciudad, algunas administraciones de comunidades de vecinos informan de las restricciones de agua. “Comunicamos a todos los moradores que el racionamiento de agua efectuado por la Sabesp es de 18.00 a 7.00 horas. Como consecuencia de este racionamiento, la presión de agua no es suficiente para llenar las reservas”, puede leerse en un cartel.
Las restricciones llegan después de una decisión judicial que deja sin efecto las multas a los clientes que excedieran el 20% de su consumo medio de agua. La jueza no se mostraba en desacuerdo con la medida, que solo llegó tras las elecciones, pero exigía al gobernador que para poder multar a los ciudadanos declarase oficialmente y mediante un decreto la situación de racionamiento que vive el Estado.
A pesar de las intensas tormentas de verano, propias de un clima tropical, el volumen de cinco de las seis reservas del Estado sigue disminuyendo, debido a que el agua no cae en las zonas altas del sistema de presas. El presidente de Sabesp ha pedido a los ciudadanos que recen para que São Pedro, el patrón de la lluvia, tenga algo más de puntería a la hora de dirigir las precipitaciones.
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