sábado, 18 de julio de 2015

Mensajes desde Seúl (informe economico)

Las empresas que resisten las crisis son las que operan con mayor valor tecnológico. España debería prestar atención a Corea

Corea del Sur cambia su modelo económico


EL PAÍS Madrid


En muchos aspectos, la economía de Corea del Sur es la contrafigura de la economía española. Su éxito, su imagen de referente económico, está sostenido por la existencia de un conjunto de conglomerados empresariales (el más conocido es Samsung, responsable de casi el 20% de la economía surcoreana) apuntalados por los apoyos públicos, la exportación y la alta tecnología en comunicaciones. Las diferencias con la economía española saltan a la vista. España es un país fundamentalmente de servicios y, es de temer, en el futuro este carácter se acentuará un poco más. La economía española pagará las consecuencias de la crisis, es decir, de los ajustes del gasto y el déficit de inversión. Hay, quizá merezca la pena apuntarlo, otra diferencia que puede inducir a la reflexión: más del 80% de la población tiene estudios secundarios. Se diría que Corea responde al mismo modelo de evolución social que Finlandia, aunque los patrones políticos sean divergentes.

Pero todavía cabe mencionar una diferencia significativa con España, que es la que en estos momentos debe ocupar y preocupar. Como los responsables económicos surcoreanos han observado signos de fatiga en el patrón de crecimiento, evidentes en la tasa de crecimiento (ha bajado desde más del 7% en la primera década del siglo XXI al 3 o 3,5% en los cinco últimos años), parecen dispuestos a cambiar dicho patrón o, para ser más exactos, diversificar las fuentes de riqueza. Y han optado por el tópico de Silicon Valley, que todavía tiene un lugar destacado en el imaginario de la renovación del capitalismo avanzado. Además de grandes conglomerados tecnológicos, Corea del Sur busca poblar la Tierra Media empresarial con start ups, pequeñas empresas tecnológicas con vocación de crecer en el medio plazo hasta cotizaciones superiores a los 1.000 millones de dólares. Una primera observación sobre este patrón buscado es que no oculta su fascinación por las posibilidades de modelos especultaivos de negocio. Crecimiento rápido, basado en la atracción tecnológica, sin pararse a pensar en los fundamentales de crecimiento.

Las empresas que resisten los shocks externos son las que operan con mayor valor tecnológico. En esto, España debería prestar atención a Seúl.

El hecho importante es que Corea del Sur muestra una decidida voluntad política para modificar su patrón de crecimiento y pone sobre la mesa las apuestas inversoras necesarias para conseguirlo. Si lo consigue o no, el tiempo y la competencia en la gestión lo dirán. No se diversifica fácilmente el troquel de generación de riqueza de un país; ningún economista se atrevería a proponer un plazo preciso, más allá de “una generación” al menos. Lo que importa en términos políticos es que se intente una respuesta al agotamiento del esquema tradicional de grandes corporaciones y la sociedad coreana esté dispuesta a afrontar los riesgos de la diversificación.

Este es el momento de recordar que la economía española ni siquiera se propone cambiar su patrón de crecimiento, basado en una construcción quebrada, una industria que no remonta una fase de debilidad y una abrumadora presencia del turismo que hipertrofia el peso de los servicios. Por una parte, resulta que la fase de crecimiento económico en la que se ha instalado la economía española amenaza con ocultar la debilidad estructural de la generación de riqueza y relegar al olvido que ni siquiera se ha ejecutado con éxito un plan de estabilidad financiera (ahí está el volumen de deuda para demostrarlo). Por otra parte, cabe sospechar que la política de ajuste seguida (sin mucho éxito sobre el endeudamiento) constituye un impedimento grave para diversificar las fuentes de crecimiento. Sin inversión no hay margen para ganar cuotas en mercados con mayor valor añadido. Las empresas que resisten los shocks externos son las que operan con mayor valor tecnológico. En esto, España debería prestar atención a Seúl.

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